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Ciudadanos cabalga en defensa de la salvación de España, España, España

Toni Cantó e Inés Arrimadas en un acto reciente en Palma de Mallorca llamado 'Stop barreras lingüísticas'.

Iñigo Sáenz de Ugarte

La última encuesta del CIS, tan cuestionada por el PP y Ciudadanos, coloca a estos dos partidos separados por sólo 1,2 puntos, lo que está dentro del margen de error del sondeo. En las elecciones de 2016 la distancia a favor del PP fue de 20 puntos. Por mucho que los titulares estén condicionados por lo que hace o dice el Gobierno, la política española tiene una segunda pista menos concurrida donde Ciudadanos se echa encima del PP, le lanza el aliento y le mete miedo. Están ahora compitiendo por el mismo espacio político y ya se sabe que las luchas fratricidas suelen ser terribles.

El partido de Albert Rivera se ocupó el martes de llevar al Congreso un nuevo frente en esa lucha soterrada por defender a España, España, España de la perfidia de nacionalistas e izquierdistas y, sobre todo, de la desidia del PP. Presentó una proposición de ley en favor de la garantía de acceso a la función pública “sin discriminación por razones lingüísticas”. Toni Cantó, que habló en nombre de Ciudadanos, trazó un escenario terrorífico del que no se tenía noticia: “En algunos ámbitos, el español ha desaparecido en lugares como Catalunya, Baleares, la Comunidad Valenciana y el País Vasco”. 

Quince millones de personas viven en esas comunidades y resulta que allí el castellano está amenazado. “La unidad de los españoles no es que esté amenazada, sino que no existe”, anunció Cantó tirando por el desagüe todos esos grandes elogios que ha recibido la Constitución por la democracia que trajo a España. Traducción para el combate fratricida: el PP gobernó hasta hace unos meses y no hizo nada para frenar esta hecatombe cultural, queridos votantes conservadores. Busquen la papeleta naranja de Ciudadanos.

Un partido que aspira a gobernar no tiene un solo tema de reclamo hacia sus votantes, pero Ciudadanos se ha convertido en el partido antiautonomías y aspira a hacer daño al PP por ese flanco. ¿Tiene posibilidades de éxito, de conectar con una parte del electorado especialmente preocupado por lo que ocurre en Catalunya y que ya goza de trato preferencial por el PP? ¿Se puede defender la Constitución y al mismo tiempo negar que el euskera, catalán o gallego son lenguas cooficiales en sus comunidades autónomas y que sus ciudadanos tienen derecho a ser atendidos en cualquiera de las dos lenguas, lo que ha sido aceptado bajo ciertas condiciones por el Tribunal Constitucional?

El apoyo al Estado autonómico

Las preguntas sobre el Estado autonómico suelen ofrecer resultados bastante estables en todos los sondeos del CIS. En torno a un 20% de los encuestados afirma que preferiría vivir bajo un Gobierno central y sin autonomías (el 19,9% en la última encuesta). Aproximadamente un 10% prefiere un Estado en el que las CCAA tengan menos competencias (un 11,6% hoy).

El porcentaje mayor es el de los que no quieren cambios: un Estado con CCAA como las actuales. Suele ser cerca del 40%, un 36,2% en este sondeo de septiembre. Hay dos opciones más en esa pregunta. Un Estado con CCAA que tengan más competencias (un 14,2% ahora) y un Estado en el que las autonomías tengan la posibilidad de convertirse en estados independientes (10,2% ahora). 

Por tanto, hay mercado para un mensaje contra las autonomías, pero no es mayoritario y tiene una fuerte presencia de votantes de más edad, un espectro donde Ciudadanos lo tiene complicado ante el PP. Son un 20% de españoles, a los que se puede añadir un 10% más de los que creen que habría que recortarles competencias, como ya ha reclamado Ciudadanos en el caso de la educación. 

Esos resultados por partidos cuentan con datos más precisos. Por ejemplo, nos dicen que el 37,1% de los votantes del PP están por la 'opción dura', sin autonomías. Y también están en esa línea el 27,9% de los votantes de Ciudadanos. Todos ellos están en cierto modo fuera de eso que se llama consenso constitucional del que tanto se habla en este 40º aniversario, porque la Constitución consagra un reparto del poder territorial que, por otro lado, es cierto que siempre ha sido conflictivo desde 1978. 

Parece que en este asunto, algo insólito en democracia, no todo el mundo piensa lo mismo.

El PP estaba obligado a votar a favor de la proposición de Ciudadanos. No puede permitir que el partido de Rivera le pase por la derecha en estos asuntos. Claro que la iniciativa presentada por Cantó deja en evidencia al PP en Galicia, donde gobierna ahora, y la Comunidad Valenciana, donde controló todas las contrataciones públicas durante mucho tiempo. ¿Estaba también el PP implicado en esta guerra contra el español? ¿Hizo el PP llorar a Cervantes?

El portavoz del PP en este debate, Miguel Barrachina, tuvo que asumir esta supuesta contradicción en la réplica a Toni Cantó. En el caso gallego, lo tenía fácil: “Usted ha dicho que el castellano ha desaparecido de Galicia. No, lo que ha desaparecido en Galicia ha sido Ciudadanos” (en una sitcom aquí hubieran insertado risas enlatadas).

Respecto a la Comunidad Valenciana, la suya, comentó que esa mañana se había levantado en Segorbe, Castellón, y había llevado a sus hijos al colegio, “donde las clases se dan en castellano”.

El apocalipsis cultural anunciado por Cantó se había quedado en muy poca cosa a causa de la intervención del portavoz del partido que sí iba a apoyar la propuesta de Ciudadanos. 

“Deja de hablar esa lengua de mierda”

Los demás grupos no tuvieron que encarar ninguna ambigüedad en el debate. Joan Baldoví, de Compromís, recordó cuando estuvo con una beca en la Universidad de Alcalá de Henares y le oyeron hablar con un compañero de su tierra. “Deja de hablar esa lengua de mierda”, le dijo otro alumno. “Yo no entendía por qué su lengua era más española que la mía”, siguió Baldoví. “¿Acaso no lo es? ¿Por qué no quiere que haya igualdad entre lenguas?”.

Fue un recuerdo personal con más fuerza dramática que cuando Cantó dijo que en un rodaje en Barcelona habían tenido que prescindir de una actriz catalana porque “no sabía improvisar en español”. Lo que sufrió Baldoví fue un ataque de intolerancia. Lo del rodaje se produjo porque quizá tendrían que haber contratado a una actriz mejor, alguien que se hubiera manejado igual en dos idiomas.

Joan Tardà, de ERC, optó por un gesto más efectivo. Comenzó hablando en catalán, una frase, dos frases, tres frases... esperando a que Ana Pastor le llamara la atención, lo que hizo al final la presidenta, con cuidado y sin causar ninguna crispación. Fin del experimento. “Señor Cantó, dónde está la igualdad. Ustedes pueden hablar en castellano en las Cortes valencianas. En cambio, aquí en 2018 en el palacio de las libertades se ha vuelto a demostrar que hablar en catalán no es posible”. El truco funcionó.

Cuarenta años después de la Constitución, se ha demostrado que la relación entre lenguas cooficiales no se ha solucionado. Es posible que tampoco se solvente en los próximos 40 años. A eso se añade que también es otro campo de batalla para el duelo entre PP y Ciudadanos, que es ya lo último que le faltaba al debate autonómico.

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