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Qué pasaba cuando se espió con Pegasus a Sánchez y Robles: crisis con Marruecos y el camino hacia los indultos del procés

Personas migrantes en la playa del Tarajal, a 17 de mayo de 2021, en Ceuta Antonio Sempere / Europa Press

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La política española estuvo marcada por dos grandes hitos entre mayo y junio de 2021, las fechas en las que los teléfonos de Pedro Sánchez y Margarita Robles fueron intervenidos con el software Pegasus: la concesión de los indultos a los líderes independentistas y la crisis con Marruecos tras la acogida del líder del Frente Polisario, Brahim Galli. Las portadas de los principales periódicos españoles estuvieron copadas en esas fechas fundamentalmente por esos dos hechos. Un par de meses después se reveló que la herramienta de espionaje, desarrollada por una empresa israelí, se había infiltrado en los teléfonos de 50.000 personas en todo el mundo (políticos, activistas, periodistas...). Esa filtración apuntó a que el presidente francés, Emmanuel Macron, estaba en el punto de mira de los servicios de inteligencia marroquíes, aunque figuraba también el propio rey de Marruecos, Mohamed VI, y otros mandatarios internacionales.

El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, no ha querido entrar en “conjeturas” sobre quién estaba detrás del ataque a los dispositivos del presidente y la ministra de Defensa cuando le han preguntado en la rueda de prensa si consideraba que tenía algo que ver con el conflicto en Catalunya, dado que en esas fechas Sánchez había comenzado a allanar el camino hacia los indultos a los líderes del procés. La apuesta por la “concordia” frente a la “venganza” para superar la crisis catalana en una rueda de prensa en Bruselas el 25 de mayo fue la primera señal en esa dirección. A partir de ahí hubo varios pronunciamientos del presidente para generar un clima favorable a los perdones gubernamentales que se concedieron finalmente el 22 de junio.

El otro gran desafío que se encontró el Gobierno en aquellos momentos fue la crisis diplomática con Marruecos tras la acogida humanitaria del líder del Frente Polisario, Brahim Galli, que el Ejecutivo había llevado con la máxima discreción. Su revelación por el semanario Jeune Afrique el 23 de abril provocó una respuesta airada de Marruecos, que utilizó a su población para desestabilizar la frontera con España. Más de 10.000 personas entraron en un par de días en Ceuta y el reino alauí rompió las relaciones diplomáticas con España, que se han recompuesto recientemente gracias al giro histórico que Sánchez ha dado a la posición respecto al Sáhara. Pero el Gobierno denunció entonces el “chantaje” de Marruecos.

En aquellos días ni la prensa nacional ni la internacional hablaban de Pegasus, pero sí lo hicieron apenas unas semanas después. Una filtración destapó el uso del software de espionaje Pegasus contra activistas y periodistas en todo el mundo. La filtración, a la que accedieron Amnistía Internacional y la organización sin ánimo de lucro Forbidden Stories antes de ponerla en manos de un consorcio de medios de comunicación, incluía una lista con más de 50.000 números de teléfono que correspondían a personas que desde 2016 habían sido consideradas de interés por los clientes de NSO, la compañía propietaria de esa herramienta de espionaje. Que un número de teléfono apareciera en el listado no significaba necesariamente que el dispositivo hubiera sido infectado con Pegasus ni que lo hubieran intentado hackear; pero la conclusión es que era objetivos potenciales elegidos por los gobiernos clientes de NSO, antes de posibles intentos de vigilancia.

Entre titulares de los teléfonos que figuraban en ese listado se encontraba el del presidente francés, Emmanuele Macron, como uno de los objetivos de los servicios secretos de Marruecos, según Le Monde y Radio France. Pero en total aparecían 13 jefes de Estado y de Gobierno, entre los que se incluía al rey de Marruecos, Mohammed VI.

No obstante, no era la primera que se conocía la utilización de Pegasus para espiar masivamente sino que las primeras informaciones se remontan a 2016. En 2020 el asunto cobró especial trascendencia en España después de que The Citizen Lab revelara que se había usado para intervenir los teléfonos de líderes independentistas, como el entonces presidente del Parlament, Roger Torrent, el asesor de la máxima confianza de Carles Puigdemont, Sergi Miquel, o dirigentes de ERC, de JxCat y de la CUP. Las primeras intervenciones en el independentismo se produjeron en 2015 y se prolongaron al menos hasta 2020.

Hace dos semanas ese mismo organismo de la Universidad de Toronto apuntó a que los teléfonos de unas 66 personas vinculadas al independentismo, entre ellos el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, habían sido intervenidos con ese sistema, que en principio solo está disponible para los estados. Esa revelación colocó al Gobierno en el momento más delicado con los socios de la coalición, que señalaron directamente al CNI. La ministra de Defensa, Margarita Robles, justificó el espionaje durante la sesión de control al Gobierno al preguntarse. ¿Qué tiene que hacer un Estado, qué tiene que hacer un Gobierno cuando alguien vulnera la Constitución, cuando alguien declara la independencia, cuando alguien corta las vías públicas, realiza desórdenes públicos, cuando alguien está teniendo relaciones con dirigentes políticos de un país que está invadiendo Ucrania, o cuando se 'hackean' organismos como el SEPE o teléfonos de ministros?“, se preguntó la titular de Defensa.

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