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Lo de Madrid

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante su intervención en la inauguración del Congreso de Nuevas Generaciones del PP.

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Más allá del desembarco masivo de consumados expertos en la Ley D´Hondt, la circunscripción única y el reparto de escaños que hemos soportado esta semana, la encuesta del CIS —de lejos y siempre, la más fiable y la mejor hecha de todas las disponibles, sea cual sea la convocatoria y el gobierno de turno—, deja algunas evidencias relevantes para quienes estén interesados en los comicios regionales de Madrid más allá del salseo de a quién se le otorgan tantos o cuantos escaños, a un mes de que la gente vote en mitad de una pandemia.

Cerca de la mitad de las madrileñas y los madrileños creen que Díaz Ayuso ha gobernado bien, ha gestionado la pandemia mejor que los demás y prefieren que continúe como presidenta. Si buscan la razón de su efervescencia en las encuestas, aquí la tienen; no le den más vueltas, ni indaguen otras explicaciones. Ayuso y su gestión salen a correr, efectivamente, por donde está, pasea, trabaja y vive la mayoría.

Dan igual los datos más elevados sobre contagios, ingresos y mortalidad o que los resultados económicos de Madrid durante este año de pandemia se sitúen en la media del Estado. Casi cinco de cada diez madrileños creen que Madrid representa, efectivamente, una tierra de libertad y prosperidad, con mejores resultados que los demás pero sin sus privaciones, restricciones o confinamientos y que Díaz Ayuso y el PP merecen repetir con más apoyos porque es lo mejor. Más aún, casi siete de cada diez madrileñas y madrileños están convencidos de que así lo hará.

No supone el único logro de la máquina de propaganda popular en Madrid. También ha logrado convencer a los suyos y a los competidores de que su mayor problema reside en su propio éxito y peligra el Gobierno si el voto no se concentra suficientemente en el PP. Una idea que repiten y machacan gratis a sus votantes desde la derecha y la izquierda.

Mientras la izquierda se distrae en advertir del peligro de que gobierne una extrema derecha que pelea para no quedarse fuera de la Asamblea, el Partido Popular se ocupa de recordarles a los suyos dónde se halla el voto realmente útil para asegurar la derrota de la izquierda rojosatánica y con la inestimable ayuda de esa misma izquierda. Cuando la mitad del electorado cree que el Gobierno lo ha hecho bien, convertir las elecciones en un referéndum sobre quien lo preside es un error. Cuando se basa la campaña en agitar una amenaza que, según la demoscopia y la intuición mayoritarias, podría quedarse fuera del hemiciclo, el error se multiplica por dos.

El CIS también nos cuenta que seis de cada diez votantes afirman escoger su papeleta atendiendo a las ideas y a los programas; apenas dos de cada diez invocan el liderazgo o el voto para evitar que gobierne otro como motor principal de su decisión. Ahora miren cómo va la campaña, de qué se habla y de qué no se habla y díganme si realmente resulta tan raro lo de Madrid y quién va ganando.

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