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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Los límites del humor

Mariano Cuesta

Hace unos días ocurrió una cosa que me descolocó mucho. Soy seguidor del programa “La vida moderna” de la Cadena Ser. Es un programa que llevan David Broncano, Quequé e Ignatius Farray. Es un programa bastante gamberro que cuestiona a todo y a todos con bastante sorna y llegando a sobrepasar los límites del humor muchas veces.

Pablo Echenique dejó su puesto de diputado regional y ahora lo ocupa Raúl Gay, ambos fundadores de esta sección. En un momento dado del programa Quequé, al que tengo por un gran humorista hizo su sección de la siguiente manera:

Después de esto la verdad es que me quedé muy confundido. Generalmente uno está más o menos alineado sobre los temas o te hacen gracia o no, y es una reacción natural, casi instantánea, pero reconozco que me dejó pensando. ¿Me ha hecho gracia? Fue un momento de no saber cómo reaccionar. Y la verdad es que no me hizo gracia y eso me planteó varias preguntas. Una de ellas tenía que ver con la relativa cercanía al tema que trata o quizá es que fue una chanza sin mayor inteligencia ni elaboración, cosa que me sorprendió bastante de la gente del programa. Me sorprendió la broma fácil, el “insulto”. Sé que es una línea del programa donde a veces se pasan y dicen cosas transgresoras con un estilo peculiar, pero esta vez no fue así.

En los días posteriores al programa hubo una serie de respuestas, sobre todo de medios digitales conservadores como Periodista Digital y Okdiario que se hicieron eco del asunto. Hasta el propio Raúl Gay contestó en Twitter. Su respuesta quitó bastante hierro al asunto e incluso se lo tomó bastante bien, pero yo seguía pensando.

¿Es el humor un aglutinante social? ¿Es un generador de clase? ¿Se puede hacer humor vertical? Ya escribí hace tiempo sobre los límites del humor y las personas con discapacidad y aún no lo tengo claro. Yo soy una persona que se ríe de sí mismo continuamente, pero entiendo que haya gente que no sea capaz y le siente mal.

El humor es un terreno complicado y sus límites producen vértigo e incluso una sensación de extrañeza. Se espera de los cómicos que sean valientes y cuestionen el orden establecido, pero también se espera altura de miras y perspectiva. El humor gratuito generalmente es una torpeza y es lo que ha ocurrido en esta ocasión.

Por otro lado pienso que entrar en el juego de “meterse” unos con otros también es una manera de tratarnos de igual a igual. Pero es algo complicado. La legitimación de ciertas cosas debe pasar por un proceso social. Igual que antes estaba legitimado hacer chistes de homosexuales y negros, ahora eso ya ha pasado a ser censurado por cuestiones que atañen a la supremacía de ciertos grupos sobre otros para mantener el derecho a la igualdad.

Porque es importante considerarnos iguales y no tener que estar sufriendo burlas por nuestra manera de ser o nuestro estado físico o mental. Pero también creo que es una manera sui generis de formar grupo y aumentar la pertenencia. De tal modo que hay ciertos insultos que lejos de pretender ser faltones son muestras de cohesión social. Es un poco raro, pero es así.

Yo aún sigo pensando en si se deberían hacer bromas sobre las personas con discapacidad, aunque creo que el humor, por muy negro que sea, si está bien hecho, debería servirnos para hacernos reflexionar y ver más allá de la broma. Es fácil indignarse cuando nos toca de cerca, pero el resto de cosas que no nos tocan son objeto de nuestras gracias muchas veces y no nos damos cuenta.

[Actualización]

Por la información que estoy recibiendo en redes sociales creo que no se ha entendido muy bien mi artículo. En ningún momento ataco al programa La vida moderna, ni a los humoristas, ni pido nada. Estoy haciendo una reflexión sobre el humor, tomando como caso particular este momento del programa. No me van los linchamientos gratuitos y sí el cuestionamiento de las cosas. Yo soy un seguidor del programa y me gusta mucho lo que hacen por lo general, pero es cierto que cuando me tocó de cerca uno se cuestiona ciertas cosas.

Tal y como explico en el artículo no se trata de echar leña al fuego sino de cuestionarnos cómo funciona el humor y dónde nos toca, pero no es más que humor y como tal así ha de tomarse.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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