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Pablo Echenique en el gallinero: el Congreso de los Diputados mantiene sus barreras para la accesibilidad

Pablo Echenique (UP), en el gallinero, habla con el presidente de edad del Congreso Agustín Zamarrón / Dani Gago (Podemos).

Raúl Rejón

No es el primero, pero sí el más mediático. El diputado de Unidas Podemos, Pablo Echenique, ha asistido este martes al pleno de constitución del Congreso desde el gallinero. La parte más alta y alejada de la tribuna. No tenía más remedio: es la única parte del salón accesible para su silla de ruedas.

El Congreso continúa presentando barreras físicas evidentes para las personas con movilidad reducida. En el edificio principal, un ascensor permite acceder a las gradas altas del salón de plenos, pero, no hay manera sencilla de que un diputado o diputada en silla de ruedas descienda a los escaños de las bancadas más próximas a la tribuna. Acceder al podio desde el que hablar, imposible. En la anterior legislatura ya pudo comprobarse al verse a diputados como Ignacio Tremiño o Francisco Vañó (ambos del PP) intervenían desde la zona de taquigrafía.

“La situación es fatal aunque nos han trasladado el compromiso de abordarlo”, explica el delegado de Derechos Humanos del Comité Español de Personas con Discapacidad (Cermi), Jesús Martín Blanco. Y no todo son las escaleras. Los mostradores de entrada o del registro de iniciativas parlamentarias convierten en invisibles a estas personas. Literalmente. No alcanzan y, por lo tanto, los funcionarios, simplemente, no les ven. El Cermi ha explicado que el Congreso les ha solicitado “sugerencias y pautas técnicas”, para reformar el salón. El comité ha explicado que está “pendiente firmar un convenio con el Congreso para este fin, y llevar a cabo una auditoría que proponga pautas de actuación”.

Desde el 4 de diciembre de 2017, la ley obliga a que los edificios tengan unas “condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación”. También añade que esas infraestructuras deben poder ser “susceptibles de ajustes razonables”. El edificio del Congreso presenta dificultades por su carácter de bien protegido, pero la normativa se publicó en 2013 y daba cuatro años de margen para ir adaptando los entornos.

Martín Blanco señala que, además de los obstáculos físicos, todavía queda bastante para dar acceso a discapacidades sensoriales: “No estarían mal que las pantallas del hemiciclo estuvieran subtituladas. Deberían hacer esfuerzos para hacerlo más sencillo para personas con discapacidad intelectual porque el Congreso no deja de ser la casa de todos”. De momento, y a pesar de los compromisos para corregir la situación, los congresistas en silla tendrán limitado su espacio en el gallinero.

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