Rajoy presume de combatir los populismos “con la buena gestión y la ejemplaridad”
Con una gran bandera española ondeante como fondo, Mariano Rajoy ha clausurado el congreso del PP en el que ha vuelto a salir elegido líder indiscutible por cuarta vez. Su discurso, más de presidente del Gobierno que del partido, ha sido de consumo externo y no ha incluido la menor referencia a la corrupción a pesar de la coincidencia del cónclave con la primera sentencia de Gürtel en Valencia. El de animar a los afiliados ya lo hizo el sábado, cuando fue reelegido con el 95% de votos. Como curiosidad, ha tenido palabras de gratitud para un José María Aznar que no ha sido invitado: “Sus años como presidente son un orgullo para el PP y sus años de gobierno son una herencia de la que nos hemos beneficiado todos”.
Rajoy ha asegurado haber repasado el discurso que hizo en 2012 cuando cerró el congreso nacional de Sevilla para destacar las diferencias: “Pedí fue porque no podía pedir otra cosa”. Superado lo más duro, ha vendido el rescate financiero como un momento en que “nos rescatamos nosotros solos a nosotros mismos”, ha presumido de haber hecho las reformas que el país necesitaba y con las que no está dispuesto a dar marcha atrás.
“Los obstáculos no se apartan solos, al paso alegre de 'las fuerzas del progreso”, ha deslizado en la única alusión a la división que vive el PSOE y Podemos. En su promesa de dialogar con todas las fuerzas políticas, ha recordado que todas están tan obligadas como el PP a llegar a acuerdos: “Diálogo no significa vender favores al Gobierno. El Gobierno está obligado a dialogar en el mismo grado en que los demás. Ni más ni menos.”
Con la promesa de seguir haciendo concesiones “si son razonables”, ha reprochado al PSOE sin citarlo que no apoye los Presupuestos Generales: “La oposición debe adaptarse a las nuevas circunstancias y aprender a trabajar frente a un Gobierno en minoría. Supongo que lo harán, porque han sido los primeros en repudiar las mayorías absolutas y ahora tienen una oportunidad de oro para demostrar que no son necesarias”.
Con un repetitivo discurso en la parte dedicada a la independencia de Cataluña, ha vuelto a recordar los peligros de la secesión, que ha comparado con una “amputación dolorosa” y no con “una poda amable”. El referéndum no se celebrará, ha insistido. La llamada “operación diálogo” que lidera Soraya Sáenz de Santamaría ha asegurado que es un “sí rotundo y nítido al diálogo” para cuestiones como las infraestructuras, el sistema de financiación o la atención de los servicios públicos.
En caso de conseguirse la secesión supondrá males como “la salida del euro, de la UE, del mercado único, la imposibilidad de sostener los servicios públicos o las prestaciones sociales, por citar sólo algunos de los enormes perjuicios que esa ruptura acarrearía”. No sucederá, Rajoy ha prometido que con él al frente de La Moncloa, “España seguirá siendo España”.