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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

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El 2017 en 10 gráficos

Piedras de Papel

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Como cada año, los miembros de Piedras de Papel hemos querido seleccionar diez gráficos para resumir el 2017. Ha sido un año intenso. No están todos los que son, pero creemos que son todos los están. ¡Feliz 2018!

1. No es (sólo) la economía, es (sobre todo) la política...

Los ciudadanos no parecen que hayan compartido el triunfalismo económico del gobierno. Prácticamente, mes tras mes, la mayoría ha valorado de forma negativa la situación económica del país. Aunque la tendencia a lo largo del año ha sido hacia una valoración menos negativa. De este modo, si en enero casi un 59% calificaba como mala o muy mala la situación económica, en noviembre (último dato publicado por el CIS) ese porcentaje se reducía al 50,9%.  Este indicador contrasta con la valoración de la situación política, cuya evolución ha sido la contraria. A lo largo del año, y como ya venía ocurriendo desde 2016, la sociedad española se ha mostrado mucho más pesimista sobre la situación política que sobre la económica. El año acaba con una ciudadanía que está (aún) más descontenta con la situación política (casi un 76% de encuestados la valoraba de forma negativa en noviembre) que al comienzo del año (66,8%). Especialmente entre octubre y noviembre en el contexto del conflicto catalán, ha aumentado la distancia entre la valoración negativa que tienen los españoles de la coyuntura política, respecto a la económica. Habrá que ver si al comienzo de 2018 los mensajes sobre el impacto negativo que puede tener el conflicto catalán en el conjunto de la economía española se traducen en un aumento del pesimismo económico de los ciudadanos.

 

2. Pedro Sánchez, Segunda (y paradójica) parte

2017 comenzaba con un Partido Socialista en crisis. Apenas unos meses antes el que había sido durante dos años su Secretario General, Pedro Sánchez, dimitía de su cargo y posteriormente renunciaba a su acta de diputado para no votar a favor de la investidura de Rajoy. El “no es no” de Sánchez se saldaba con un fuerte enfrentamiento interno. Y la primera parte de este enfrentamiento terminaba con la derrota de Sánchez y la constitución de una comisión gestora, presidida por Javier Fernández, que se encargaría de la dirección del partido hasta la elección de un nuevo Secretario General. 

En la pugna por el control del partido, la candidata Susana Díaz se perfilaba como la gran ganadora con todos los apoyos de las grandes figuras socialistas y del aparato. Pero los militantes decidieron apoyar, con el 50,2% de los votos, al díscolo Pedro Sánchez en las elecciones primaras celebradas el 21 de mayo. De esta forma, Sánchez regresó al PSOE como nuevo y flamante Secretario General. De acuerdo con los datos de estimación de voto del CIS, el regreso del antiguo Secretario General sirvió para que el PSOE remontara ligeramente el vuelo. O, al menos, para colocarse potencialmente por encima de los resultados obtenidos en las elecciones generales de 2016.

Si bien, los modestos resultados conseguidos por el PSC en las recientes elecciones catalanas reflejan, una vez más, las dificultades que, con independencia de quien sea su Secretario General, tienen los socialistas para recuperarse electoralmente en un marco político más fragmentado y con más competidores.

En todo caso, 2017 no ha dejado de ser un año paradójico para los socialistas. El año en que el partido tuvo que readmitir por una suerte de “despido improcedente” a Sánchez y en el que éste comenzó reafirmándose en su “no es no” a Rajoy para acabar, en los últimos meses del año, dándole su apoyo en la aplicación del artículo 155 en Cataluña. 

