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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Cartas: Viaje con mi madre discapacitada

La madre de Sonia en el vuelo

Raúl Gay

Hola Raúl,

¿Qué tal? Empecé a seguirte en Twitter hace poco (a partir de eldiario.es). Soy @hesíode.

El jueves voy a París con mi madre y estoy nerviosa. Y preocupada. Trato de normalizar mis nervios y preocupación, me doy explicaciones a mí misma para “neutralizar” la cosa. Pero no me convenzo del todo.

La cuestión es que mi madre tiene una pierna corta y rígida. Nos estrenamos en esto de movilidad reducida, espacios adaptados, tarjeta para aparcar, etc

Ella es la persona más optimista, positiva y resolutiva que conozco. Por su parte no hay problema. Pero yo... Saqué los billetes por internet con Vueling. Tuve una mala experiencia (que mi madre desconoce). Por teléfono cuando pregunté por el espacio entre filas, opción de asientos más anchos, etc... la chica que me atendía llegó a hacerme llorar y todo. Fatal. (Encima un 902 de ésos que valen una pasta).

He comprado los vuelos con asientos de la primera fila, pagando un poco más, con la esperanza de que sean un poco más anchos. Pero lo he hecho todo a ojo. No sé la distancia exacta que habrá entre el asiento y la pared. No sé si nos obligarán a quedarnos en tierra en caso de no haber sitio, si perderé el dinero de los vuelos...

Perdona el rollo. Tampoco sé muy bien por qué te escribo.

Temo vivir una experiencia traumática en la que mi madre (a la que le hace mucha ilusión) vea reducidos sus derechos. Sé que si hemos de pasar por ahí, vivirlo y aprenderlo para el futuro, pues lo haremos. No nos queda otra. Quizás estaría más tranquila si en lugar de ir “por lo barato” hubiera comprado los billetes en una compañía más cara y en primera clase. Seguramente así me ahorraría el suspense. Sólo en el momento de sentarnos, in situ, sabré si volamos o no.

Mi plan b es, en caso de quedarnos en tierra, pedir “el primer vuelo a París” (como en las películas) de cualquier compañía, de cualquier precio. Y comprar primera clase. Supongo que los ricos no tienen dudas.

Cualquier información será de gran ayuda. En cualquier caso: Muchas gracias por leerme.

Salud.

***

Hola Sonia,

Gracias por escribir. Ya te he visto por Twitter, aunque en tu perfil no das muchos detalles de ti :)

Entiendo que lo de tu madre es reciente, ¿no? Supongo que es complicado empezar a ver el mundo desde la óptica de la discapacidad... Por una parte, todo os va a costar más esfuerzo y más dinero. Por otra, (casi) todo es posible con más esfuerzo y más dinero (y algo de imaginación). Ya ves, Pablo y yo estamos mucho más fastidiados y no paramos :)

Sobre los aviones, yo tampoco puedo doblar las piernas. Pido un asiento con más espacio (la primera fila, por lo general) y no he tenido problemas. Es normal que estés preocupada... Verás cómo sale bien. Y si no cabe, de medio lado y ya. París no está muy lejos...

Yo tengo precaución a la hora de hablar de derechos. ¿Viajar a París es un derecho? Para mí, no. Derechos son comer, vivir bajo un techo, trabajar... Te lo digo porque hemos tenido lectores que se quejan de vulneración de derechos, cuando se trata de pasar incomodidades o lidiar con burocracia. No es lo mismo. Seguramente pase alguna incomodidad, cueste subir la escalerilla... A respirar hondo y paciencia :)

Yo soy mileurista; jamás he ido en primera clase. Y me atrevo a decir que mi socio Pablo, tampoco.

Mi consejo: id con tiempo, pide lo que necesitéis con claridad, sin nervios y con una sonrisa. Las quejas airadas en estos casos no sirven. Te lo digo por experiencia.

Seguro que sale bien.

