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Los ateos van al cielo
Hace unos días salió a la venta, en Estados Unidos, el libro “De la Paz de Benedicto XVI a la Guerra de Francisco”. Al parecer más de 45 firmas atacan directamente al Papa. Los firmantes pertenecen al mismo núcleo de la Iglesia. Apoyan el volumen cardenales, obispos, sacerdotes... Aunque la mayoría de los firmantes son laicos. No son muchos, pero “han salido del armario”, del “armario de la neutralidad” que mantenían hasta ahora.
Parece ser que en nuestro país ningún eclesiástico ha apoyado tal manifiesto. Hay un laico, eso sí. Se trata del escritor Juan Manuel de Prada.
Según los dogmas de la Iglesia, el Papa es el representante de Dios en la Tierra. Qué digo yo, si esto es así, me pregunto cómo han osado estos personajes a contradecir al mismísimo Dios.
A no ser que el representante elegido por el Espíritu Santo no sea del agrado en su forma de proceder de estas personas. Según los firmantes, Dios se ha equivocado. Y si se ha equivocado, ¿podemos considerar que sigue siendo omnisciente? ¿Se consideran estas personas por encima de Dios? ¿Considera Juan Manuel de Prada que el representante de Dios no lo representa ( valga la redundancia ) ?
También se puede entender como una democratización en el seno de la Iglesia, en el sentido de que la libertad de expresión “no la para ni Dios”.
Pero no creo que sea esa la intención de estos creyentes. Yo creo que les asusta que la Teología de la Liberación recobre la fuerza que tuvo a finales de los años sesenta y los setenta. Muchos de aquellos sacerdotes y obispos fueron asesinados por defender la idea de que el Evangelio exige la opción preferencial por los pobres. Con la proclama del Papa Francisco de abogar por “un salario universal para que cada persona en este mundo pueda acceder a los más elementales bienes de la vida” y por “la reducción de la jornada laboral”, estos ¿cristianos?, han colocado a Sumo Pontífice fuera de los intereses que ellos defienden. Intereses materiales, se entiende.
Durante la celebración de la Misa cantada, se decía cosas tan humanas como: “Cristo, Cristo Jesús, identifícate con nosotros; Señor, Señor mi Dios, identifícate con nosotros; no con la clase opresora que oprime y devora a la Comunidad; sino con el oprimido, con el Pueblo mío, sediento de Paz”.
Si Dios existe ( yo soy ateo, aunque pueda parecer que no), desde luego no existe para el De Prada y demás firmantes. Al menos, no el dios que ellos han creado para sí.
Por mi parte, vivo con la tranquilidad de que, si hay un paraíso, iré a él, puesto que te juzgarán por lo que hagas no por lo que digas.
Los ateos van al Cielo, escribí en una ocasión. Si queremos, claro.
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