 

3. Un mal año para Unidos Podemos.

2017 ha sido un mal año para Unidos Podemos. Aunque en las elecciones de hace año y medio no se consumó el ansiado sorpasso, el partido de Pablo Iglesias acabó el 2016 en una senda de recuperación demoscópica, figurando como segundo en muchas encuestas gracias a que recibía los beneficios electorales de la crisis del PSOE, espoleada por la dimisión de Pedro Sánchez y la abstención en la investidura de Rajoy. 2017, en cambio, ha sido el año en que la tendencia se ha revertido y Unidos Podemos parece hoy un partido muy lejos de aspirar al gobierno, En algunas encuestas aparece incluso como cuarto partido estatal, por detrás de Ciudadanos. El siguiente gráfico muestra que es el partido que más se ha resentido en intención de voto (utilizamos la categoría Voto+Simpatía de los barómetros del CIS como aproximación al apoyo electoral). Entre Octubre de 2016 y de 2017 (último barómetro electoral disponible con intención de voto), el apoyo a Unidos Podemos es el del partido que más ha caído, de un 11,2% a un 7,2% (4 puntos). Aunque el PP también ha caído en algo más de tres puntos, su caída equivale a un 15% de su apoyo, mientras que en Podemos la caída es de un 35% de apoyo.

Más allá de la caída general, probablemente es más preocupante de dónde viene estas pérdidas electorales. El panel de la derecha muestra la variación de apoyo a Unidos Podemos por ideología en el último año. Comprobamos que la caída en el apoyo a la coalición de Pablo Iglesias se concentra en el centro-izquierda (categorías 3 y 4 del eje ideológico). Esto no sólo es relevante porque son espacios más poblados de electores, sino porque demuestra que el partido ha perdido la capacidad de ser transversal, incluso dentro de la izquierda, refugiándose en los votantes con ideología más extrema.

 

4. Evolución de los líderes políticos, según los suyos.

La evolución durante el 2017 de la valoración de los líderes de los cuatro principales partidos no deja grandes titulares, pero es representativa de las tendencias electorales que observamos. En este gráfico, presentamos cómo ha variado dicha valoración para cada líder entre su propio electorado. Aunque el último dato que presentamos corresponde al barómetro del CIS de octubre, podemos destacar el descenso de Iglesias y el aumento de Rivera. Éste último es el mejor valorado entre los suyos, mientras que el primero es el peor valorado entre sus propios votantes. No obstante, los cambios son muy pequeños y por tanto insuficientes aun para permitirnos aventurarnos a hacer predicciones de cara al próximo año. Quizás vale la pena destacar la favorable estabilidad de Rajoy, aunque lo números aquí presentados no capturan aun los momentos más duros de la crisis catalana. ¿Saldrá tocado de esta crisis? ¿Podrá la victoria de Ciudadanos en Cataluña agudizar el ojo crítico de los votantes populares? ¿Podrá la evolución de la economía contrarrestar estos posibles efectos? La manera en que reaccionará el electorado del PP a la evolución de la crisis catalana y a la economía serán claves para ir alumbrando el mapa de la batalla en la parte derecha del espectro ideológico. Veremos qué nos depara el 2018.

 

5. Cataluña en el ranking de preocupaciones ciudadanas.

2017 será recordado como el año en el que se declaró unilateralmente la independencia de Cataluña. Pero también podría ser recordado como el año en que Cataluña entró a formar parte, por primera vez, del ranking de las principales preocupaciones de los ciudadanos. En el mes de octubre, y en pleno apogeo del conflicto, la independencia de Cataluña llegó a ocupar el segundo puesto, después del paro, de los problemas que, a juicio de los ciudadanos, tiene España.

A pesar de la gran atención mediática y política que ha generado el conflicto de Cataluña en los últimos meses del año y que ha acabado por eclipsar todos los temas, hay que tener en cuenta que a lo largo de 2017la preocupación social por la corrupción también ha estado muy presente. De las 10 observaciones realizadas mensualmente por el CIS entre enero y noviembre, en 9 de ellas la corrupción y el fraude se han situado como el segundo problema del país. A lo que también habría que añadir la percepción, muy presente también a lo largo de 2017, de “la política, los partidos y los políticos” como un problema que tiene España.

