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Felipe VI escenifica una ruptura con su padre

El rey emérito, Juan Carlos I, durante su último viaje a Sanxenxo.

Aitor Riveiro

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Sucedió entre Carlos IV y Fernando VII en los albores del siglo XIX. Entre Isabel II y Alfonso XII tras la primera experiencia republicana. A Juan de Borbón y Juan Carlos I durante el Franquismo. Y al hoy rey emérito con Felipe VI. Es casi una tradición dinástica de los Borbones: 'matar' al padre para salvar el trono para la familia. No físicamente, pero sí políticamente. Esas abdicaciones y juegos de tronos de la familia que ha encabezado la Jefatura de Estado en España desde 1714 (con salvedades), aparentemente extemporáneas, han regresado con fuerza en pleno siglo XXI.

Al menos oficialmente, el actual rey ha roto definitivamente relaciones con su padre, quien abdicó en 2014 ante la brecha que había provocado entre la monarquía y la sociedad la sucesión de estipendios y escándalos que rodearon el final de su reinado con una gestión de la crisis económica marcada por profundos recortes sociales. El epítome fue la cacería en Botsuana a todo lujo y donde un accidente reveló por qué no había visitado en el hospital a su nieto, herido de un autodisparo de escopeta, y la existencia de una amante, Corinna Larsen.

La ruptura no ha quedado en el ámbito privado, sino que el rey ha querido dejar constancia de ello. “Nosotros no comentamos nada relacionado con Su Majestad el Rey don Juan Carlos. Nada”, era la respuesta de Zarzuela al ser cuestionados por este medio por la inesperada escala del rey emérito en Vitoria durante su reciente visita a España para patronear durante apenas unas horas su velero, el Bribón, en las aguas atlánticas de Sanxenxo

Las diferencias entre el viaje de hace tres semanas y el de hace un año son notables. La primera visita de Juan Carlos de Borbón a España tras su exilio (pretendidamente voluntario) en la capital de los Emiratos Árabes Unidos motivó un tremendo revuelo mediático que abrumó a Zarzuela, y ante el que Moncloa se puso de perfil.

La prensa siguió al milímetro los movimientos del exmonarca, quien dejó una frase lapidaria que resume su reinado cuando la prensa presente en la localidad pontevedresa le preguntó por sus irregularidades fiscales y los escándalos que sacudieron el final de su mandato y el inicio del de su heredero. “¿Explicaciones de qué?”, dijo, ufano

Tras regatear en Sanxenxo, Juan Carlos de Borbón acudió a Madrid, donde fue recibido por el rey, su hijo, en la que había sido su residencia durante lustros, el Palacio de la Zarzuela. La Casa del Rey emitió un escueto comunicado sin un solo reproche y que dejaba la puerta abierta a que su padre pudiera volver a establecer su residencia en España

Un año después, esa opción parece inverosímil. Sin llegar, al menos que se sepa, al extremo de Alfonso XII, quien prohibió expresamente vivir en España a su madre Isabel II a través de diversas cartas firmadas por Antonio Cánovas del Castillo (principal artífice del fraudulento sistema político durante la Restauración borbónica). El motivo alegado: que la presencia de la exreina, cuyo mandato es señalado por la historiografía como corrupto, impedía la regeneración y el asentamiento del nuevo reinado para poner en marcha una “nueva época”.

Corría el último cuarto del siglo XIX. Pero, salvando las distancias históricas, es una misiva que bien podría haberse remitido (quizá por email o WhatsApp) desde Madrid a Abu Dabi. Porque la segunda visita de Juan Carlos I a España ha revelado la ruptura definitiva de Felipe VI con su padre, al menos de cara a la opinión pública ya que todavía quedan cuestiones económicas fundamentales.

Primero, el viaje del exmonarca se conoció por los medios de comunicación a través de eso que se ha dado en llamar “entorno del rey emérito”, y que se reduce a su corte de amigos y algunos empresarios que mantienen relación con él. Pero no solo los españoles se enteraron por la prensa: el propio rey de España lo hizo. Al menos es lo que comunicó Zarzuela. “Nosotros hemos conocido ese viaje por los medios de comunicación”, dijo un portavoz oficial a elDiario.es y al resto de periodistas que preguntaron cuando se conocieron las intenciones de Juan Carlos I. 

En 2022, una visita oficial de Felipe VI a Emiratos allanó el primer fugaz regreso de Juan Carlos I. En 2023, el rey intentó por todos los medios desentenderse de su padre, hasta el punto de que por dos veces Zarzuela desmintió la excusa utilizada por el emérito para justificar su viaje, un supuesto almuerzo con el rey de Reino Unido, Carlos III. Zarzuela recibió la ayuda precisamente de la Casa Real y el Gobierno británicos, que apoyaron el desmentido.

