Cada vez más caliente
Lo que se venía advirtiendo desde el otoño ya está confirmado: dos organismos de reconocido prestigio, la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), acaban de informar que el año 2014 ha sido el más cálido para la Tierra desde que se tienen registros (1880). Con ello se consolida la tendencia cada vez más preocupante del aumento de las temperaturas globales, que se ha acentuado en los últimos diez años en los que, a excepción de 1998, se han producido los mayores registros. Efectivamente la Tierra se calienta. Y lo que es más grave, lo hace como consecuencia de la actividad humana.
Lo más tentador es ignorar el problema y seguir adelante como si no pasara nada. Es lo que está haciendo la abrumadora mayoría de la élite empresarial y política mundial. También es la actitud más irresponsable. En España el asunto está totalmente ausente del debate político, y no forma parte de las prioridades políticas de ninguna fuerza, a excepción de EQUO. Es, sin embargo, necesario hacer un hueco para el optimismo de cara a la Cumbre de París, en noviembre 2015.
Sin embargo la distancia entre las recetas a aplicar y la acción política son inmensas. La clave está en las políticas energéticas. Debido a que los gases que causan el cambio climático proceden fundamentalmente de la quema de combustibles fósiles, evitar que el calentamiento global sea superior a los dos grados, requiere que un tercio de las reservas de petróleo, la mitad de las de gas y más del 80% de las de carbón se queden bajo tierra, es decir, no sean explotadas. Una medida ciertamente revolucionaria que ninguno de los partidos políticos parece dispuesto asumir.
De hecho el debate sobre el futuro energético se produce de espaldas a la discusión sobre el cambio climático. A día de hoy, la discusión sobre el futuro de los combustibles fósiles se basa más en la situación de las reservas, y la evolución de los precios, que en la acumulación de gases en la atmósfera. Basta ver la reciente actuación de REPSOL en Canarias. La actual caída de los precios del petróleo promoverá un nuevo repunte en el consumo, y está por ver cuáles son sus consecuencias en lo relativo a la evolución de las emisiones.
El cambio climático es una de esas cuestiones acuciantes que, como la desigualdad, ponen de manifiesto el error de las teorías neoliberales: nunca el mercado frenará por sí mismo el consumo de petróleo o de gas, y por eso es tan necesaria la acción política que introduzca el factor climático y que obligue a un cambio de rumbo.
2014 ha sido el año más cálido, y detrás vendrán otros cada vez más calientes, haciendo de la Tierra un lugar cada vez más inhóspito y menos habitable. Esta realidad es demasiado obstinada, y por ello esconder la cabeza bajo tierra no evitará que la tendencia continúe. Si el tema le preocupa, antes de votar pregunte a su partido favorito que va a hacer ante esta cuestión.