De fogones va la cosa. Hoy, protagonista, la cocina. No, no traigo recetas, aunque algo podría hacer con todas las cerezas que me han caído, de golpe, en la cabeza. ¿Les suena la palabra accesibilidad? Ups, a punto he estado de plantarle el signo de hashtag, de las veces que lo hago en Twitter. Estamos más atrasados de lo que creía en cuestiones de electrodomésticos y accesibilidad.
Mi baño de realidad se produce a raíz de plantearme renovar la cocina en unos meses. Cuestiones estéticas aparte, antes de dar el gran paso, leo todo aquello que guarda relación con la cocina. Un error de elección en esto me perseguirá como una pesada sombra en los próximos años. Ya saben. Así que pregunto a los amigos por las últimas tendencias y, cómo no, presto atención a lo que comentan otras personas ciegas en relación a la accesibilidad de los electrodomésticos. Esto no va de que mañana entro en una tienda de cocinas y elijo lo que más me gusta. ¡Qué va! Mi cocina tendrá que ser accesible, por aquello de la autonomía personal, sobre todo.
Una persona ciega no ve, ¿cierto? Si queremos que cocine, habrá que poner en el mercado una cocina que le hable, y que pueda manejar tocando botones. Las pantallas táctiles no son accesibles si no las conciben como accesibles. Es de Perogrullo. Créanme cuando les digo que, a veces, se publicitan aparatos supuestamente accesibles, pero que, en la práctica, no lo son. Aquí, un ejemplo de vitrocerámica que habla.
Hablar habla, pero hay que ser capaz de ver para activar los botones de la pantalla digital. Ya me dirán cómo los localiza una persona que no ve o ve poco. ¿Hasta ahí me siguen los responsables de los departamentos de I+D+E+Z+W+…?
¿A cuántas personas ciegas han visto cocinando los que diseñaron esa vitro? ¿Estos departamentos prueban sus productos antes con una persona ciega total? ¿Conocen de verdad cuáles son nuestras necesidades de accesibilidad?
Cuando me instalaron la vitro, hace años, me advirtieron de que no era ya fácil encontrar vitrocerámicas analógicas, pero siempre confié en que los avances tecnológicos aportarían soluciones de accesibilidad, como así ha sido. Las soluciones existen, pero… ¿por qué no llegan al mercado?
Anteayer un tuit llamó mi atención:
“Descorazonador el panorama de los grandes electrodomésticos y la accesibilidad. Que los primeros resultados que aparezcan sean los fallidos proyectos de empresas que han renunciado a ellos por motivos económicos es terrible”.
Respondí de forma casual. Sin pensarlo mucho, comenté que quería cambiar la cocina en unos meses, esperando, supongo, comentarios positivos y alentadores. Incluso alguna sugerencia de modelos plenamente accesibles.
Al poco, otros usuarios ciegos intervinieron en el hilo aportando sus experiencias con el tema de las cocinas. Vitro versus inducción o cocina de gas y mechero. A cuál más desalentador.
Hoy tenemos muchas papeletas para ser más dependientes. Los alimentos no vienen etiquetados en braille. Por el natural deterioro cognitivo que conlleva cumplir años, tendré más dificultad para distinguir un envase de otro. Pero si ya me hago un lío con tanto bote. Y nada augura que las grandes marcas se tomen en serio la accesibilidad de sus productos. Tampoco se les incentiva. Existe la tecnología, pero… no se aplica.
Ya me dirán qué panorama me/nos espera a las personas ciegas en España, porque en Reino Unido, por ejemplo, la RNIB tiene en su catálogo de productos para ciegos… Tachán… ¡Una cocina de inducción con voz!
Las noticias que, a veces, se publican sobre la accesibilidad inducen a error a quienes no están familiarizados con la discapacidad. Hay ciertos avances, pero o no se aplican o se hace mal, o no llega a nuestro país, como es este caso. Las organizaciones como la ONCE podrían jugar un gran papel en ese sentido.
A diario observo en el parque, a las personas de edad avanzada, sin discapacidad, del brazo de sus cuidadoras. Esto ya lo tenía asumido. Pero ahora me veo, no solo del brazo de la cuidadora, sino también requiriendo ayuda para usar algo tan básico como la cocina. Descorazonador, sin duda, como apuntó el usuario de Twitter que dio pie a este artículo.
Canten conmigo… El futuro es muy oscuro. El futuro es muy oscuro (pongan un gorgorito de Antonio Molina), cocinando con carbón.