Lo nuevo, que está naciendo, y lo que no lo es, pero también existe
Es evidente que las pasadas elecciones se ventilaba una lucha genérica entre “lo viejo” y “lo nuevo”, y aunque es discutible quien ganó sin duda entró “lo nuevo”: Podemos, Ciudadanos, candidaturas locales abiertas... Candidaturas que le disputaron el espacio al PP y al PSOE y se llevaron su cacho. Y que hicieron estallar las contradicciones internas primero y prácticamente se tragaron a UPyD y a IU despues. Naturalmente, como esas candidaturas no nacen de la nada también traen elementos de la cultura social y política tradicional pero sin duda trajeron cosas nuevas que eran muy necesarias.
Cuando todo y todos van con prisa, no sé si tiene sentido recordar y poner en valor cosas que están cuestionadas y que parecen condenadas a ser olvidadas. Pienso en la izquierda histórica en general, de un modo particular en IU, que está pagando su edad, sus errores y la progresiva distancia con la sociedad. Los partidos históricos si viven su crisis es porque era necesaria, puede que a alguno lo regenere y que a otros los liquide, pero tienen también una experiencia política que no se puede perder y que debe transmitirse a las nuevas generaciones. Porque de eso se trata, de la llegada de una nueva generación política y biológica, pero que no puede empezar de cero y necesita experiencia y memoria.
Lo característico es que hace cinco años todavía nadie tenía prevista una ruptura del sistema de partidos, lo que parecía normal era que los políticos jóvenes con ambición se apuntasen y fuesen esperando su turno dentro de los partidos existentes. Pero llegó la crisis económica. Hoy a nadie que quisiese hacer carrera en política pensaría en apuntarse al PP, PSOE o IU, ésa es la verdad. Aunque nada dura siempre, claro.
En el año 2008 numerosas empresas presentaron expedientes de regulación de empleo o suspensiones de pago, en octubre de ese año se caen los mercados financieros y en adelante vinieron los recortes en gasto público y una paralización de la economía. Una ancha generación de jóvenes que trabajaban en la construcción y en sectores auxiliares es enviada al paro y una generación de jóvenes urbanos y universitarios ve que se le cierran todas las puertas para sus proyectos profesionales y vitales. Esta generación es la que tres años después, en el 2011, salió a las calles y confluyó con movimientos sociales que ya existían asumiendo así un discurso crítico y la cultura del activismo social democrático.
Si no hubiese estallado la crisis bursátil en los EE UU y la burbuja inmobiliaria en España el sistema de partidos español seguramente hubiese continuase como estaba, cada vez más burocratizados y separados de la sociedad pero funcionando con la parsimonia del hipopótamo. En vez de eso, una generación a quien nadie esperaba los puso en crisis y parecen empresas con expedientes de regulación de empleo.
Pero aunque esa nueva generación haya irrumpido desafiante y con fuerza y haya ganado su espacio en la sociedad no van a desaparecer de repente las generaciones anteriores que invocarán lógicamente su espacio también y reivindicarán su legado. Y hay una parte del legado de la izquierda que hay que reivindicar.
Las luchas sociales y nacionales tienen su historia, los sindicatos y otras organizaciones también. Aunque CC OO en Madrid y UGT en Andalucía hayan arrastrado su nombre a base de bien, el sueño de la CEOE y del capital especulativo internacional es la desaparición de toda organización social reivindicativa.
Un poco de humildad, si hacemos hemeroteca de lo más reciente, un par de años, veremos como ha envejecido la retórica incendiaria de los recién llegados. Todavía habrá que andar el camino de la humildad para confluír lo nuevo y lo viejo. La prueba es que Manuela Carmena ya existía, no nació ayer.
Hace unas semanas publiqué aquí un artículo con consideraciones escépticas, no sé si pesimistas y un corresponsal me recriminaba en un post que solo criticase y que no hubiese participado en las reuniones y asambleas en las que él había participado. Y hace unos días leía otro post en el que un militante de un partido de la izquierda histórica les recordaba amargamente a los recién llegados las luchas sociales que su partido había mantenido. Son dos corrientes dentro de la izquierda, los que estaban y los recién llegados. Su distinta memoria y cultura política hace que, además de la euforia o la aflicción de unos y otros, cueste comprenderse. Pero solo cabe un entendimiento, unos tendrán que aceptar la evidencia de que las cosas han cambiado y otros deberán reconocer y valorar lo que ya había antes.