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Marruecos, un socio indigesto para la coalición de Gobierno

Pedro Sánchez saluda a Mohamed VI a su llegada al palacio real de Rabat en abril de 2022.

Irene Castro

Bruselas —

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Cuando Pedro Sánchez y Pablo Iglesias llegaron al acuerdo para el primer gobierno de coalición desde la restauración de la democracia, Unidas Podemos admitió que daba un paso atrás en los denominados ‘asuntos de Estado’. Defensa, Exteriores, Interior… quedaban en manos de los socialistas y el socio minoritario lo asumía bajo la premisa de centrarse en las cuestiones sociales. Sin embargo, la gestión de cuestiones geoestratégicas, como la guerra en Ucrania o la migración, ha sido un foco constante de tensiones dentro del Gobierno en sus tres años de vida. El gasto militar o el envío de armas a Volodímir Zelensky abrieron grietas en el Ejecutivo, pero sobre todo ha habido un foco de tensión que se ha mantenido durante todo el mandato: Marruecos. 

Las primeras discrepancias surgieron en marzo de 2022, cuando Sánchez dio un giro histórico a la posición de España sobre el Sáhara al avalar el plan de autonomía marroquí como la base “más seria, realista y creíble” para la resolución del conflicto. La decisión buscaba retomar las relaciones diplomáticas que el reino alauita rompió tras la acogida humanitaria del líder del Frente Polisario, Brahim Galli, en abril de 2021. Como reacción, Marruecos abrió la frontera permitiendo la entrada en Ceuta de 10.000 personas en apenas 36 horas. Una crisis sin precedentes en la ciudad autónoma que tuvo una reacción inédita del presidente del Gobierno, que desplegó al ejército y viajó a Ceuta y Melilla tras hacer una dura declaración institucional en la que lanzaba una advertencia al reino alauita: “Seremos firmes para garantizar su seguridad ante cualquier desafío, ante cualquier eventualidad y bajo cualquier circunstancia”. 

Sin embargo, la ruptura por parte de Marruecos acabó con la salida de la entonces ministra de Exteriores, Arancha González Laya, del Gobierno unos meses después. Durante ese tiempo de crisis se produjeron, además, los espionajes a Sánchez y a los titulares de Defensa, Margarita Robles, y de Interior, Fernando Grande-Marlaska, a través del sistema Pegasus. Aunque no hay confirmación oficial, todas las pistas apuntan al reino alauita. Tras varios meses de impasse diplomático, España y Marruecos rehicieron los lazos una vez que Sánchez imprimió el giro sobre el Sahara ya con José Manuel Albares al frente de la cartera de Exteriores. Un bandazo que no le costó pocas críticas de sus aliados. 

El socio minoritario de la coalición ni siquiera fue informado del viraje que el Gobierno iba a dar a una posición histórica y se abrió una brecha, aunque la sangre no llegó al río. Los socialistas subrayaron entonces que las decisiones en materia de política exterior corresponden al presidente, como más tarde harían con el envío de armas a Ucrania. Unidas Podemos instó sin éxito a Sánchez a modificar la posición y el presidente se vio obligado a comparecer en el Congreso, donde sus aliados le reprocharon haber cedido al “chantaje” marroquí. 

La comparecencia se produjo a principios de junio, cuando la polvareda había pasado, y el presidente pudo vender ante el Parlamento su reunión con el rey Mohamed VI, en la que se cerró una recomposición de las relaciones que pasaba por el reconocimiento por escrito de las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla, algo que para Moncloa era “histórico”. 

Sin embargo, apenas tres semanas después Marruecos volvió a situarse en el ojo del huracán cuando decenas de personas perdieron la vida como consecuencia de la actuación policial en la frontera de Melilla. Moncloa evitó criticar a las autoridades marroquíes y respaldó en todo momento la operación, que ha sido cuestionada por el Defensor del Pueblo. 

Unidas Podemos cargó con dureza contra lo ocurrido en la valla. “Son hechos que no nos podemos permitir como país, y tenemos que estar del lado de los derechos humanos, que es un compromiso que tenemos como Gobierno”, expresó la ministra de Igualdad, Irene Montero, sobre las imágenes de la masacre reveladas por la BBC y que el Gobierno se vio obligado a mostrar a los diputados. “El respeto a los derechos humanos no es cuestionable”, denunció la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Unidas Podemos, junto al resto de aliados del PSOE, exigió una comisión de investigación en el Parlamento, pero PSOE, PP y Vox la tumbaron. 

