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El maratón electoral se lleva por delante a vacas sagradas: adiós a Santamaría, Cospedal, José Blanco o Valenciano

Cospedal, Sáez de Santamaría y Rajoy en una foto de archivo en el Congreso

Iñigo Aduriz / Irene Castro

El ciclo electoral que comenzará con las generales del 28 de abril y concluirá el 26 de mayo con las autonómicas, municipales y europeas supondrá el final de las carreras políticas de veteranos representantes públicos. Por voluntad propia o forzados por las guerras internas de sus partidos, políticos con años de experiencia en las administraciones o que acumulan sobre sus espaldas lustros como diputados en el Congreso, el Senado y otros parlamentos deciden ahora echarse a un lado dando paso a nuevas generaciones.

Las principales salidas se producen en PP y PSOE, partidos con presencia en las administraciones españolas desde la recuperación de la democracia. En sus filas se han vivido en los últimos meses cambios significativos como renovaciones de liderazgos a raíz de procesos internos inéditos hasta hace apenas cinco años.

Las primarias que tuvieron lugar en el PP para suceder a Mariano Rajoy tras la moción de censura resultaron determinantes para que veteranos dirigentes que no apoyaron al candidato vencedor del proceso interno, Pablo Casado, decidieran dejar la política.

Es el caso de sus dos principales rivales en las primarias. Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal fueron consideradas durante años las sucesoras naturales de Rajoy, quien las había situado como las mujeres de su máxima confianza en el partido y el Gobierno durante 14 años. Sáenz de Santamaría resultó vencedora en la primera vuelta en la que votaron los afiliados, pero perdió en la votación de los compromisarios. María Dolores de Cospedal quedó eliminada en la primera fase y decidió sumar sus apoyos a los de Casado para derrotar a su principal enemiga en el partido.

Las sucesoras 'naturales'

Santamaría, exvicepresidenta del Gobierno, no se consideró integrada por el equipo del nuevo líder del PP tras perder las primarias y en septiembre decidió dejar su escaño en el Congreso y la actividad política. “Es lo mejor para la nueva dirección del Partido Popular, para mi familia y para mí”, dijo entonces. El Gobierno la designó un mes después como consejera electiva del Consejo de Estado y la semana pasada el poderoso bufete de abogados Cuatrecasas anunciaba que Santamaría comenzaba a trabajar como socia de su área mercantil.

La salida de Cospedal fue algo más abrupta. A pesar de sentirse copartícipe de la victoria de Casado frente a su enemiga Santamaría, la exministra de Defensa no logró mantener sus cargos orgánicos en el PP después de que en noviembre salieran a la luz sus conversaciones con el comisario José Manuel Villarejo, en prisión por liderar presuntamente una organización criminal, y al que había encargado sabotear el caso Gürtel y espiar a compañeros de partido. En noviembre, Cospedal dejó todos sus cargos y la política.

Víctimas de las primarias también han anunciado que dejan la política –y por tanto renuncian a ir en las listas de las sucesivas citas electorales– veteranos dirigentes que se posicionaron a favor de Santamaría, como la exministra de Empleo Fátima Báñez, el exportavoz del Ejecutivo y exministro de Educación Iñigo Méndez de Vigo o el exministro de Industria Íñigo de la Serna. Todos se van a trabajar a la empresa privada.

Una de las últimas en anunciar su intención de poner fin a su trayectoria política fue la exministra y exvicepresidenta del Congreso de los Diputados, Celia Villalobos, diputada durante diez legislaturas. “Me parece normal, yo perdí un congreso y alguien tenía que ser la figura de los que han perdido, y soy yo”, dijo tras verse agraviada por la nueva dirección de Casado, quien la sacó de la Diputación Permanente de la Cámara Baja después de ocho meses sin congeniar.

Otros dirigentes populares que han decidido poner fin a su carrera pública tras lustros de experiencia son el eurodiputado Luis de Grandes o los veteranos diputados Teófila Martínez, Rafael Merino, Arturo García Tizón, María Teresa de Lara, Teófilo de Luis, Alfonso Candón o Juan Bravo.

