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Otras formas de violencia

Varios centenares de personas se han congregado en el exterior de la estación de Sants de Barcelona para participar en una nueva manifestación por la libertad de Pablo Hasel, después de cinco días consecutivos de protestas que han finalizado con enfrentamientos con los Mossos d'Esquadra y daños a bienes públicos y privados. En la foto, cabecera de la manifestación a su paso por la Gran Vía. EFE/Alejandro García

Angel Rivero García

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El diccionario define la palabra “violencia” como un “uso de la fuerza para conseguir un fin, especialmente para dominar a alguien o imponer algo”. Atendiendo a esta definición está claro que estos días vemos bastantes muestras de violencia por todos lados, pero como dice el dicho: “no todo lo que se ve es lo que parece”.

Con motivo de la encarcelación del rapero Pablo Hasel (por cierto, no me gusta el rap ni tampoco me gusta demasiado el personaje en cuestión) estamos siendo bombardeados por los distintos medios de comunicación con imágenes y comentarios criticando las manifestaciones violentas que se están produciendo “pidiendo la liberación” del rapero. Craso error: las manifestaciones se producen en defensa de la libertad de expresión. No es lo mismo.

Evidentemente, no voy a defender los métodos empleados por algunos en esas protestas ni mucho menos. Pienso que la violencia sobra. Siempre y en cualquier momento de la vida. También tengo claro que los violentos son (como casi siempre) una ínfima minoría de los manifestantes. Imagino que los clásicos inadaptados sin cerebro que aprovechan cualquier ocasión para causar destrozos y sentirse a gusto. Incluso puede haber grupos cuyo fin último sea sencillamente “cargarse” las manifestaciones y así restarle legitimidad a la protesta.

Entiendo también lo que quieren decir algunos cuando afirman que los derechos sociales nunca se han logrado sin causar ruido mediático: ni el sufragio femenino, ni la jornada laboral de 8 horas, etc... Pero quisiera pensar que estando en el siglo XXI todo tipo de violencia debiera estar superada. El auge del fascismo en todo el mundo muestra que no es así. Que aún estamos lejos de lograr una humanidad civilizada.

Lo que no veo, al menos con la misma profusión de imágenes y comentarios, es la violencia ejercida por los antidisturbios: cargas en València contra manifestantes pacíficos, agentes que tienen que gritarles a sus compañeros que se paren y dejen de golpear personas, dos manifestantes que han resultado heridos por balines disparados por los agentes del orden, otra manifestante que ha perdido un ojo al recibir el impacto de una bala de foam disparada por los mossos...

Tengo claro que esa falta de difusión no hace sino poner aún más de relieve que la libertad de expresión dista mucho de ser una realidad en España. De hecho, sigue vigente la funesta Ley Mordaza que nos coló el Partido Popular a pesar de que el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció su “reforma urgente” durante la moción de censura que le llevó a la presidencia en 2018. Parece que las cosas se ven diferente según del lado del Parlamento en el que estés: en la oposición o en el Gobierno.

Pero no estoy de acuerdo en que ahora y solo ahora se hable de “violencia”. No estoy de acuerdo en que ahora y solo ahora “veamos violencia” por todas partes. Hay muchas otras formas de violencia que están a la vista día a día y que, sin embargo, parecen “invisibles”, quizás por lo frecuente, quizás por estar “normalizada”.

¿O acaso no es violencia que la pobreza en España siga entre los niveles más altos de los estados de nuestro entorno? La situación de pandemia que estamos sufriendo ha empeorado las cosas, de acuerdo, pero empeora algo que ya era insostenible.

Violencia es también la enorme desigualdad existente entre los que menos tienen y los que más tienen. España está en el furgón de cola de Europa en materia de igualdad económica. Algo que se fue agravando durante los años de Gobierno de Rajoy y cuya brecha no tiene visos de reducirse.

Violencia es también que en el año pasado murieran 45 mujeres a manos de sus parejas o exparejas. ( a fecha 16 de febrero van 3 este año). Como violencia es que sigan existiendo personas y formaciones políticas que sigan negando la violencia de género...

Violencia es también que tengamos al máximo órgano del Poder Judicial en funciones hace más de dos años y que siga tomando decisiones que nos afectan a todos, que siga haciendo nombramientos estando su mandato caducado y que la principal formación política de la oposición siga bloqueando por puro interés personal su renovación.

Violencia es también que veamos sentencias incomprensibles para la mayoría, donde las personas beneficiadas de un delito son absueltas y acaban pagando el pato personas secundarias que no obtuvieron beneficio alguno, o que cadenas de hipermercados donde se realizó un hurto tengan que indemnizar a la hurtadora.

A veces, es más peligrosa y dañina la violencia que no se ve que la que nos cuelan por los ojos. Si normalizamos hechos cuya existencia debiera avergonzarnos a todos, la batalla la tenemos perdida de antemano.

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