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No solo Doñana: el PP oculta en campaña sus derogaciones más polémicas

El presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una reunión del PP en Málaga en agosto de 2022.

Aitor Riveiro

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“Derogar el ‘sanchismo”. Este es el nuevo lema ideado en la sala de máquinas de la sede nacional del PP. Los estrategas de Alberto Núñez Feijóo dan vueltas a fórmulas discursivas que les permitan seguir atizando al Gobierno de coalición y a su presidente, Pedro Sánchez, sin comprometer las opciones de sus candidatos en las autonómicas y municipales del próximo 28 de mayo, dependientes como son del trasvase de votos socialistas para conquistar nuevas plazas. La fórmula permite mantener la estrategia de convertir el 28M en una previa de las generales, pero oculta las intenciones reales de la derecha si alcanza el poder. 

El ejemplo más claro y reciente se ha producido en Andalucía con la ley de Juan Manuel Moreno Bonilla para legalizar regadíos en el ámbito del Parque Nacional de Doñana. Una comunidad cuyo gobierno no se pone en juego en estas elecciones, pero donde el PP espera completar el giro histórico de la mayoría absoluta y trasladarlo a sus ocho capitales de provincia, además de a otras grandes poblaciones. 

“Las capitales andaluzas pueden ser una de las grandes alegrías de la noche electoral”, apuntan en la sede de la madrileña calle de Génova. En el PP sueñan con dar un golpe de efecto en la región más poblada de España y antiguo granero de voto de izquierdas. Andalucía abriría la puerta de la Moncloa para Feijóo ante sus dificultades de penetrar en Catalunya y Euskadi. 

Ahí radica la recogida de cable en varias fases de Moreno con la ley de Doñana. Solo el que fuera su mano derecha en el PP y la Junta en la anterior legislatura, Elías Bendodo, mantiene desde Madrid la estrategia de acusar al Gobierno de coalición de lanzar una campaña de ‘fake news’ contra Moreno. El comunicado contrario a la norma firmado por el comisario de Medio Ambiente de la UE, así como el respaldo que recibió de la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, obligaron a la derecha a recular en su alianza parlamentaria con Vox.

De momento, el Gobierno de Moreno ha optado por congelar la tramitación parlamentaria, después de haber insistido durante días en que todo estaba bien. La advertencia de la UE, que se produjo el mismo día en que el portavoz nacional del partido, Borja Sémper, anunciaba que Bruselas no diría nada hasta que la ley se aprobara, fue la gota que colmó el vaso. Y provocó un ataque inédito del PP Europeo a la presidenta de la Comisión, dirigente a su vez de ese PP Europeo.

¿Quiere eso decir que el PP andaluz ha renunciado a aprobar su ley? No parece. De hecho, la tramitación se reiniciará dos días después de las elecciones. Moreno solo intenta sacarlo de la ecuación de la campaña electoral. Si en los primeros compases de la polémica muchos dirigentes autonómicos y estatales apuntaban con sorna a que el PP iba a reventar las urnas en Huelva, el último giro parece apuntar a que unas nuevas cuentas electorales advierten de un efecto adverso en otras latitudes, tanto andaluzas como de otros lugares.

¿Qué significa “derogar el ‘sanchismo”? 

El intento de sacar Doñana de los titulares a 20 días de las elecciones y en una de las sequías más duras que se recuerdan en los últimos lustros no ha llegado solo. En el PP manejan decenas de encuestas, propias y ajenas, y Feijóo cuenta con un sociólogo de cabecera experto en la materia como asesor en la sombra: José Ignacio Wert.

¿Y qué dicen los números? Que el PP puede arrasar el 28 de mayo. O no. Que se puede ganar mucho, o nada. Incluso que alguna plaza importante puede dar la sorpresa negativa. “El balón dará al larguero y ya veremos si entra o no”, resumen de forma habitual los portavoces del partido, en un símil futbolístico que explica muy bien el estado de ánimo en la sede de la calle Génova.

El reparto de todo el poder municipal y buena parte del autonómico para los próximos años va a estar en un puñado de votos. Puede concretarse en un diputado en disputa en Ciudad Real o Guadalajara, en el resto en Alicante o en el último concejal de algunos de los municipios del sur de Madrid que Isabel Díaz Ayuso veía fácil ganar hace un año, y ahora ya no tanto

“Estas elecciones son entre el partido ‘sanchista’ y el PP”, apuntó este viernes Feijóo en Melilla. “Muchos votantes socialistas no quieren repetir cuatro años más”, añadió.

La distinción entre “sanchista” y “socialista” no es baladí. Feijóo lleva meses haciéndola. Sabe que sus opciones en mayo, pero sobre todo en diciembre, pasan por atraer votantes progresistas que duden de volver a apoyar a Pedro Sánchez.

Esa aspiración de Feijóo a captar votantes en la izquierda se contradice con los mensajes que denostan la memoria democrática y a los que recurren con frecuencia los principales dirigentes del PP, con gran virulencia en el caso de Ayuso, por ejemplo. El propio Feijóo prometió “derogar” la Ley de Memoria Democrática. La ‘ley trans’. O la ley educativa. También la del 'solo sí es sí'. Y todas ellas apelan al ideario de la izquierda en lo que respecta a la conquista de derechos.

Esa concreción ha desaparecido. En el PP ahora se amarran al tecnicismo de que una ley no se puede “derogar” sin más, pero la realidad es que el eslogan ha cambiado. Ya no se derogan leyes, sino “el ‘sanchismo”. 

Sémper lo dijo expresamente sobre la ley del solo sí es sí, que el portavoz del PP dio por buena con la contrarreforma pactada con el PSOE, PNV, Ciudadanos y Junts. Fuentes de la dirección también han apuntado a que la Ley de Memoria Democrática no se eliminará, sino que se podrán tocar algunos puntos. 

Hay más ejemplos: sobre el aborto, el propio Feijóo dijo que el PP asume la ley de plazos, y que solo tocaría lo referido a las chicas de 16 y 17 años. O sobre la ‘ley trans’, anatema durante buena parte de la legislatura que ahora tampoco va a desaparecer del todo, habida cuenta de que el PP ha aprobado algunas de las normas en la materia que rigen en las comunidades autónomas. Por ejemplo, en Galicia. Feijóo ha pasado de defender “a la gente de bien” que supuestamente estaba ofendida por la ley trans a dejar en el aire qué hará con esta norma. Eso sí: Feijóo quiere volver a patologizar a las personas trans.

Otra ley en duda era la de eutanasia. Pero ya no se habla de normas concretas. Y el subterfugio buscado por el PP para no responder sobre las derogaciones tras el cambio de estrategia ha sido el de asegurar que se está preparando un listado de contrarreformas a hacer en caso de llegar al Gobierno. Mientras no esté terminado, no se comunicará. ¿Quién lo hace? Un grupo de expertos desconocido. ¿Cuándo estará? No se sabe.

Pero como a las elecciones hay que ir con material para lanzar al oponente, sobre todo si se llega desde la oposición, el PP ha encontrado una fórmula discursiva: “derogar el sanchismo”. En “forma y fondo”. Y hacer “las cosas bien”, en lugar de “mal”. 

“Derogar el sanchismo implica derogar todos los errores cometidos en estos cinco años”, dijo Feijóo en Melilla. Si el dirigente gallego no destaca por su concreción, en tiempos electorales menos. Y si el resultado del 28M puede ser incierto hasta que se constituyan los ayuntamientos un par de semanas después, mucho menos.

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