La máxima del PSOE: no molestar al vecino

La última divergencia se ha producido en el Parlamento Europeo, donde se ha aprobado una resolución prácticamente inédita que cuestiona los derechos humanos en Marruecos, concretamente por la situación de varios periodistas encarcelados. Lo hizo, además, con una abrumadora mayoría:  356 votos a favor, 32 en contra y 42 abstenciones. ¿Quién se opuso al texto? El PSOE rompió la disciplina de voto del Grupo de los Socialistas y Demócratas al votar en contra junto a un puñado de eurodiputados de la extrema derecha de Le Pen. El PP español no participó en la votación en la que su familia europea se dividió entre el sí y la abstención además de verse muy mermada porque tienen la máxima de no votar este tipo de resoluciones con las que quieren acabar. 

El PSOE defiende que se opuso a dicha moción “desde la responsabilidad y en pro de unas relaciones bilaterales francas basadas en el diálogo y el entendimiento”. En dos semanas Pedro Sánchez viajará de nuevo a Rabat para mantener una reunión de alto nivel en el reino alauita que será la foto final de un proceso que se le ha resistido varios meses y en la que no habrá representación del socio minoritario de la coalición. 

Para España, y por tanto para la UE, Marruecos es un socio estratégico para el control de las fronteras. Y no duda en usar la inmigración para sacar tajada. En 2018, hizo una dejación de funciones que llevó a España a comprometerse a mediar ante la UE para mejorar la financiación y entonces Marruecos retomó el control. Ese año Bruselas liberó 140 millones de euros sin poner ninguna condición relacionada con el cumplimiento de los derechos humanos. La colaboración se extiende desde hace más de una década en la que los presupuestos comunitarios contemplaban una partida de 346 millones de euros para el país norteafricano en el periodo 2014-2020. Esa cifra se ha incrementado notablemente hasta los 500 millones de euros en el periodo 2021-2027. 

También en lo económico Marruecos tiene importancia para los 27. “Las relaciones comerciales y de inversión entre la UE y Marruecos son intensas: la UE es el principal socio comercial de Marruecos, y Marruecos es el mayor socio comercial de la UE entre los Vecinos del Sur (Argelia, Egipto, Israel, Jordania, Líbano, Libia, Marruecos, Palestina, Siria y Túnez)”, recoge la Comisión Europea. El reino alauita es el vigésimo socio comercial de la UE (representa el 1% del total y el 25% de todos los países de la región). 

El equilibrio de la UE

Por eso los equilibrios del (ala socialista del) Gobierno de España se trasladan también a la UE. “Consideramos que Marruecos es nuestro socio más dinámico y más cercano”, dijo el alto representante, Josep Borrell, en una visita al país el 5 de enero, en pleno escándalo del Qatargate, la trama de corrupción en la Eurocámara en la que los investigadores señalan a Marruecos y Qatar como impulsores de sobornos a cambio de limpiar su imagen e incluso inclinar decisiones en su favor. Pero el jefe de la diplomacia apenas hizo una alusión genérica al caso –al mostrar preocupación por “eventos inquietantes y las acusaciones graves”– y no hizo referencias a la violación de derechos humanos en el que definió como un país “especialmente querido”. 

La tibia respuesta de la UE a los desmanes en Marruecos recibió una crítica prácticamente generalizada en los debates de la Eurocámara de esta semana. La comisaria de Asuntos de Interior, Ylva Johansson, se limitó a decir que el Qatargate había salido en las conversaciones de Borrell con las autoridades del emirato y del reino alauita. 

“Ha llegado el momento de decirle a Marruecos que ya no pueden campar a sus anchas”, dijo el socialdemócrata Thijs Reuten, que criticó la asunción del “chantaje” de Marruecos por los acuerdos en materia migratoria. “Su Gobierno tiene que saber que este Parlamento no va a mirar hacia otro lado (...) por muchas presiones que el Gobierno marroquí haga sobre esta Cámara”, avisó el parlamentario de Ciudadanos Jordi Cañas. 

“No podemos dejarnos amordazar por un régimen que simplemente defiende su interés propio”, señaló Tineke Strik, de Los Verdes. “Europa no puede seguir siendo cómplice de la violación de derechos humanos, o la ocupación del Sáhara”, agregó Miguel Urbán, cuyo grupo La Izquierda Europea logró sacar adelante una enmienda que suspende la entrada de las autoridades marroquíes en el Parlamento Europeo mientras dure la investigación judicial del Qatargate.

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