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Los equilibrios internos y la cláusula de renegociación del acuerdo blindan a los ministros de Unidas Podemos

Los ministros de Unidas Podemos (de izquierda a derecha, Irene Montero, Ione Belarra, Yolanda Díaz, Manuel Castells y Alberto Garzón) el pasado mes de mayo.

Aitor Riveiro

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Una crisis puede ser una situación mala y difícil. O una mejora sobre lo que había. Así lo recogen los diccionarios de castellano, y así suele afrontarse una remodelación del Gobierno como la que acometió el pasado sábado Pedro Sánchez, quien de una tacada cambió a siete de sus ministros. Ninguno de los departamentos afectados está entre los dirigidos por Unidas Podemos, pese a que la opción estuvo en el aire en las semanas previas, cuando comenzaron las especulaciones sobre los cambios en el Ejecutivo. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz hablaron varias veces en las últimas semanas sobre la situación de la coalición, los retos que enfrentan tras el verano y la estrategia de la oposición. También departieron sobre la crisis de Gobierno, que finalmente se limitó al sector socialista.

Unidas Podemos optó tras un debate interno por mantener su estructura tal y como estaba. Si podría haber aprovechado la oportunidad para hacer cambios, o si tenía más sentido aguantarla, solo el tiempo lo dirá.

La primera vez que ambos líderes abordaron en profundidad la situación del Gobierno y su futuro fue en una reunión el pasado 28 de junio. Sin que hubiera una petición expresa, según fuentes de Unidas Podemos consultadas por elDiario.es, el secretario general del PSOE planteó a la vicepresidenta las opciones que había sobre la mesa, entre ellas la posibilidad de negociar una reducción del Gabinete, lo que suponía eliminar carteras del lado socialista, y también del socio minoritario. 

Díaz planteó el debate en la Mesa Confederal de Unidas Podemos, el órgano que aglutina a los ministros de Unidas Podemos, así como a los portavoces y los dirigentes de los diferentes partidos y espacios que lo integran. La idea era estar preparados para lo que pudiera llegar. Ahí se asumieron diferentes escenarios, pero finalmente se impuso la tesis de que Unidas Podemos está “infrarrepresentada” en el actual Gobierno. Es decir, que sus cinco ministros no se corresponden con los resultados cosechados por los dos miembros de la coalición en las elecciones de noviembre de 2019, ya sea en votos recibidos o en escaños logrados.

Diferentes fuentes consultadas por elDiario.es coinciden en que esa es la posición que se estableció hace tiempo en la Mesa Confederal. Media docena de integrantes de ese órgano niegan que esta última semana se planteara expresamente una reducción de la presencia del espacio en el Gobierno. Esa decisión, sostienen, ya estaba tomada y así se la reiteró Yolanda Díaz a Pedro Sánchez en la tarde del viernes, cuando el presidente informó a su socia de que al día siguiente se iba a ejecutar la crisis y la profundidad que tendría.

En Unidas Podemos sostienen que al tener menos peso del que les corresponde aritméticamente, si el presidente quiere reducir la estructura ministerial puede hacerlo sin necesidad de eliminar los departamentos que les correspondieron a ellos en la negociación de finales de 2019, en la que además se les vetaron nombres, determinadas carteras, competencias e incluso presupuesto. Otra cosa es que Sánchez hubiera planteado un gran recorte del Gabinete, forzando también al socio a hacerlo. Que se diera la vuelta al Ejecutivo. Ahí sí tendrían que haber reconsiderado la decisión, reconocen desde el grupo confederal.

Esa negociación de 2019 la lideró por la parte de Unidas Podemos la hoy ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra. El protocolo resultante incluye una cláusula que blinda de facto a los actuales ministros de su sector. El punto número 19 del documento dice que “en caso de reestructuración (...) se mantendrá el número de áreas gestionadas (...) y su peso relativo en el conjunto del Gobierno en los términos acordados al inicio de la coalición”. Y añade: “En caso de que la reestructuración implique una alteración sustancial de lo acordado previamente, las partes volverán a abordar las cuestiones esenciales que se planteen en relación con dicha reestructuración”.

Además, tal y como han recordado algunos dirigentes este mismo lunes, desde la propia Díaz a la portavoz de Podemos, Isa Serra, o el portavoz confederal en el Parlamento, Pablo Echenique, ellos ya afrontaron una remodelación en marzo, cuando Pablo Iglesias dimitió como vicepresidente para postularse a las elecciones en Madrid. Entonces, Díaz asumió el relevo de Iglesias y Belarra ascendió a ministra.

Eso no quiere decir que no haya quien piense que se podrían hacer algunos cambios dentro de la representación de Unidas Podemos en el Gobierno. O quien sopese que hay cosas que se podrían hacer mejor. El problema es precisamente, según las fuentes consultadas, que la limitada presencia en el Ejecutivo hace casi imposible cualquier movimiento porque afectaría a los equilibrios de la coalición. 

Y esa es la tercera pata del taburete. Unidas Podemos no es un partido, sino una coalición. Y los equilibrios en su seno no son sencillos. Las dos partes menores, Izquierda Unida y En Comú Podem, cuentan con un representante en el Gobierno. Otros, como la Alianza Verde de Juantxo López de Uralde, ni siquiera. Podemos, que aporta el grueso de voto y de diputados, tiene dos. Yolanda Díaz, por su parte, no pertenece a ninguno de ellos y su militancia en el Partido Comunista de España es más testimonial que otra cosa, ya que no está presente en ninguno de sus órganos.

Reducir las carteras significaría dejar fuera a IU, cuyo coordinador general, Alberto Garzón, es el ministro de Consumo; y a los comunes, representados en Universidades por Manuel Castells, lo que abriría una crisis dentro del espacio. Derechos Sociales e Igualdad son dos banderas ideológicas de Unidas Podemos, lo cual dificulta prescindir de esas carteras, que además están ocupadas por la propia Belarra y por Irene Montero, quien ha logrado importantes batallas en la materia y tiene una potente agenda legislativa por delante, además de un peso político indudable dentro de su espacio. Evidentemente, nadie pensó en tocar a la vicepresidenta ni a su ministerio, el de Trabajo, cuya gestión le ha catapultado como líder mejor valorada según el CIS.

Eso sí, la propia Díaz reconocía este lunes en la cadena SER que no es imposible que Unidas Podemos asuma cambios en la segunda parte de la legislatura. Pero será Unidas Podemos, en conjunto, quien marque sus tiempos y ritmos.

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