 

6. El independentismo ni crece ni se debilita.

La segunda mitad de 2017 estuvo llena de eventos que definieron el rumbo del proceso soberanista catalán: las sesiones del Parlament en Septiembre y la aprobación de las leyes de transitoriedad y referéndum, la respuesta del Tribunal Constitucional, el 1 de Octubre, el encarcelamiento de líderes independentistas, la huida de Puigdemont y medio gobierno a Bruselas, el aumento de la incertidumbre sobre la economía, la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la intervención de la Generalitat e inmediata destitución del gobierno… El año concluyó con la celebración de unos nuevos comicios al Parlament, que a juicio de algunos podría servir para generar una nueva mayoría con capacidad de generar una posible salida a la crisis institucional generada, en parte gracias a la movilización de antiguos abstencionistas. El éxito de Ciudadanos como primera fuerza, y el sorpasso de la formación de Puigdemont a Esquerra Republicana de Catalunya generaron muchas portadas, pero quizá lo más llamativo del 21D fue que, a pesar de semejante sucesión de eventos y de la excepcional movilización ciudadana (participó un 79% del censo) el peso relativo de los bloques seguía prácticamente inalterado: El independentismo bajó del 47,8 al 47,5 por ciento de los votos, y volvió a obtener una mayoría absoluta en el Parlament. El análisis del voto por mesas muestra la enorme estabilidad de este bloque: en el 55% de ellas, la diferencia en la proporción de votos independentistas en 2017 y en 2015 fue de menos de 2 puntos porcentuales, y en el 93%, de menos de 5. El gráfico muestra cómo cambió el voto independentista en función de cómo cambió la participación por mesa. Lo más llamativo del gráfico es que el porcentaje de voto independentista apenas se mueve en ningún grupo: está siempre cerca de cero. Pero también llama la atención que, contra lo que muchos esperaban, el porcentaje de apoyo al independentismo no cayó, sino creció, en aquellas mesas donde la participación subió más. Seguramente la explicación de esto tiene que ver con que la movilización en zonas tradicionalmente más abstencionistas (en conjunto menos independentistas) llevó a las urnas a votantes con preferencias menos polarizadas, que en esos contextos eran algo menos anti-independentistas que las de los que ya habían participado en elecciones anteriores.

7. Independentistas y no independentistas: dos visiones opuestas del mundo

La fractura que ha abierto el conflicto en Cataluña entre independentistas y no independentistas consagra como, en un entorno de polarización, ambos grupos de población tienen dos visiones del mundo totalmente distintas que les llevan a una valoración y evaluación de los hechos totalmente opuesta. El siguiente gráfico, utilizando datos de MyWord, lo refleja. Se muestra el porcentaje de independentistas catalanes, no independentistas catalanes y ciudadanos del resto de España que tienen valoraciones positivas o negativas sobre los acontecimientos fundamentales de los últimos cuatro meses. Como se puede comprobar, la divergencia entre independentistas y no independentistas es abismal. No solo eso: los no independentistas en realidad tiene posiciones muy asimilables en el resto de España (lo que refleja el doble conflicto entre catalanes y entre el independentismo y el Estado).

Por poner un ejemplo, mientas que más de un 90% de independentistas tienen una valoración negativa de la aplicación del artículo 155 CE, la destitución del Govern y el encarcelamiento de políticos, esta valoración negativa ronda el 20% entre los no independentistas y el resto de España (excepto el encarcelamiento de políticos que recibe algo más de rechazo entre los no independentistas catalanes). Esta visión antagónica del mundo refleja las dificultades a las que se enfrenta la sociedad catalana para construir un nuevo consenso que incluya a un porcentaje claramente mayoritario de la población.

 

