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El pensamiento protestante de Boris Johnson
Boris Johnson ha decidido priorizar la economía sobre la salud de los individuos, de ciertos individuos. Ha decidido no tomar medidas extremas de protección, que podrían perjudicar la economía –de los poderosos, de sus poderosos amigos– porque así los individuos que queden desarrollaran defensas contra el coronavirus. Ha decidido que las vidas de ciertos individuos son sacrificables en pos de la “especie”, en pos de la economía (esa que tienen cuatro amiguetes en el mundo y que supone el 80 o el 90% de la riqueza mundial).
Este tipo de pensamiento, está en la base del capitalismo, este tipo de pensamiento es el que impedirá que jamás hagamos ningún avance significativo en la mejora del medioambiente, porque defiende el capital de cuatro amiguetes poderosos por encima de la vida de miles y millones de individuos. Los virus y la pobreza no suelen afectar a los poderosos y a sus familiares directos. Estos gozan de aislamiento, víveres, sanidad y seguridad, etc. Los demás son sacrificables, no gozan de la “Gloria de Dios”. En Estados Unidos el pensamiento de Trump es idéntico al del Brexit de Johnson. En realidad, lo que hay en el fondo es un sistémico racismo contra el pobre, contra el “fracasado” (dejado de la mano de Dios), contra el parado, etc.
Y así nos han visto tradicionalmente los países del Norte (protestantes) a los del Sur (católicos y ortodoxos), como PIGS, como pobres, como dependientes, como los “culpables” de nuestras “deudas” –culpa y deuda es lo mismo en alemán (y en holandés) y de nuestra pobreza y de nuestro subdesarrollo.
Mucho se ha hablado de la ideología del capitalismo, cuando en realidad, el capitalismo no tiene ideología. La savia que fluye por dentro del árbol del capitalismo es el protestantismo. Sólo con un pensamiento de base como éste se ha podido dar crédito a una aberración tan grande como La Teoría de la Evolución, que no es más que una teoría económica que sirve para que la gente asuma que hay gente que tiene más derecho a la riqueza que otros. Que asuman que ciertas vidas –la de los débiles, ellos quizás– son sacrificables para que cuatro gatos poderosos –los fuertes–, que Dios ha elegido, lleven el estandarte de la especie.
A los países de tradición romana (de Roma) y católica nos parece un absoluto escándalo. La familia tiene importancia, no sólo el individuo; los pobres, no sólo los ricos; los presuntamente “fracasados”, no sólo los exitosos –cuyo éxito, muchas veces, ha ido ligado a la inmoralidad, al crimen, a la falta de solidaridad social y al desprecio por las normas que a tantos atan. Me atrevo a expresar que nada de la religión del In God We Trust (¡que está en las monedas y billetes estadounidenses!) tiene nada que ver con el cristianismo verdadero.
Hay y ha habido gente maravillosa, miles y millones, tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos, que son un faro para la civilización universal, de todos los pensamientos y religiones, la protestante también. Pero igual que Lutero en su momento desveló los elementos indignos del catolicismo, es momento de desvelar los elementos indignos del protestantismo. El planeta lo necesita, la gente lo necesita.
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