Disfruta del viaje y ya me contarás :)

Raúl

***

¡Hola!

Me ha encantado recibir tu respuesta :)

Necesitaba justo esas palabras. Es curioso el efecto de “todo irá bien”, ya sea con o sin fundamento. El solo hecho de oírlo (leerlo) Ya es tranquilizador. Pero queda comprobado, en mi caso, que no funciona como “mantra”. Sólo tiene efecto real si te lo dice otra persona. (Yo me lo digo muchas veces y no me funciona).

Totalmente de acuerdo en lo que dices del uso de los términos. Cada cosa tiene su nombre. Y un derecho es un derecho. Ir a París es una maravilla. En mi caso, cuando estuve allí decidí que quería regalarle el viaje a mi madre. Así que, concretamente, París será un regalo.

Esta noche dormiré más tranquila :) Porque ya me creo que todo irá bien.

Un abrazo!

***

Me alegro mucho.

Disfruta!

***

Estoy de vuelta a valencia, al trabajo. Con sueño... Pero feliz.

La ida:

El chico de mostrador que facturaba maletas, a quien me dirigí para preguntar, fue muy amable. “Se enrolló” y bloqueó el tercer asiento de nuestra fila. Así que mi madre y yo teníamos toda la fila para nosotras. Con el espacio de un asiento más donde poder descansar la pierna.

Pude comprobar que, efectivamente, la primera fila tiene más espacio por delante. Así que yo estaba dispuesta a pagar los 100 euros que me costaba para que ella fuera cómoda. Pero insistió en que estaba bien en la segunda fila (los que yo había comprado). algo incómoda poniendo la pierna por debajo del asiento de delante. Y súpercómoda con la pierna sobre el asiento libre junto a nosotras. Resulta que yo compré una categoría especial con preferencia, pero todavía había más especial con más preferencia en esa primera fila. Ya lo sé para la próxima. Pero quizás interese comprar los 3 asientos (si es oferta y sale económico), bloqueamos toda la fila y así ella puede sentarse cómoda.

La vuelta:

Idem. Aunque la chica del mostrador en Orly no “se enrolló”. Nos la jugamos y... Funcionó! Nadie había comprado “el tercer asiento” y hemos venido tan anchas, tan felices y contentas.

En todo momento, aeropuertos, museos, etc. La gente ha sido muy atenta. Muy amables con nosotras. Espacios adaptados, personal preparado. Y, en general, en París me parece que la gente actúa de forma espontánea, natural y respetuosa en situaciones así. Sin ningúna duda, con decisión, sin pena. Como si tuvieran integrado desde bebés que la gente con necesidades especiales efectivamente tiene necesidades especiales. Así de sencillo, de claro.

Nosotras no estamos acostumbradas al trato preferente. Nadie nos miraba mal cuando el personal nos “colaba” en los museos. Además: ¡No estábamos solas! Había abuelitos, carritos de bebés... Creo que en España falta educación en ese tipo de situaciones de lógica aplastante. No hay empatía.

Todo ha ido perfecto. A nivel personal, mi madre ha comprobado que puede ir por el mundo y hacer cosas libremente (dentro de su limitación lógica).

Lo único malo fue que el ascensor del museo Rodin no funcionaba y ella no pudo subir a la planta de arriba. Nada grave. Vio El Pensador y El Beso y más cosas que le encantaron, como La Puerta del Infierno.

Yo, a nivel personal, me he sentido muy viva (después de una crisis existencial). Y por las noches ella (con leucemia y su cojera) ¡¡estaba muchísimo más entera que yo!!! No se le agotaban las energías. Ha sido genial.

Anímicamente, yo estoy mucho más discapacitada que ella. Fíjate que, al salir del Louvre, después de ver estatuas como la Venus de Milo, me dijo: “¡Menos mal que yo iba vestida! Si no, con mi aspecto, ¡me hubieran confundido con una figura del museo!”

Gracias por leerme,

Un saludo.

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