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El eructo del bisonte

Los medios de comunicación después de Trump

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Quizás los EEUU hayan perdido definitivamente con Trump y algunos de su antecesores, ese papel de referencia de las libertades individuales y de ser el país de la igualdad de oportunidades.

Con un presidente Reagan que comenzó en los años 80 a desmontar los sistemas sociales y a desandar los controles bursátiles de los mercados, con un Busch padre e hijo, que por el petróleo terminarían por desatar la Yihad, y con un Clinton y un Obama que se mostrarían impotentes a la hora de frenar ese tren neoliberal, la república ha terminado descarrilando y dejando en la cuneta a muchos de sus compatriotas.

Americanos que con las externalizaciones de sus empresas a países de salarios miserables, perdieron sus trabajos y que con la crisis bancaria del 2008 terminarían perdiendo también sus casas. Gente, que desde entonces no ha levantado cabeza y que comenzaría a ver entre los más pobres de su alrededor, mayoritariamente latinos y afroamericanos, a sus competidores más directos en la lucha encarnizada por recibir las migajas que les prometía el trumpismo.

Esos mismos hombres, blancos, pobres y de mediana edad, que asaltaron hace unos días el Capitolio y que, una vez dentro y pasada la euforia, no sabían muy bien lo que hacer en unas salas vacías y ante un solitario guardia fondón con porra, posiblemente con un sueldo y un contrato tan precario como el de muchos de los asaltantes. Enmascarados que, pasado el chute de adrenalina del asalto a la diligencia y una vez dentro, terminarían, sin pena ni sin gloria, arrodillándose y quitándose las rojas gorras publicitarias de la campaña presidencial republicana, para rezar ante un actor en paro, disfrazado de indio. ¡Qué imagen para la historia!

En los años 70, en plena lucha por las libertades civiles, había en la España post-franquista una banda de rock llamada El eructo del bisonte. – Pues eso- Vimos y oímos la expulsión fétida de una larga indigestión. De ex marines y ex soldados desahuciados de diferentes tormentas del desierto llamando al orden a los insurrectos, mientras estos miserables se llevaban recuerdos de su asalto cutrón a la bastilla, se sentaban en los tronos inmortalizándose en selfies, se cagaban en las esquinas o rebuscaban con desesperación entre los papeles de los senadores, para encontrar alguna prueba que justificara su bárbara invasión.

Consternados aún y a la espera de que el día D del nombramiento oficial de presidente electo transcurra en paz y no incida en la estrepitosa caída del imperio de occidente, no han faltado sin embargo las iniciativas individuales, tan propias de ese país, para recomponer la utopía, esa mirada optimista hacia delante, que tanto les ha diferenciado desde siempre de la vieja y abotargada Europa. Políticos, periodistas, abogados o cocineros como el célebre José Andrés, que después de venir, en pleno confinamiento, a su España natal para darle de comer a muchos madrileños necesitados, se ha puesto a hacer lo propio para la Guardia Nacional, que desde hace días ocupa la capital de los EEUU para defender y asegurar el legítimo traspaso de poderes y la democracia, y mantener viva la esperanza de aquellos que bajo la ley y el orden, creen aún en el sueño americano. 

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