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Año I d.C. (después de Colón): ascensos y caídas doce meses después de la primera foto de las tres derechas

Escenario en la Plaza de Colón el 10 de febrero de 2019.

Diego Larrouy

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Hace apenas diez días, el parlamento del land alemán de Turingia elegía al presidente del Estado. No es la más importante de las regiones del país, pero la elección causó un terremoto político. El candidato liberal fue elegido con los votos de la CDU, partido de Angela Merkel, y de la ultraderechista Alternativa por Alemania. Se rompía así el consenso del cordón sanitario en Alemania frente a la ultraderecha. Tal fue el escándalo que el recién elegido presidente tuvo que dimitir y la líder de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer, que iba a suceder a Merkel ha acabado renunciando.

Mucho antes de que implosionase un sector de la CDU por sus complicidades con la extrema derecha, en España, Vox se había convertido en llave de gobierno en varias comunidades y ayuntamientos del país, sin que aquí se haya aplicado cordón sanitario alguno por parte de PP y Ciudadanos. Todo empezó hace un año. En febrero de 2019, Vox se coló en la misma liga que el resto de partidos de la derecha en España. En realidad fueron el PP y Ciudadanos los que le abrieron la puerta en la famosa manifestación de Colón, convocada contra la negociación en Catalunya del Gobierno de Pedro Sánchez y la figura del relator. Aquel domingo de febrero posaron por primera vez juntos Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal. Ahí se empezó a normalizar a la extrema derecha, que por lo demás, ya había encontrado acomodo en los medios de comunicación.

Mucho ha ocurrido desde aquella polémica manifestación. En pocos días se precipitó la caída de los Presupuestos Generales del Estado de Pedro Sánchez, pactados con Unidas Podemos, precisamente por la falta de apoyos en los independentistas catalanes. Sin cuentas con las que gobernar, y teniendo fresco el retrato de Casado y Rivera junto a la extrema derecha, el Gobierno acabó convocando elecciones. La maratón electoral, que trajo dos elecciones generales, unas autonómicas, unas municipales y unas europeas, comenzó poco después de aquella protesta y algunos de los protagonistas en la plaza de Colón lo han sido también, para bien o para mal, de los sucesivos comicios.

En lo que respecta al PP, cuando se celebró aquella manifestación era el principal partido del Congreso, aunque ya no en las encuestas. La formación hacía unos meses que había salido del Gobierno tras casi ocho años por la moción de censura de junio de 2018 que sucedió a la sentencia del caso Gürtel. Pablo Casado, el nuevo líder del partido, era prácticamente un recién llegado al cargo.

Las elecciones de abril, apenas dos meses después de aquella famosa foto con Vox y Ciudadanos, dejaron el peor resultado histórico del PP, con 66 escaños, dejando el grupo parlamentario casi a la mitad respecto a los resultados de 2016. El descalabro supuso la caída de uno de los dirigentes cercanos a Casado, Javier Maroto, que protagonizó junto al líder de UPyD, Cristiano Brown, una de las imágenes de aquella manifestación, al rivalizar ambos por estar en primera fila.

Maroto perdió su escaño por Álava y tuvo que ser repescado por el PP como senador autonómico por Castilla y León, previo empadronamiento en una pequeña localidad segoviana, y portavoz en la Cámara Alta. En la Cámara Baja ha asumido la portavocía Cayetana Álvarez de Toledo, alguien que no aparecía en la famosa foto de Colón, pero que sí acudió a la manifestación. Entonces estaba en un segundo plano, pero apenas unas semanas después se convirtió en la apuesta de Casado para encabezar la candidatura por Barcelona. Fue el único escaño que obtuvo el PP en abril en Catalunya.

Además de su debacle electoral en 28A, maquillada en parte por el crecimiento el 10N, el PP cosechó en mayo sus peores resultados en algunos de los bastiones populares como Madrid, Castilla y León o Murcia, donde fueron superados por el PSOE. Pese a ello, la alianza con el resto de integrantes de la foto, Ciudadanos y Vox, le permitió retener estos gobiernos e, incluso, recuperar el Ayuntamiento de Madrid. Así, Isabel Díaz Ayuso o José Luis Martínez-Almeida, presentes en aquel escenario de Colón, acabaron siendo presidenta de la Comunidad y alcalde de la capital.

La montaña rusa de Ciudadanos

Ciudadanos vivió tras aquella manifestación una montaña rusa. Las encuestas hicieron pensar a a Rivera que podría desbancar al PP como partido de centro derecha en España. No lo logró, aunque se quedó cerca. Alcanzó los 57 diputados el 28A y se quedó a poco más de 200.000 votos del PP. En mayo, tras las municipales y autonómicas, se convirtió en bastón del PP en sus feudos históricos como Madrid, Castilla y León y Murcia, o en ayuntamientos como el de la capital.

Rivera sí tejió su propio cordón sanitario, pero a diferencia de lo que habían hecho sus socios europeos, lo dirigió contra el PSOE. Ciudadanos eligió a Isabel Díaz Ayuso frente a Ángel Gabilondo, a Martínez-Almeida en lugar de a Manuela Carmena y permitió tomar aire a sus rivales en autonomías como Castilla y León y Murcia, donde los socialistas habían sido primera fuerza.

