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No es país para corruptos
En 1975, cuándo muere Franco, España es la última dictadura en la Europa occidental. Las de Portugal y Grecia habían caído un año antes.
A los franquistas se les plantea un dilema. La ruptura total con el régimen que han sostenido durante cuarenta años queda descartada. Ellos proponen una reforma. Se inicia así el camino hacia la Ley de la Reforma Política por parte de aquellos franquistas que consideran inviable seguir manteniendo las leyes de la Dictadura. Pensando en sus intereses, también les digo. Obreros, estudiantes, católicos de base, incluso los gobiernos occidentales defienden la transición hacia un modelo democrático.
No pretendo resumir, ni siguiera de manera telegráfica, los acontecimientos que se llevaron en todo el proceso. No sólo en las Cortes franquistas, sino también en las fábricas, las aulas, las parroquias y en las calles. El que no se ha informado es porque no ha querido. El tema ha sido el eje central durante las últimas semanas rememorando el cincuenta aniversario de la muerte del dictador.
Mas, aunque han pasado dos generaciones, la derecha ideológica sigue creyendo que España les pertenece sólo a ellos. Nunca han dejado de creerlo. Nunca han cortado el hilo umbilical con el franquismo. A pesar de que la mayoría no vivieron durante la dictadura, parece que llevan en su ADN político el gen del dictador.
¡Cuánta diferencia con la derecha europea!
Las palabras del Secretario general del Partido Popular, Miguel Tellado, “invitando a los votantes de Vox a la concentración de su partido contra Pedro Sánchez hace unas semanas confirman la idea expuesta: ”el no ir es fallarle a España“. A su España, quería decir este hombre.
En aquella foto se ha podido ver, entre otros, al expresidente que provocó con su apoyo a la invasión de Irak la represalia del terrorismo yihadista que ocasionó la muerte de 192 personas en los atentados de Madrid del 11 de marzo en el 2004.
También al expresidente M. Rajoy que ostenta el triste título de haber sido el gobernante del gabinete más corrupto de la historia democrática de este país nuestro.
También acompañaba a los susodichos la Presidenta de la Comunidad de Madrid que si de algo no puede presumir es de ejemplaridad en su entorno más cercano. En definitiva, con esos precedentes, los que apoyaron asidos a la pancarta (“mafia o democracia”) tendrían que hacérselo pensar. Pero ellos son la derecha y, por tanto, “los propietarios de la Patria”.
Parece ser que las medidas para combatir la corrupción no son suficientes. A la vista está. Se destapan casos de corrupción en casi todas las Legislaturas de este país nuestro. En todas las administraciones, desde las meramente locales, pasando por las diputaciones provinciales y los gobiernos autonómicos hasta los diferentes gobiernos de la Nación. Para la historia de la corrupción política quedan los casos que aún resuenan en la memoria colectiva: el caso Gürtel, el caso ERE. El caso Bankia, el caso Bárcenas... hasta los más recientes, Koldo, Ábalos y Cerdán. Sin olvidar otros como el de Cristóbal Montoro, flamante Ministro de Hacienda en los gobiernos de Aznar y Mariano Rajoy. Ni omitir al de Vox (o ex de Vox) Iván Espinosa de los Monteros, que sin llegar a tocar poder político ya ha andado metido en triquiñuelas fiscales. “La derecha puede robar, la izquierda, no. Cuando la izquierda roba, nos vamos al carajo para 10 o 15 años”, palabras de Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra Republicana de Cataluña. Sentencia que resume tanto lo que está pasando como lo que ha pasado.
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