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La normalidad en el colegio que formó al establishment: 80% de votos para el PP

Votantes a la salidad del Colegio del Pilar, en el barrio de Salamanca en Madrid.

José Precedo

Las papeletas en el Colegio de Pilar, corazón del Barrio de Salamanca en la zona noble de Madrid, están dispuestas en un largo pasillo que conduce a las dos salas donde se reparten las ocho mesas electorales. Es mediodía y los montoncitos del PP están ya mucho más bajos. A simple vista, hay cuatro veces menos papel que en los del resto de partidos. Los interventores del partido aseguran que no se han respuesto ningunas. Mientras los votantes siguen entrando y apenas usan las cabinas. Algunos traen la papeleta de casa pero la mayoría mete en el sobre sin ningún disimulo la del Partido Popular. Si el escrutinio a ojo vale de algo, de los últimos 25 votantes, 17 han elegido al PP, tres a Ciudadanos, dos a Vox, dos al Psoe y otro al Pacma.

La formación de Mariano Rajoy juega en casa. Lo dice la coordinadora de los ocho apoderados del PP. “Aquí yo he visto porcentajes del 86%, del 82% y últimamente del 80%. Ciudanos le quita votos al Psoe y Vox nos los quita a nosotros. Hoy saldrá más o menos lo de siempre, el 80%. Si quieres comprobarlo, mira las montañas de papeletas. Ahí ya se ve todo”. Nieta, hija, y cuñada de Marianistas -de los seguidores de Santa María del Pilar, no de Rajoy- empieza a escatimar las respuestas cuando se le pregunta si este es el colegio del poder político y económico, que ha formado a la cúpula política de este país, desde José María Aznar a Javier Solana, pasando por Miguel Ángel Fernández Ordóñez, y algunos de los prohombres del IBEX como Juan Miguel Villar Mir, de OHL, o el expresidente de Telefónica, Juan Vilallonga. “No quiero sesgos ni manipulaciones tipo Évole”. La charla se zanja ahí y la mujer se niega incluso a revelar su nombre.

Pasan veinte minutos de la una del mediodía y bajo el arco de la entrada al colegio entra Rodrigo Rato, en bermudas y con un sombrero de paja. Hay algunos cuchicheos cuando se mete, él sí, tras las cortinas de la cabina para depositar su voto. “Rodrigo Rato Figaredo”, el presidente subraya su nombre de la lista con un rotulador amarillo fosforescente. Deposita las dos papeletas al Congreso y al Senado y se va por donde vino sin que se monten corrillos a su paso. El suyo fue uno de los nombres que sobresaltó al barrio en la penúltima legislatura. Los agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera lo tuvieron detenido toda la tarde del 17 de abril de 2015 para registrar su domicilio y su despacho, ubicado a unos metros de aquí, en la misma calle Barceló. Junto a él, cayeron en este mismo distrito -en un triángulo de apenas un kilómetro de distancia- su compañero de gabinete en el Gobierno de Aznar, Jaume Matas, y el tesorero del partido, Luis Bárcenas.

Pero ese reguero de corrupción no se deja notar en las urnas de lo que constituye un auténtico granero para el PP. Lo reconocen al salir del colegio, Curro y Rita, ábogado él, empresaria de la rama inmobiliaria ella, padres de tres hijos que votan a Ciudadanos. “Votamos al PP, es cierto que nos han decepcionado, pero hacemos voto útil. Y si preguntas por la corrupción, te pregunto por el PSOE. O por Podemos, que acaba de llegar y ya se están viendo cosas”. Responden casi al unísono con un tono distendido. Siempre han sido votantes del PP, aunque Rita confiesa haber votado a Paco Vázquez, del PSOE, durante los años en que vivió en Coruña. “Lo que no quiero es que llegue Podemos al poder, que llegará”, señala Rita, antes de despedirse deseando suerte a todo el mundo.

La supremacía del PP en el Pilar es reconocida por todos. Álvaro de 23 años, militante y apoderado de Podemos, se pidió él vivir la jornada en este feudo popular. “Quise venir para salir de la burbuja de Podemos, para ver cómo son las cosas en otros sitios. Aquí auguro un resultado catastrófico. La gente vota PP, PP, PP, y luego hay alguna papeleta suelta para los demás. La convivencia con los representantes de los demás partidos es buena, pero un señor mayor me ha mirado la acreditación y me ha dicho que mis padres ”deberían sentirse avergonzados por esta juventud que ni estudia ni trabaja“. Él se justifica: ”¡Pero si estoy matriculado en un módulo de FP de transporte logístico y trabajo como técnico ferrroviario!!.

Los interventores del Pacma se han pasado para pedirle a sus compañeros de Podemos que le echen un ojo a sus papeletas, ya que no tienen personal para todas las urnas. Los de Vox van y vienen de un colegio a otro. Gloria, del PSOE, funcionaria de la Seguridad Social, se conformaría con que el PP bajase del 70%: “No vamos a pedir más que eso”. Lleva 20 años viviendo así las jornadas electorales y nunca ha visto al PSOE subir del 15% en estas mesas. Cuenta que de los suyos, ha aparecido esta mañana el exgobernador del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordóñez, antiguo alumno de El Pilar, y que él, a diferencia de otros, no se ha escondido tras las cortinas. El resto de la élite política no se pasará hoy por aquí. Los grandes empresarios y los políticos más exitosos que estudiaron en el centro se han mudado a lujosas urbanizaciones de Pozuelo o Boadilla del Monte.

Menos papeletas en los montoncitos del PP

Pero las papeletas del PP siguen bajando y Eduardo, el conserje del colegio, pregunta si las repone. Dos apoderadas le piden que espere un poco. El juego psicológico de mantener la montañita popular más baja puede hacer mella en los últimos indecisos, si es que los hubiese a estas alturas en el barrio de Salamanca.

Del cuello de Silvia, 32 años, departamento de Recursos Humanos de una empresa cuyo nombre prefiere obviar, cuelga una acreditación naranja Ciudadanos. “Aquí Albert Rivera gusta bastante pero no nos engañemos, este es el colegio tradicional del PP. Intentamos ser segunda fuerza”.

El que busque tópicos, no los encontraré entre los votantes del colegio del Pilar. Hay mechas y tacones, polos de marca al cuello de los hombres y alguna pulserita rojigualda, pero también muchas bermudas -incluso bañadores- zapatillas de deporte, camisetas y chanclas y un montón de vestuario casual estilo Inditex.

A las 14:30 horas, en una de las dos salas de votaciones, se encienden los focos para un directo de televisión. La reportera ensaya sus diálogo con “Matías”. El presidente de la mesa A repasa los datos. Se llama Rafael Basterra, es autónomo, y otras veces ha estado en el mismo sitio como apoderado del PP. De los 724 censados, han participado 360 (el 48%) y hay otros 20 o 25 sobres de votos por correo. Basterra presume de “normalidad democrática” y repite el mantra de la “jornada sin incidentes”.

En el pasillo, una señora llega del brazo con una anciana que se apoya en el bastón. Vienen hablando de forma distendida. “Ahí tienes la mesa, tú ya sabes por quíen votar”. Desaparece otra papeleta más de la pila del PP.

Antonio es arquitecto, tiene 72 años y está a punto de cruzar por debajo del arco donde se escribe la divisa colegial -“Maria Duce religione et patriae”- del centro que ha formado al establishment de este país. “Estoy muy preocupado por lo que puede salir. Yo he votado por Garzón pero lo que quiero es un gobierno de PSOE y Ciudadanos. Por este orden: con Sánchez como presidente”. Un rara avis en el Colegio del Pilar.

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