La situación entre ambos ha llegado al esperpento de desmentirse el uno al otro en los medios. Pese al desmentido oficial por ambas monarquías, el “entorno del emérito” aseguró a El Mundo que sí se había reunido con Carlos III en Londres. La respuesta de Zarzuela fue madrugadora y unilateral: “Un rato después de que los británicos volvieran a desmentir el encuentro con Carlos III, el embajador británico llamó al Jefe de la Casa para indicarle que no se había producido ningún tipo de encuentro entre Carlos III y el Rey Juan Carlos”.

Reencuentro de funerales

A diferencia de lo ocurrido hace un año, en esta segunda visita Juan Carlos de Borbón no ha sido recibido por su hijo, y nadie de la familia ha ido al encuentro del expatriarca, al menos que haya trascendido.

En el último año, Felipe VI y su predecesor en el trono solo se han visto dos veces, que se sepa. Y ambas, en funerales reales. La primera, tras la muerte de Isabel II de Reino Unido, con quien los Borbones tienen una lejana vinculación consanguínea. 

El evento dejó una foto que los españoles llevaban mucho tiempo sin ver: los dos reyes vivos que ha tenido el país, juntos. Zarzuela explicó que era una cuestión de protocolo y que el emplazamiento de ambos era una decisión de la Casa Real Británica.

Sea como fuere, la imagen no se repitió durante el funeral de Constantino de Grecia, hermano de Sofía y, por lo tanto, cuñado de Juan Carlos de Borbón y tío de Felipe VI. Y eso que todo indicaba que ocurriría porque la relación personal entre ambas familias es, obviamente, mucho más intensa que con la británica. De hecho, la reina emérita disfrutó con los suyos durante décadas del Palacio de Marivent, y volvió a hacerlo esta misma Semana Santa.

Pero el funeral de Constantino dejó otra imagen, quizá más impactante para muchos: Felipe VI, la reina Letizia y la reina emérita llorando la muerte de su familiar. En la imagen, ni rastro del cuñado del finado, marido de la hermana doliente, padre del sobrino cariacontecido y suegro de la sobrina política, rehabilitada por los griegos tras el desplante público de unos años atrás con Sofía en la Catedral de Palma. La foto la publicó la propia Casa del Rey.

Extraoficialmente, en cambio, circuló una grabación en la que se pudo ver cómo Felipe VI sí saludó a su padre afectuosamente durante el entierro. En la secuencia, difundida por el canal de televisión griego Star, se pudo ver al monarca muy sonriente dando dos besos y unas palmadas en el hombro a Juan Carlos I, con el que intercambió unas palabras. Estas imágenes no fueron compartidas por la Jefatura del Estado, que trata de marcar distancias con el emérito.

Juan Carlos sigue siendo formalmente miembro de la Familia Real, pero Zarzuela ya no lo considera así 'de facto'. “Nosotros nos ocupamos de la agenda oficial de Su Majestad el Rey y de Su Majestad la Reina. Don Juan Carlos está retirado de toda actividad pública desde hace años”, afirmó un portavoz oficial de la Casa del Rey, que obvió que sí informan de la actividad de otra persona: Sofía de Grecia.

El rey emérito abandonó España en el 'jet' privado propiedad del jeque emiratí con el que llegó, pero antes hizo escala en Vitoria. Una parada de dos días imprevista, supuestamente para hacerse un chequeo médico. Supuestamente porque, otra vez, Zarzuela se desentendió de uno de los miembros de la Familia Real: “Ventanilla equivocada. Nosotros no tenemos, ni damos, ni confirmamos nada relacionado con don Juan Carlos. Es él quien hace público lo que considera conveniente por sí mismo, por su abogado o por eso que en medios llaman ‘su entorno'”.

El fiasco de la visita de Juan Carlos se ha cerrado con un plot twist de los que hacen de oro a los guionistas de series: la publicación de la existencia de una supuesta hija secreta y bastarda del rey emérito. Una información desmentida por ese “entorno” al que sistemáticamente remite Zarzuela y que este mismo lunes ha sido negada por la supuesta hija.

De vuelta en Abu Dabi, parece que se cierra la vía para que Juan Carlos de Borbón pueda pasar el tiempo de vida que le quede en España, como era su deseo. El rey emérito, que nació en Roma, vivió en Estoril y reside ahora en Oriente Medio, ve así cómo su hijo reniega de él en público. Igual que él hiciera con su propio padre, Juan de Borbón, quien no renunció a sus derechos dinásticos hasta muchos años después de que su hijo hubiera sido designado heredero del dictador Franco.

Felipe VI ha roto en público con su padre. Pero en privado debe todavía arreglar muchos papeles. Por ejemplo, la renuncia a la herencia en paraísos fiscales que hizo pública en pleno 'shock' ciudadano ante la llegada de la pandemia y el estado de alarma. Una renuncia que tendrá que ser confirmada formalmente para pasar de palabra a hecho.

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