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CRÓNICA

Entramos en la dimensión desconocida de la mente de Carmen Calvo

Carmen Calvo dijo que los de Podemos no saben de política.

Iñigo Sáenz de Ugarte

Seguir esta investidura nasciturus estos meses ha obligado a ser testigo de todo tipo de situaciones absurdas. El final no iba a ser diferente. El día del último Pleno de la legislatura –“previsiblemente”, según la presidenta del Congreso– permitió otra inmersión en una realidad paralela, una tan alucinante como los universos ficticios que se abren en las películas de terror. 'Hellraiser' en la mente de Carmen Calvo.

La última sesión de control deparó un duelo entre Calvo y Ione Belarra, diputada de Podemos. La vicepresidenta creyó tener a su contrincante en el sitio perfecto para darle una lección básica de política: “Usted y yo comprendemos de forma muy distinta la Constitución y las instituciones. Usted le ha preguntado al Gobierno. Usted le quería preguntar al partido socialista. ¿Se da usted cuenta? (levanta la voz). El Gobierno está en las labores del Ejecutivo. ¿Se da usted cuenta?”.

Tocaba clases particulares de Constitución por Calvo, de 62 años y doctora en Derecho Constitucional por la Universidad de Córdoba, para intentar burlarse de Belarra, de 31 años y licenciada en Psicología. No sabe la diferencia entre un Gobierno y un partido. Suspendida. Vuelva a casa a estudiar. Lo que la naturaleza no da, la Carrera de San Jerónimo no lo otorga.

WTF.

Aceptemos que en la práctica Calvo habla en el Congreso en representación del Gobierno y también del PSOE, y que eso no es raro. Pero en las últimas semanas la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, ha hecho de portavoz del PSOE en relación a las negociaciones, y no estaba hablando desde Ferraz precisamente. En la última rueda de prensa de los viernes, se mostró convencida de que los ciudadanos “entenderán” las razones del PSOE al retirar la oferta a Podemos de un Gobierno de coalición: “La ciudadanía lo entiende y lo entenderá, y lo entenderá cada día más, porque no interesa a España un Gobierno endeble, débil, poco conexo, y que además no nos trae estabilidad”.

Y no hablemos de Pedro Sánchez, que el martes dio una rueda de prensa en Moncloa en su triple condición de presidente en funciones, líder del PSOE y persona traumatizada por la ingratitud de todos los demás partidos. Utilizó la sede de Presidencia del Gobierno para dar el primer discurso potente de su campaña electoral. Sin necesidad de pagar alquiler.

¿Cuál es la diferencia entre Gobierno y partido? Parece que depende de lo que pase por la cabeza de Calvo en ese momento. Y de lo que haya escuchado. La vicepresidenta se había picado por lo que había dicho Belarra: “A nosotras nos han pedido que les regalemos los votos olvidando que ya lo hicimos”, refiriéndose a la moción de censura en la que Podemos negoció con partidos con los que el PSOE no quería ni hacerse una foto en ese momento.

El PSOE lo tendrá difícil para convencer a la opinión pública de que no hay Gobierno de coalición porque no lo quiso Podemos –eso dijo Calvo en el Pleno–. Se trató de una oferta de caducidad en dos días, “como un yogur”, afirmó Belarra. Lo cierto es que Podemos rechazó una vicepresidencia y tres carteras, incluida Sanidad, que no es poca cosa, algo que seguro que lamentarán muchos votantes de izquierdas. Es aún más cierto que Podemos podría haber corregido el error en sucesivas negociaciones si Sánchez no hubiera vetado el Gobierno de coalición en agosto y septiembre.

La posición argumental socialista es vulnerable. Gabriel Rufián hizo presión en el punto adecuado. Sobre la versión de Sánchez de que ha hecho todo lo posible para impedir este fracaso, dijo: “Si es verdad, es un incompetente. Si miente, es un irresponsable”.

Para comprobar si hizo pupa, conviene saber que Sánchez amenazó luego de forma velada a Rufián con aplicar el 155 (“el Gobierno utilizará cualquier artículo de la Constitución”) en el caso de que la Generalitat haga “cualquier intento de violentar” la ley, una descripción tan genérica y abierta que cada uno puede interpretarla como le dé la gana con lo que el PP y Ciudadanos la aceptarían encantados. Lo mismo Sánchez se la queda como eslogan de campaña: 155 o el caos. Y que Casado y Rivera le denuncien si quieren ante la SGAE por infracción de derechos de autor.

Yo y todos los demás

El problema de Sánchez y el PSOE es que se quedan sin aliados o neutrales ante la inminente campaña electoral, una posición que puede utilizar en su favor, pero sólo con mensajes muy claros que no nieguen la realidad de lo ocurrido en los últimos meses. Todos contra Sánchez será la posición de partida de los demás partidos por distintas razones. Veremos si el PSOE vuelve a apostar por presentarse como único dique ante la extrema derecha cuando los de Vox no son ya la amenaza fantasma y los discursos de Abascal son tan anacrónicos que parecen diseñados por los guionistas de 'El intermedio' o 'Polònia' para servir de carne de parodia.

El PSOE confía mucho en su posición centrada para pillar bocados electorales a ambos lados. Hay en eso un detalle curioso. Los dirigentes de Ciudadanos no creen que el PSOE vaya a quitarles muchos votos –si acaso temen a la abstención–, pero sí a Podemos. ¿Qué piensa el partido de Iglesias? Lo contrario, claro. No tienen miedo a perder votantes y están seguros de que los socialistas harán una campaña mirando a su derecha, porque podrán hincar el diente a una parte del electorado de Cs.

Ambos análisis recuerdan al chiste del tipo con la cara partida que dice: no veas cómo ha quedado el otro. Lo que por otro lado suele ser una reacción muy extendida entre los partidos el día después de las elecciones.

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