8. Ciudadanos: la amenaza naranja

Haber conseguido el mayor porcentaje de votos en las elecciones catalanas del 21D ha sido sin dudas un cierre de año muy favorable para la formación naranja. Si bien Ciudadanos ya había demostrado que podía congregar el voto anti-independentista en el 2015, este año lo ha hecho con una contundencia asombrosa. Es cierto que la lógica identitaria y la polarización en el eje territorial han favorecido la concentración del voto en Arrimadas, pero también lo es que haber dejado a los populares en una posición parlamentaria ridícula (en términos comparados con el pasado) les da la oportunidad de demostrar que podrían presentarse como el reemplazo al PP en eje izquierda-derecha. De hecho, una lectura estatal de las elecciones catalanas no solo señalaría a Rajoy como el gran perdedor del 20D, sino a Rivera como uno de los grandes ganadores. El líder de la formación naranja no incurrirá en costes en la no-formación de gobierno en Cataluña, pero recoge ya los beneficios de haber sido uno de los impulsor originales de la batalla anti-independentista así como de las expectativas de que Ciudadanos puede ser la fuerza hegemónica en el segmento de centro-derecha/derecha. El gráfico que aquí presentamos muestra el avance de esta amenaza naranja durante 2017. De acuerdo a los barómetros del CIS, en enero el 16% de los votante del PP en las elecciones generales de 2016 indicaban que estarían dispuestos a votar a Ciudadanos con una probabilidad del 50%. Este porcentaje ha ido en aumento hasta colocarse 6 puntos por arriba, es decir, en el 22%. Pero la sombra de la amenaza en realidad es aun más alargada. Si a éstos votantes del PP les sumamos los que declaran que votarían a Ciudadanos con una probabilidad mayor al 50% -es decir que lo harían aun con mayor seguridad- vemos que la evolución de las potenciales perdidas de electorado del PP han pasado de entorno al 37% en enero-abril a 52% en octubre. Es decir, 1 de cada 2 votantes del PP en 2016 declaraba hace algo menos de tres meses que podría abandonar a los populares y apoyar a los naranjitos con una probabilidad igual o mayor a ½. Ante tal amenaza, solo podemos augurar una guerra en la derechas en el 2018.

9. Lo de 'la crisis de refugiados' no es cosa nuestra.

Las llegadas marítimas a España (incluyendo también las terrestres a Ceuta y Melilla) han superado las 27.000 a mediados de este mes de diciembre, lo que multiplica casi por 6 las llegadas de la misma naturaleza en 2015 y por 3,6 las de 2016. En otras palabras, el crecimiento de las llegadas a las costas españolas venía anunciándose desde hacía meses y no debería haber pillado a las autoridades desprevenidas. De hecho, entidades como FRONTEX llevan tiempo anunciando flujos mayores que los recibidos como resultado más que probable del cierre de otras rutas.

Sin embargo, los fallos del sistema tanto en los puntos de acceso al territorio como en todo lo que viene después, son evidentes. El encierro en la prisión de Archidona (Málaga) de centenares de personas (menores incluidos) llegados un fin de semana de noviembre a las costas murcianas ilustra bien la forma de proceder en este ámbito: improvisación y escaso respeto a los derechos fundamentales de quienes llegan a España huyendo, en muchos casos, de guerras, conflictos, persecuciones étnicas o religiosas. Ojos que no ven, corazón que no siente: los encerramos o les colgamos automáticamente la etiqueta de ‘inmigrantes económicos’, o ambas cosas a la vez, y así no tenemos que plantearnos nuestra obligación de examinar individualmente la situación y circunstancias de estas personas que podrían ser merecedoras de asilo en España. Ya lo dijo el ministro Zoido “No es nuestra responsabilidad que los inmigrantes decidan huir”. Y a vivir, que son dos días.

 

10. Refugio y Salud Mental.

La crisis de los refugiados ha generado numerosas noticias a lo largo de este año, aunque dado nuestro ensimismamiento, quizás menos en España de lo que la gravedad del asunto merecería.

Nos gustaría recordar a nuestros lectores que la migración por causas humanitarias (migrantes por razones humanitarias, solicitantes de asilo y, en último término, refugiados) deja profundas huellas en la vida de las personas.

El Panel Socioeconómico Alemán cuenta con una muestra de refugiados que permite comparaciones con los migrantes económicos. Con esta muestra podemos comparar la evolución media de la salud mental (medida a través de un índice sintético) de ambos colectivos y ver su evolución a medida que aumenta su tiempo de residencia en Alemania. Esto es lo que se puede ver en el gráfico de más abajo.

La brecha inicial que separa a los refugiados de los inmigrantes económicos es del 13%. Esta es la huella que dejan las experiencias traumáticas que expulsan a los refugiados de sus países de residencia. Pero esta no es la única mala noticia. Hacen falta cerca de 17 años para que ambos grupos puntúen igual en esta dimensión tan importante para el bienestar de las personas.

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