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Felipe VI pronuncia su discurso más esperado ante las investigaciones a su padre y en medio del ruido de sables

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el rey Felipe VI.

Iñigo Aduriz

24 de diciembre de 2020 11:11 h

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El rey lleva meses guardando silencio acerca de las graves polémicas en las que se ha visto envuelta la Casa Real. Felipe VI calló ante las investigaciones que afectan a su padre por sus cuentas opacas en Suiza, sus tarjetas sin declarar y el supuesto cobro de comisiones ilegales. Zarzuela se limitó, en pleno agosto, a emitir un comunicado en el que anunciaba la marcha de España de Juan Carlos I. Lo hacía cinco meses más tarde de que el actual monarca renunciara a la herencia de su padre y le retirara su sueldo público tan solo un día después de la declaración del estado de alarma. Felipe VI también se ha mantenido ausente tras el enésimo intento de la extrema derecha de patrimonializar su figura y ante la pretensión de un grupo de militares retirados por involucrarle a él, mando supremo de las Fuerzas Armadas, en sus planes golpistas para desbancar al Gobierno progresista.

Por todo ello, el discurso de Nochebuena que pronunciará el rey este jueves, a las 21.00 horas, se ha convertido en el más esperado desde su proclamación, hace ya seis años. La expectación es máxima ante una intervención que fue grabada el martes y que ha sido supervisada de cerca por el Ejecutivo de Pedro Sánchez. En los últimos días, la interlocución ha sido constante y directa entre la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, por parte del Gobierno, y el jefe de la Casa Real, Jaime Alfonsín, por la de Zarzuela. A Moncloa llegó una primera versión del texto el sábado por la noche pero, tras unas correcciones, se le dio el visto bueno definitivo antes de ayer. El discurso también está en manos del Partido Popular.

Fuentes conocedoras de la redacción del texto confirman a elDiario.es que sí habrá alusiones al rey emérito, aunque lo más probable es que estas sean sutiles e indirectas. Podría esperarse, así, que Felipe VI se manifieste, por ejemplo, en defensa de la igualdad de todos los españoles ante la justicia, tal y como hizo su propio padre en el pasado. Además, se escuchará un compromiso claro del monarca por la democracia, la Constitución, y la legitimidad de todas las instituciones del Estado. Todo ello en plena campaña de PP y Vox contra el Gobierno progresista, al que acusan de “dictatorial” y llaman “régimen”, además de asegurar que quiere acabar con la propia monarquía, la Carta Magna y los derechos y libertades recogidas en la misma.

En la Zarzuela son tan conscientes del deterioro que atraviesa la institución monárquica por las supuestas corruptelas de Juan Carlos I, como de que Felipe VI se juega en buena parte su credibilidad ante los españoles con el discurso de Navidad, que consideran de más trascendencia incluso que el de su coronación. La última declaración pública del rey se produjo la semana pasada, el 16 de diciembre, con motivo de la entrega de los premios empresariales CEIM 2020, y se ciñó exclusivamente a alabar al sector empresarial por las dificultades que ha atravesado tras el estallido de la pandemia.

Las principales polémicas

No hubo ninguna alusión su padre, el rey emérito, que a principios de mes pagó cerca de 700.000 euros para regularizar su situación con Hacienda por gastos de distinto tipo abonados con tarjetas black –por las que Anticorrupción investiga a Juan Carlos I, a la reina Sofía y a varios de sus familiares– tras su abdicación, cuando ya no era inviolable. Del patrimonio que acumuló durante 40 años, de las cuentas en paraísos fiscales o de las presuntas comisiones ilegales cobradas aún no ha dicho nada. Ni antes ni después de expatriarse a los Emiratos Árabes, donde vive encerrado en “una jaula de oro”, con severas limitaciones físicas y “fuera de control porque ya no escucha a nadie”, según la versión gubernamental.

Tampoco ha habido ningún pronunciamiento oficial de la Zarzuela ante el intento de un grupo de militares retirados por involucrar al actual rey en sus planes para desacreditar al Gobierno progresista, a través de la carta que le enviaron a finales de noviembre en la que defendían los postulados de la extrema derecha. La Casa Real no hizo público ningún comunicado ni se posicionó extraoficialmente, pese a que la misiva apelaba directamente a Felipe VI.

En la carta esos exmandos militares aseguraban que España vive una situación de “deterioro”, en la que la “cohesión nacional” corre graves riesgos, “tanto en su vertiente política como económica y social”. Responsabilizaban de todo ello al Gobierno “socialcomunista, apoyado por filoetarras e independentistas”, a quien acusaban de amenazar “con la descomposición de la Unidad Nacional”, antes de mostrar su apoyo y lealtad al monarca “en estos momentos difíciles para la Patria”.

La jefatura del Estado tampoco ha querido valorar el polémico chat de WhatsApp en el que otros altos mandos militares retirados, en este caso del Ejército del Aire, vertieron amenazas de muerte y expresaron anhelos de golpes de Estado contra un Ejecutivo que consideran ilegítimo, unas conversaciones en la red de mensajería que el Ministerio de Defensa puso en manos de la Fiscalía.

La campaña de las derechas

La estrategia de tratar de involucrar al rey en su cruzada contra el Gobierno ha sido constante por parte del Partido Popular y de Vox. La formación de Santiago Abascal incluyó a Felipe VI como argumento para la moción de censura que desbarató el Congreso el pasado 22 de octubre y que retrató a los diputados de la extrema derecha solos en sus escaños. Durante su discurso, el candidato en Catalunya, Ignacio Garriga, lanzó vivas al rey desde la tribuna que fueron coreadas por parte de su bancada.

En los últimos meses, la estrategia también ha sido utilizada por el partido de Pablo Casado, que ha llegado a vincular al rey al bloqueo que mantiene el PP desde 2018 a la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que lleva dos años en funciones y sigue con la mayoría conservadora que se decidió por populares y socialistas en 2013, cuando Mariano Rajoy gobernaba con mayoría absoluta. Uno de los argumentos esgrimidos por Casado para mantener ese bloqueo es que el PP no puede sentarse a negociar con la parte del Ejecutivo de Unidas Podemos, que reivindica transparencia a la Casa Real y no oculta sus pretensiones republicanas.

En el actual contexto –en el que las peticiones de investigación sobre los escándalos de Juan Carlos I se interpretan por algunos sectores de la derecha como movimientos golpistas que buscan hacer caer el régimen democrático– el rey nunca ha querido desactivar esos intentos de la derecha de patrimonializar su figura y de apropiarse del papel que otorga la Constitución al jefe del Estado en su título segundo, cuando dice que el monarca es el “símbolo” de la “unidad y permanencia” del Estado, que “arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes”.

Por eso cada palabra, cada frase que pronuncie esta noche Felipe VI en su tradicional alocución navideña, se escudriñará después por analistas y partidos políticos en busca de un compromiso claro del monarca por la limpieza de la institución, la ruptura con el pasado de su padre y la apuesta de la Casa Real a favor de la democracia o para recalcar la legitimidad del Gobierno y de las demás instituciones del Estado.

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