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Amor en el espectro

La diversidad nos contiene a todos. Somos testigos de su angustia, de sus esperanzas, de su felicidad, de su espíritu de lucha, sin condescendencia

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Estos días he descubierto una perla en Netflix. Se trata de la serie documental “Amor en el espectro”, estrenada en 2019. Dirigida por Cian O'Clery. Como casi siempre ocurre, solo la versión en inglés lleva audiodescripción para ciegos.

Mi referencia de una persona con autismo, hasta bien entrada en la treintena, fue el protagonista de la película Rain Man, interpretado por Dustin Hoffman. Un chico extraño, introvertido, inflexible y altamente dotado en algunas áreas. Un cliché, que no abarca –ni lo pretendía- la diversidad del espectro. El documental permite asomarse a una parte de la realidad de las personas con autismo. En esta serie documental australiana se revela el camino recorrido hasta ahora y también puede apreciarse lo que nos queda aún por recorrer. El sendero hacia la normalización, como todo avance social, siempre discurre con agotadora lentitud para los directamente implicados.

Lo que no está en nuestro día a día nos es desconocido. Lo que nos resulta lejano a nuestra realidad lo manejamos a base de clichés. El documental rompe dos barreras. Destruye estereotipos y normaliza las singularidades de las personas con autismo conforme las vemos conducirse en la búsqueda de pareja. Los variados protagonistas de la serie refuerzan el significado de la palabra “espectro”. Una maravillosa paleta de colores singulares y únicos, con puntos en común entre individuos, exactamente igual que sucede con las personas que no estamos en el espectro. Se persigue la normalidad desde la singularidad. La aceptación propia y la social desde la diversidad.

Todos queremos, necesitamos ser aceptados, pero sin renunciar demasiado a lo que somos. Ellos se pliegan a las normas sociales, que no siempre entienden, pero comprendiendo que la relación con el otro requiere de ciertos esfuerzos y convenciones. Igual que los que no estamos en el espectro. Por eso, quizás, es fácil empatizar en un contexto tan cotidiano como el de una cita con otra persona. Vemos a sus protagonistas lidiando con el problema universal de la búsqueda del amor, compleja para todos, pero posible sin obviar su dificultad. Por primera vez vemos a chicos y chicas con autismo hablando en primera persona, relacionándose, manifestando su anhelo de formar una familia, en su proceso de crecimiento y desarrollo de habilidades. Los vemos en su singularidad, con su diversidad. Se hacen reales frente a la cámara, sin estereotipar. Heterosexuales y homosexuales. La diversidad nos contiene a todos. Somos testigos de su angustia, de sus esperanzas, de su felicidad, de su espíritu de lucha, sin condescendencia. Lo que se muestra con normalidad se acepta y se incluye con esa misma normalidad. Son iguales a cualquier persona como singulares en el espectro. Como ellos aceptan las convenciones sociales, los que no estamos en el espectro aceptamos su singularidad. No se trata de incluir, sino de incluirse.

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