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Belarra y Montero se arremangan en la primera gran campaña sin Iglesias

La secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, y la ministra de Igualdad, Irene Montero.

Alberto Ortiz

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Las próximas elecciones autonómicas y municipales son vitales para Podemos. En mayo, la ciudadanía decidirá si el partido tiene opciones de mantener los seis gobiernos regionales en los que participa. Además, la cita medirá el peso político de la organización después de cuatro años de coalición con el PSOE y en pleno proceso de negociación sobre la configuración de la izquierda para las generales con Sumar, el proyecto de Yolanda Díaz. Para ello, el partido ha activado una intensa ruta por diferentes territorios del país y una implicación especial de la secretaria general, Ione Belarra, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, para calentar la primera gran campaña sin Pablo Iglesias al frente. 

Desde el arranque del año, Podemos ha visitado Zaragoza, Lanzarote, Toledo, Santander y ha hecho varios actos en Madrid. En ellos han participado las principales caras del partido: además de Belarra y Montero, el portavoz parlamentario, Pablo Echenique, la coportavoz Isa Serra, la secretaria de Acción Institucional, María Teresa Pérez, o el diputado Rafa Mayoral. Este sábado Montero ofrecerá un mitin en la Región de Murcia y el domingo ella junto a la ministra de Derechos Sociales y la delegada del Gobierno para la Violencia de Género, Vicky Rosell, participarán en un acto en Madrid convocado esta semana como parte de la presión al PSOE dentro de la negociación de la ley del 'solo sí es sí'.

Este carrusel de actos forma parte de la llamada ruta 'La Fuerza Que Transforma' que ya iniciaron en septiembre con el objetivo de presumir de los avances del aporte del partido en el Gobierno estatal en los últimos cuatro años, pero también en los autonómicos y locales. El plan tendrá una importancia especial a partir de ahora, en un año en el que los partidos tendrán difícil escapar de la lógica electoral. La idea es involucrar en el máximo número posible de estos eventos de aquí a las elecciones a Montero y a Belarra, que también tiene previsto participar próximamente en un acto en Valencia.

La formación ha diseñado un plan de propuestas programáticas para ir lanzando en estos actos, con el objetivo de marcar agenda con ciertos temas e ir dibujando el próximo programa electoral. En Madrid, Podemos retomó su iniciativa para una renta básica garantizada y, una semana después, reclamó un tope para una cesta básica de alimentos. Según indican fuentes del partido, en las próximas semanas lanzarán propuestas sobre el aborto y sobre la necesidad de impulsar empresas públicas en determinados sectores estratégicos. 

Contrarrestar la tendencia negativa

En sus nueve años de existencia, a Podemos le ha ido habitualmente mejor a nivel estatal que autonómico y municipal. En sus primeros años, el partido nacido y pensado desde Madrid se diseñó para una activa “guerra electoral” que soslayó la construcción interna y territorial. Desde su fundación, a principios de 2014, el partido afrontó siete procesos electorales, con dos generales en el medio, unas autonómicas y municipales, unas andaluzas y unas catalanas.

Aunque en aquellos años sacaron en términos generales unos excelentes resultados en todos los territorios, sobre todo teniendo en cuenta que el partido acababa de nacer, solo en Madrid, Aragón, Galicia o Asturias consiguieron alcanzar el 20% de los apoyos. Ese porcentaje es el que en las elecciones al Congreso les había dejado a pocos apoyos de lograr su objetivo de sobrepasar al PSOE. Eran los años en los que los líderes de Podemos salían a valorar sus extraordinarios resultados con caras circunspectas.

Cuatro años después, la política eléctrica había cambiado el panorama. Podemos perdía casi todos los ayuntamientos del cambio en los que había participado, como Madrid, Zaragoza, A Coruña o Santiago. La alianza con Izquierda Unida había partido en dos el partido y la división se notó en casi todos los territorios. En Aragón, pasaron de 14 a 5 escaños, en Castilla y León, de diez a un solo representante; en Cantabria o Castilla-La Mancha, se quedaron sin representación; en Asturias, perdieron cinco y en Baleares, retuvieron seis de los diez de hace cuatro años. La efervescencia había cedido y la guerra electoral no había dado paso a la construcción interna. 

La dirección de Podemos, sin embargo, cree que el partido se encuentra en un momento completamente diferente. A pesar de que desde el inicio de legislatura se ha sucedido un goteo de elecciones (Catalunya, Castilla y León, Comunidad de Madrid y Andalucía), el equipo que dirige Belarra ha tenido tiempo para prepararse internamente, especialmente desde la salida de Pablo Iglesias de la formación, que abrió la puerta a Lilith Verstrynge como secretaria de Organización. Podemos ha activado en los últimos meses un programa de formación de los cuadros municipales y ha desplegado un comité electoral que reúne periódicamente a candidatos, directores de campaña y cargos estatales para definir la estrategia conjunta. 

Con un partido más ordenado internamente, con excepciones como la de Asturias, donde la dirección que encabeza Sofía Castañón no consiguió ganar las primarias para las próximas elecciones y la división interna es palpable, el partido se enfrenta a dos problemas principales: el primero es contrarrestar la tendencia a la baja de las encuestas y, el segundo, tratar de esquivar el ruido en torno a la división interna del espacio a la izquierda del PSOE. Según el reciente sondeo del CIS con resultados por autonomías, la única comunidad donde Podemos podría superar el 10% de los votos es Asturias.

El partido señala que desde que Yolanda Díaz les trasladó que no haría campaña en las municipales y autonómicas –en público ha dicho que probablemente irá a los territorios donde haya unidad de las diferentes fuerzas de la izquierda– se centraron en “dar certezas” al electorado y completar la “tarea” como organización política de cara al 28 de mayo. Por ello, Podemos prácticamente ha completado su proceso de primarias en muchos lugares y ha comenzado a tejer alianzas con las formaciones del espacio, especialmente con Izquierda Unida, pero también con Alianza Verde.

Podemos e IU han alcanzado ya acuerdos en Madrid, Murcia, Navarra, Cantabria y Catalunya y confían en lograrlos próximamente también en Extremadura, Castilla-La Mancha, Illes Balears y la Comunitat Valenciana. En algunos territorios, como en Murcia, el acuerdo con IU contempla además que cada parte pueda incorporar en su cuota a otras formaciones más pequeñas con las que tienen alianzas, como Alianza Verde, en el caso de los de Belarra, y Más País en sus diferentes formas o Equo en el caso de los de Garzón. Podemos defiende este modelo para evitar situaciones como las de las pasadas andaluzas, con una mesa amplia de partidos en la que los pesos de cada organización no estaban diferenciados y, además, la marca que agrupó a todo el espacio, lamentan, no consiguió ser reconocible para el electorado. 

Por eso la importancia de movilizar a Belarra y a Montero: Podemos necesita prestigiar su marca en los próximos meses porque un resultado negativo en mayo dejaría a la formación en una mala posición de negociación con Sumar. El entorno de la vicepresidenta segunda sostiene que negocia con 15 partidos diferentes para diseñar su plataforma, pero los de Belarra no quieren repetir el escenario andaluz sino establecer los términos de una coalición como la que les llevó al Gobierno con Izquierda Unida. Todo ello si un adelanto electoral de las generales no trastoca los planes del espacio confederal. 

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