Pero tras el pico de mayo, el partido ha ido cuesta abajo. Salieron dirigentes críticos con la estrategia del partido de no facilitar el gobierno a Pedro Sánchez, como Toni Roldán o Francisco de la Torre. La división interna se hizo patente además en figuras como Francisco Igea, líder en Castilla y León, a quien la dirección obligó a pactar con el PP tras intentar sustituirlo por Silvia Clemente con unas primarias con pucherazo incluido, o el cabeza de lista a las Europeas, Luis Garicano. Las encuestas comenzaron a mostrar una tendencia a la baja y el desplome se confirmó el 10N, cuando perdió 47 diputados.

Albert Rivera, que fue uno de los protagonistas de aquella foto, es un jubilado de la política un año después. Dimitió la mañana siguiente a las generales y se ha abierto un proceso de sucesión en el seno de su partido. La principal candidata a ser la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, estuvo ausente en Colón por el retraso en un avión, pero no se le conocen discrepancias con el rumbo marcado por su líder durante el último año. Rivera está hoy fuera del foco mediático, sin apariciones públicas desde su salida de la política. Las únicas declaraciones que deja ver son las que hace a través de su cuenta de Twitter, con mensajes sobre los éxitos deportivos de España, la situación en Venezuela o críticas al independentismo. Nada sobre su partido. Detrás de él en la foto de Colón estaba Juan Carlos Girauta, otro de los dirigentes del partido que dejó la política tras perder su escaño.

En el segundo plano, fuera del escenario de Colón, estaba Manuel Valls. Por aquel entonces era la gran apuesta de Ciudadanos para la Alcaldía de Barcelona, pero la frágil unión duró hasta que en la investidura, el ex primer ministro francés optó por facilitar el nombramiento de Ada Colau frente a Ernest Maragall, de ERC. Tras ello, Valls se convirtió en una de las voces públicas más críticas con Ciudadanos y Rivera.

Vox, de extraparlamentario a tercera fuerza

La cara opuesta es la de Vox y Santiago Abascal. El presidente del partido de extrema derecha logró en aquella ocasión aparecer en la fotografía con Casado y Rivera, convirtiendo de facto a Vox en un partido más. Venía de dar la sorpresa en Andalucía, donde entró con 12 diputados y se convirtió en la llave para la salida del PSOE de la Junta. Ciudadanos trató de evitar la foto con Vox, asegurando que su pacto era únicamente con el PP. Colón cambió esa posición inicial y dejó a los tres partidos en el mismo escenario, situándolos en un frente compartido.

Tras ello, Vox desembarcó en el Congreso, en miles de ayuntamientos y en la mayoría de Comunidades. Y de pronto, la extrema derecha era la llave de gobiernos de PP y Ciudadanos, lejos de los cordones sanitarios aplicados en otros países a la extrema derecha. Madrid, Murcia, y distintos ayuntamientos están hoy apoyados sobre representantes de Vox.

Santiago Abascal, Javier Ortega Smith o Iván Espinosa de los Monteros figuraban en las primeras filas en la fotografía de Colón. Entonces eran fuerza extraparlamentaria. Doce meses después, representan al tercer grupo del Congreso, tras alcanzar los 52 diputados el 10 de noviembre. Según la última encuesta de Celeste Tel, Vox es el único de los tres partidos de la derecha que seguiría creciendo, rozando ya los 60 diputados y el 17% de los votos.

Relaciones de ida y vuelta

Las relaciones entre estos tres partidos han pasado por altos y bajos en este año. El PP, por ejemplo, se ha movido desde el acercamiento al distanciamiento respecto a Vox. Pablo Casado ha pasado de celebrar la “excelente relación” con el partido de Abascal a, tras las elecciones de abril, tildarlo de “extrema derecha”. Mientras en el partido ha habido voces que han criticado a Vox, apuntando que estaba “fuera del bloque constitucionalista” como dijo Alfonso Alonso, Pablo Casado señalaba tras las elecciones de noviembre que “no vamos a tejer ningún cordón sanitario frente a partidos constitucionalistas como Vox”.

Mientras, Vox se ha posicionado siempre como “oposición” en aquellos gobiernos donde sostiene a PP y Ciudadanos, pese a ser pieza clave para la aprobación de leyes y los presupuestos. Apelativos como “derechita cobarde”, al PP, o “veleta naranja”, a Ciudadanos, se han sucedido durante el último año. Su posición de apoyo externo en prácticamente todo el apoyo territorial de PP y Ciudadanos le ha permitido hacer presión con algunas de sus banderas, como el veto parental en la educación.

Y, por último, PP y Ciudadanos. Siguen siendo socios en decenas de instituciones, pese a las desconfianzas y discrepancias mostradas en público. En estos 12 meses han pasado de intentar por activa y por pasiva el PP la creación de España Suma para unirse a un Ciudadanos que estaba al alza, a intentar Ciudadanos, por el momento sin éxito, la coalición Mejor Unidos para las elecciones de Catalunya, Euskadi y Galicia.

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