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Un nuevo bipartidismo

Pablo Casado rechaza el techo de gasto del Gobierno de Sánchez: España no necesita "una expansión presupuestaria"

Rodolfo Irago

Después de años de desconcierto y crisis provocada por la aparición de los nuevos partidos en España, el PSOE y el PP acaban de mover ficha y han transformado en pocas semanas el escenario político español. Los socialistas lanzaron la moción de censura en su momento más débil y cantaron bingo y ahora el PP ha dado un golpe de timón con Pablo Casado tras jubilar a Rajoy. Los dos partidos pueden salir beneficiados mientras que Ciudadanos y Podemos están paralizados como estatuas de sal.

Los dos grandes partidos españoles estaban contra las cuerdas hace dos meses. El PSOE deambulaba deprimido en las encuestas un año después del segundo efecto Sánchez y lo que es peor, todo el mundo coincidía en que sus propuestas iban directamente a la papelera de la irrelevancia.

El PP de Rajoy sobrevivía malamente en el gobierno con la respiración asistida de Ciudadanos y el PNV mientras se desangraba a favor de los de Rivera por la corrupción y Catalunya. Su único objetivo era arrastrar los pies dos años más esperando un milagro.

Ciudadanos iba lanzado hacia Moncloa según las encuestas y sus dirigentes cometieron el error de creérselo y pensaron qué si caía Rajoy, lo suyo estaba hecho. Por último, Podemos estaba recuperando poco a poco los votos perdidos en los últimos tiempos por las peleas internas.

La moción de censura aupó a Pedro Sánchez a la Moncloa y le ha permitido al PSOE colocarse al frente de las encuestas por primera vez en muchos años. Fue una decisión arriesgada y que le obliga a gobernar en el alambre, pendiente ahora de la veleta de Puigdemont, pero los socialistas están en condiciones de dar la batalla.

El movimiento del PP ha sido a la fuerza. Desalojados del gobierno y con Rajoy en fuga, los populares han decidido meterse un chute de optimismo, como si hubieran bebido una bebida energizante. Enterrado el marianismo que defendió con muy poco éxito Soraya Sáenz de Santamaría, el PP se entregó a la incógnita Pablo Casado; cualquier cosa menos seguir igual.

El PP ha salido de su Congreso mejor de lo que entró. Es un partido disciplinado y todo el mundo se pondrá a remar. Casado tiene la sombra del máster, pero puede desmarcarse de la corrupción de la Gürtel y endurecer el discurso contra los independentistas; la España de los balcones.

Sánchez y Casado pueden jugar a polarizar entre ellos como siempre han hecho el PSOE y el PP. Le puede ir bien a los dos para desmarcarse del empate a cuatro que había hace unos meses en los sondeos. El bipartidismo como lo conocimos ya no volverá, pero puede haber un ensayo de un nuevo bipartidismo imperfecto.

Mientras, Ciudadanos y Podemos siguen sin reaccionar. Los de Albert Rivera están en bucle desde hace dos meses, sin encontrar un nuevo discurso y una nueva posición en el tablero y los de Pablo Iglesias corren el riesgo de convertirse en poco mas que la muleta del PSOE si no suben el precio de sus apoyos.

En este contexto, la mayor preocupación para el gobierno de Sánchez llega de Alemania. No es Merkel, es Puigdemont que parece dispuesto a hacer saltar por los aires la política catalana y también la española. No es una amenaza pequeña porque puede llevarnos pronto a elecciones generales si el PDeCAT bloquea los presupuestos de 2019.

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