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El PP explota el miedo a una recesión en España que ningún dato avala

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, en una imagen de archivo.

Aitor Riveiro

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Recesión. Una palabra de la que todo gobernante huye. Anatema para el autodenominado “Gobierno más progresista de la historia”. El PSOE siempre ha perdido el poder en situaciones económicas adversas, y la actual no es buena. Al impacto de la pandemia se une el duro revés a la incipiente recuperación que ha provocado la guerra de Ucrania. El incremento de precios amenaza con absorber las mejoras de medidas como la subida del Salario Mínimo Interprofesional. Un cóctel del que se quiere aprovechar el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. El líder del PP le ha dado a su evidente estrategia una vuelta de tuerca: anticipar esa recesión que daría la puntilla a Pedro Sánchez, pero que no todos los economistas tienen claro que vaya a llegar.

El PP quiere instalar como algo inevitable que la mala situación económica actual es la antesala de una caída del PIB. Feijóo quiere llegar a la Moncloa a lomos del descontento social por el incremento de los precios. Así lo dijo a finales de junio en un acto organizado por el periódico La Razón, propiedad del Grupo Planeta. Allí, ante decenas de empresarios madrileños, trazó un paralelismo entre la situación actual y el 15M. “Existe un nuevo hartazgo no de indignación, sino sereno y razonable que tampoco tiene vuelta atrás porque está apoyada en hechos contundentes”, dijo. “El PP tiene la inmensa responsabilidad de dar respuesta a este hartazgo”, zanjó.

En el PP son conscientes de que dicho “hartazgo” sí tiene vuelta atrás: detener la espiral inflacionista. Una interrupción de la guerra entre Rusia y Ucrania, o una acción concertada de la UE, podría conseguirlo. Pero cuanto más se invoque la recesión, cuanto más se estire el chicle de una crisis económica que va más allá del IPC, incluso a costa de retorcer los datos del paro, de mentir sobre los fondos europeos o de barruntar un pucherazo electoral, más cerca estará la profecía autocumplida.

Aquel 15M, que el PP denuesta con Feijóo y Mariano Rajoy a la cabeza, surgió “como una secuela de la gran recesión que se inició en 2008”, dijo el dirigente gallego ante su auditorio. Unos días después Feijóo colocaba el siguiente peldaño en la escalera del descontento social que le debiera llevar al cielo de la Moncloa. “Nos dirigimos hacia una profundísima crisis económica”, sentenció ante las direcciones de los grupos parlamentarios del Congreso y del Senado. Este viernes, en Zaragoza, completaba la obra: “La situación de 2022 se parece a la de 2008, que era negar la realidad económica, hablar de brotes verdes que confluyen en una de las grandes recesiones económicas”.

¿Va España a la recesión inevitable? No se puede predecir el futuro, y el enconamiento de la guerra puede apuntalar la crisis energética, que todos los expertos señalan como causante del fuerte incremento de precios que ha modificado el panorama económico. Pero con los datos actuales, hay organismos y economistas, algunos no muy lejanos a las tesis del propio Feijóo, que no lo ven tan claro como el jefe de la oposición.

Luis de Guindos es una de las personas que llama a la prudencia. En una reciente entrevista en la cadena Cope, el exministro de Economía de Mariano Rajoy, responsable del rescate bancario y del proceso de reestructuración del sistema financiero español, apuntó que el peor escenario se dará si Rusia corta el suministro de gas a Alemania el próximo invierno. En ese caso, apuntó el hoy vicepresidente del Banco Central Europeo, la principal economía europea si podría entrar en recesión y, después, arrastrar al resto de Europa.

Pero ese no es el planteamiento de Feijóo, quien se empeña en decir que España está en crisis desde meses antes de que Putin ordenara a su ejército la invasión de Ucrania. El líder del PP no pierde la oportunidad de blandir los grandes éxitos de la derecha española: el problema son los impuestos, el gasto público y la deuda. El manual con el que Rajoy llegó a la Moncloa y que guardó en un cajón nada más poner en marcha un Gobierno que aumentó la tributación y pidió un rescate a Europa de decenas de miles de millones que nunca ha sido recuperado por el contribuyente.

Feijóo, que ha hecho bandera de su pasada gestión en Galicia y de aplicar el sentido común, ha recurrido a veces a los informes de la AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) para justificar la existencia de un gasto público superfluo, pero quizá no escuchó a la presidenta del organismo, Cristina Herrero, quien esta misma semana zanjó en un desayuno informativo de los que no se pierde casi nadie en el Madrid político y económico: “No contemplamos una recesión”.

Herrero fue más allá. Dijo que “el año 2022 va a tener un crecimiento importante”, que el Gobierno sitúa alrededor del 4,5%. Como De Guindos, la presidenta del órgano fiscalizador fue prudente al hablar de lo que puede ocurrir en 2023 y el impacto que puede tener un invierno sin gas en Alemania.

Porque el problema de España, y de Europa, es la inflación, provocada por el incremento del coste de la energía. “Los fundamentos de la economía están todos bien”, apunta en conversación con elDiario.es el miembro de Economistas Frente a la Crisis Antonio González. En su opinión, el vaticinio de una recesión en 2022 “no tiene consistencia”. Al menos “de momento”. González también marca el invierno del año que viene como clave en la evolución de la inflación, consciente de que un aumento de precios por encima del 7% “significa un recorte fundamental en el presupuesto de las familias”, lo que se traslada a “la contabilidad nacional” porque “supone una caída en renta disponible que afecta al consumo”.

“Si cae el consumo, se aminora el crecimiento económico”, advierte González, quien sostiene que el Gobierno debe tomar medidas “para cortar la inflación y dar confianza”. En su opinión, hay precios “que nada tienen que ver con los carburantes” que también están “subiendo” pese a que no aumentan los “costes laborales unitarios”. Es decir, algunos están aprovechando para hacer un buen negocio ante una ciudadanía resignada a que todo esté subiendo de precio. González no es el único economista que lo ve así.

El Gobierno tiene margen para actuar, considera González, quien confía en que llegue la distribución masiva a empresas de fondos europeos, prevista para este segundo semestre del año y principios del que viene. “Aumentará inversiones y gasto total en la economía”, apunta. Añade que la temporada de verano “también va a ayudar”.

Pero nada de esto atenuará la escalada del IPC. Incluso puede contribuir a aumentarla, tal y como prevé que ocurrirá con el dato de la inflación de este mes de julio.

“El Gobierno tiene que hacer algo con la inflación muy pronto”, señala a este medio en conversación telefónica. Medidas que vayan más allá de la subvención de 20 céntimos al combustible, que González considera que “no vale para nada” porque está “mal enfocada” y, además, es “regresiva”. En su opinión, todo lo que no pase por poner un tope al precio de la luz no servirá.

En ese caso, González no descarta una futura recesión. Pero no ahora, como plantea el PP. “El que tenga los datos que los ponga sobre la mesa”, concluye el economista.

Feijóo no lo hace. Aún así, se ha ofrecido al Gobierno para pactar unos nuevos “Presupuestos Generales de emergencia”, tal y como recordaba este jueves en otro acto con economistas el empresario y exministro de José María Aznar Josep Piqué. “Alberto no miente”, dijo. El líder de la oposición, que se presenta como única alternativa al Gobierno, recogió el testigo y dijo en su discurso: “Desconozco cuál es la venganza que prepara para el Gobierno la realidad ignorada, aunque todos podemos intuirla”. Otra vez, la recesión insoslayable. Aquel “que caiga España, que ya la levantaremos nosotros” que aún persigue a Cristóbal Montoro.

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