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OK, Boomer

Nochevieja en Sol.

Antón Losada

Este domingo, me disponía a leer los suplementos de los periódicos con esos abultados e hipertitulados resúmenes del año, que es algo que le veía hacer a mi padre y me parecía un aburrimiento y ahora hago yo. A los dos minutos de hojearlos, me dieron unas ganas incontenibles de decir lo mismo que me suelta mi hija Mariña cuando empiezo a darle la brasa con lo bueno que era algo antes y lo malo que se ha vuelto:

OK, Boomer.

Me hago viejo. Ya no tengo fuerzas para aguantar más de unos pocos minutos este combate interminable entre la España encabronada y la España decepcionada que convierte en ruido y gilipollez todo lo que toca. En la derecha española, siempre hay muchos profesionales del encabronamiento y en la izquierda, abundan los profesionales de la decepción; a nada que se despista la gente normal, se hacen con el control y, o te encabronas, o te decepcionas. Y yo ya me he cansado de ambas opciones.

No voy a discutir que lo mejor que podemos decir de 2019 es que se acaba. Si quieren añadir algo más al resumen, pueden completarlo con un “por fin”. Pero tampoco hay que ponerse tan dramático. Entre los que anuncian el enésimo Armagedón constitucional, las plañideras de la democracia liberal y los nostradamus de puticlub, que te digan OK, Boomer casi suena a un cumplido.

Ha habido muchas cosas buenas en 2019. El fracaso de la Plaza de Colón. Millones de personas, desde Hong Kong a Santiago de Chile o Barcelona, saliendo a las calles a pedir respeto y libertad. Millones de personas, desde Madrid a Londres o New York, saliendo a reclamar respeto para el planeta. Donald Trump se ha pasado el año enredado en lo que John Oliver acertadamente llama “stupid watergate”. A Salvini se le quedó cara de gilipollas a las puertas del Gobierno de Italia.

Para quienes me habláis del ascenso del populismo de derechas y el discurso de la intolerancia, solo dos palabras: Albert Rivera. En plena era de culto a lo privado y fe neoconservadora, para ganar sus elecciones y sacar adelante el Brexit, Boris Johnson tuvo que prometerles a los ingleses volver a hacer grande el National Health Service. Cierto que ahora hay que explicarles que no se lo arruinó la UE, sino el partido de Johnson. Nadie es perfecto. Aquí también tenemos por delante la tarea de explicarles con paciencia a muchos que, con Franco, no teníamos los mismos servicios y derechos que ahora pero sin pagar impuestos y con la mitad de funcionarios.

A la democracia en España le pasa lo mismo que a la saga Star Wars. Hay que pasarse el día defendiéndola de sus fans. Van a ver las películas con tantas ganas de encontrar lo que no les gusta, que se pierden todo lo bueno de las tres espléndidas entregas que han cerrado la saga Skywalker. Si la democracia hace lo que queremos y la gobiernan los nuestros, todo está bien. Si no sale lo que preferimos o gobiernan los otros, entonces hay que arreglarla. Lo raro es que, a pesar de eso, aún funcione.

Personalmente, me van a permitir que mencione dos cosas pequeñas que me han alegrado mucho la vida en este 2019: vimos Chernobyl, una serie que nos recordó cuando en la televisión no había que gritar para que te escucharan, y vimos competir al Ajax en la Champions, un equipo que jugaba al fútbol en la liga de los multimillonarios como jugábamos en el patio de la escuela. Feliz aninovo.

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