La influencia de Susana Díaz

En cuanto al PSOE, la llegada de Pedro Sánchez al liderazgo supuso en cierta medida una ruptura con el pasado del partido que se acrecentó tras su victoria en las primarias, donde la ‘vieja guardia’ se posicionó casi unánimemente con Susana Díaz. Esa batalla interna tiene ahora sus consecuencias en la configuración de las listas electorales.

Dos de los dirigentes que estuvieron con Sánchez en su primera etapa al frente del PSOE se han quedado fuera: Antonio Hernando y Óscar López. El primero fue como número tres por Madrid en los últimos comicios, pero ha desaparecido del mapa. Se mantuvo como portavoz –puesto en el que le colocó Sánchez– durante la gestora que pilotó al partido tras su marcha. Desde ese puesto le tocó defender la abstención para que gobernara Mariano Rajoy. Cuando Sánchez venció, él presentó su dimisión. Hernando ha aguantado en el Congreso hasta su disolución, pero en un plano de discreción absoluta.

En el caso de López, la gestora prescindió de él como portavoz en el Senado. Había apoyado a Patxi López en las primarias y con la llegada de Sánchez a Moncloa fue nombrado presidente de Paradores- El retiro dorado permitía hacer hueco en la Cámara Alta a un senador de la confianza de la dirección regional y federal.

Sánchez, Hernando y López fueron discípulos de Pepe Blanco, a quien el presidente también ha borrado de la lista al Parlamento Europeo. El exministro y exsecretario de Organización no se ha salvado a pesar de que en Ferraz no dieron su salida por segura hasta el final. Al fin y al cabo, José Luis Rodríguez Zapatero ha mostrado una actitud totalmente colaboracionista con el líder socialista, a pesar de haber sido uno de los principales defensores de Díaz. Blanco tampoco ha hecho ruido en los últimos meses. Ese era el argumento de quienes no veían mal que siguiera, pero se impuso el ‘no’ de Sánchez.

Jáuregui, Serrano o Torres Mora

La salida más clara para la dirección socialista era la de Elena Valenciano, quien fuera cabeza de cartel en 2014. La dirigente socialista ya percibió la hostilidad cuando la dirección de su partido vetó su intento de presidir el grupo de los socialdemócratas en Bruselas hace unos meses. En la lista de las europeas no figurará otro exministro de Zapatero: Ramón Jáuregui, quien anunció su retirada poco después de que Sánchez ganara las primarias.

Otros dos referentes del zapaterismo, José Enrique Serrano y José Andrés Torres Mora, también son baja. Los dos fueron jefes de gabinete de Zapatero: el primero en Moncloa, donde ya había ocupado ese puesto con Felipe González; y el segundo, en Ferraz. Serrano ha tenido un papel destacado con Sánchez, que le metió en el equipo negociador en su primer intento por llegar a Moncloa, y fue una de las voces consejeras del actual presidente. Sin embargo, el veterano socialista no va esta vez en la lista que encabeza Sánchez.

Además de Valenciano, otra de las referencias del rubalcabismo, Soraya Rodríguez está fuera. La exdiputada asumió que no repetiría en las listas por sus desavenencias con el sanchismo y, al acabar la legislatura, rompió incluso el carné del PSOE. Tiene una oferta de Ciudadanos para irse a la Eurocámara que no ha descartado. Más silenciosa fue la salida del expresidente manchego José María Barreda, otro de los diputados más críticos con la política de Sánchez en Catalunya, que ha dicho adiós al Congreso.

El que también dio un paso atrás fue el veterano Ciprià Císcar, que ha estado en el Parlamento ocho legislaturas. El dirigente valenciano fue secretario de Organización en la etapa final de González y con Joaquín Almunia. Diecinueve años después se despide.

En el PSOE había una regla no escrita de mantener en puestos institucionales y orgánicos (como el Comité Federal) a quienes fueron responsables de Organización, pero la norma ha desaparecido en el segundo mandato de Sánchez, que sí ha rescatado a quien fue su mano derecha: el dirigente riojano César Luena.

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