Un molde hallado en Grecia revela la evidencia más antigua de fundición a la cera perdida en la Edad del Bronce del Egeo
Un pequeño fragmento de arcilla recuperado en la cueva de Sarakinou, en Grecia central, está obligando a revisar la historia tecnológica de la Edad del Bronce en Europa sudoriental. Un nuevo estudio publicado en Oxford Journal of Archaeology identifica este hallazgo como la evidencia más antigua de la técnica de fundición a la cera perdida (lost-wax casting) en la región, situándola ya en el Bronce Antiguo II.
La pieza, analizada mediante examen macroscópico y microscópico, conserva rasgos diagnósticos inequívocos que permiten asociarla a un proceso sofisticado de colada metálica, mucho más complejo que los métodos de molde abierto o bivalvo que tradicionalmente se atribuían a este periodo.
El objeto en cuestión
El objeto procede de las excavaciones de Sarakinou, un yacimiento con una larga secuencia de ocupación, y forma parte de un conjunto de fragmentos que inicialmente habían pasado desapercibidos. Su superficie interna, la regularidad de las paredes y la ausencia de canales de vertido tradicionales llevaron al equipo investigador a plantear que no podía tratarse de un molde convencional. El análisis estratigráfico confirma su pertenencia al Bronce Antiguo II, un momento en que la metalurgia egea se encontraba en plena expansión, pero en el que la presencia de técnicas tan avanzadas como la cera perdida no había sido documentada hasta ahora en esta zona.
La clave del estudio reside en la identificación de los rasgos técnicos que caracterizan la colada a la cera perdida. Este método consiste en modelar una forma original en cera, recubrirla con una capa refractaria y calentarla hasta que la cera se derrite, dejando un espacio hueco para verter el metal.
El molde hallado en Sarakinou muestra exactamente las señales asociadas a este proceso: paredes internas muy lisas, ausencia de rebabas y un espesor poco compatible con los moldes reutilizables. Según el artículo, su morfología “solo puede explicarse mediante un proceso de lost-wax casting”, descartando las alternativas presentes en el repertorio tecnológico del Bronce Antiguo.
Una tecnología activa antes de lo esperado
La datación del molde es uno de los aspectos más relevantes del estudio. El contexto arqueológico sitúa el fragmento en un horizonte claramente asociado al Early Bronze Age II, lo que adelanta considerablemente la presencia de esta técnica en el Egeo. Hasta ahora, su identificación en la zona se vinculaba sobre todo a fases más tardías o a evidencias indirectas, por lo que este hallazgo proporciona un anclaje cronológico sólido.
La investigación subraya que la aparición temprana de este método plantea interrogantes sobre la circulación de conocimientos técnicos y sobre el grado de interacción entre comunidades del Mediterráneo oriental. Por ello, esta metofología también apunta a que existían conexiones materiales, culturales o incluso personales que favorecieron la transmisión de técnicas especializadas.
El estudio también aborda la cuestión del tipo de objeto que pudo producirse con este molde. Aunque el fragmento conservado no permite reconstruir la pieza completa, la forma y el grosor sugieren que se trataba de un objeto hueco y de dimensiones reducidas. Esta interpretación coincide con las limitaciones que presenta el fragmento y con las características del proceso de cera perdida, especialmente adecuado para formas detalladas o delicadas que no pueden obtenerse mediante coladas más simples. El análisis concluye que el molde “pertenece a un artefacto pequeño”, aunque su función exacta permanece indeterminada.
En conjunto, el hallazgo de este molde supone una aportación significativa para la arqueología del Egeo y Europa sudoriental. A partir de un fragmento pequeño y aparentemente modesto, el estudio proporciona una nueva referencia para reconocer la cera perdida en otros yacimientos y para reinterpretar materiales que quizá hayan sido clasificados erróneamente.
La investigación destaca que el reconocimiento de esta técnica en el Bronce Antiguo invita a revisar colecciones y contextos arqueológicos, pues podría tratarse de un indicador subestimado de innovación tecnológica. Este hallazgo, por tanto, no solo amplía la cronología de la metalurgia avanzada, sino que también invita a reevaluar la complejidad técnica de las primeras comunidades metalúrgicas de la región.
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