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El nuevo administrador apostólico del Patriarcado Latino aboga por el diálogo

El nuevo administrador apostólico del Patriarcado Latino aboga por el diálogo

EFE

Jerusalén —

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El nuevo administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, el arzobispo italiano Pierbattista Pizzaballa, recientemente designado por el papa Francisco, defiende el diálogo entre las diferentes denominaciones cristianas y con líderes de otras religiones como motor fundamental de entendimiento.

Ordenado arzobispo este mes tras haber sido nombrado en el cargo por el pontífice en junio, Pizzaballa, de 51 años y origen italiano, conoce bien la región donde lleva viviendo cerca de tres décadas y se ha desempeñado hasta este año como custodio de Tierra Santa.

“El principal reto para mí en mi nuevo cargo es ayudar a la Iglesia a encontrar al próximo candidato a patriarca latino de Jerusalén y entretanto organizar la administración del Patriarcado”, explicó hoy en entrevista con Efe en la sede del Convento de las Hermanas del Rosario de Jerusalén.

Aparte de buscar al que será el máximo representante de la Iglesia Católica Romana en los Santos Lugares y estar a cargo de tres regiones -Israel, Jordania y Palestina-, su misión más terrenal implica asimismo “retos pastorales para la Iglesia en Jerusalén”.

Entre ellos se cuentan el de los refugiados, la división en las familias, donde los más jóvenes consideran a la Iglesia como algo alejado, o la situación de los trabajadores extranjeros, refiere.

El papa Francisco criticó el martes en Asís la utilización del “nombre de Dios para justificar la violencia” y subrayó que “sólo la paz es santa, y no la guerra”.

Sobre su visión, Pizzaballa defendió en una rueda de prensa previa que “es evidente hoy en día que el principal aspecto de la misión de la Iglesia es el diálogo. Aquí en Tierra Santa el diálogo es muy difícil, es una palabra muy bonita, hablamos de ella continuamente, pero no vemos muchos resultados”.

Sin embargo, no se da por vencido: “Hay que insistir en el diálogo, en primer lugar entre nosotros, los cristianos, y también con otras comunidades religiosas, judías y musulmanas”, dijo.

En declaraciones a Efe consideró que las reuniones entre las diversas denominaciones “no deben ser solo por pura formalidad, sino para abordar los problemas comunes, porque todas las Iglesias en todas las comunidades religiosas afrontan las mismas cuestiones”, para “mostrar que somos capaces no solo de pelearnos sino también de hablar los unos con los otros”.

En cuanto a las relaciones con autoridades de otras religiones, que el arzobispo ha impulsado desde diferentes cargos, cree que “desafortunadamente, aquí las religiones son vistas como fuente de conflicto”.

Pizzaballa expone que el diálogo interreligioso debe servir de guía “para subrayar lo máximo posible a los políticos que deben trabajar a fin de encontrar mejores soluciones”.

E insiste desde la enseñanza de la Iglesia en seguir adelante con pequeños gestos cotidianos para propiciar el cambio.

“No podemos cambiar de forma dramática la situación en Oriente Medio -afirma-, pero ofrecer gestos como los que da el papa, que no ha cambiado la situación en el mundo... sigue la guerra en Siria y en otros lugares, pero estos gestos crean mentalidad”.

Tras iniciar sus votos como fraile franciscano, Pizzaballa aprendió el hebreo, que domina de forma fluida, y desde su cargo de custodio, que inició en 2004, ha impulsado la colaboración y los contactos institucionales con las autoridades israelíes.

En este sentido, cree que puede servir como puente para que Israel y la Santa Sede lleguen a sellar un pacto que regule el estatus de la Iglesia tras dos décadas de infructuoso diálogo.

“Haré lo posible para impulsar un acuerdo, necesitamos uno que otorgue a la Iglesia en Israel un estatus legal, una situación de normalidad. La mayor parte de los puntos ya han sido cerrados y espero que con la reanudación de las negociaciones (en noviembre) podamos alcanzar lo antes posible una conclusión”, confió.

Desde que Israel y el Vaticano establecieron relaciones diplomáticas en 1993, uno de los principales focos de disputa, según reconoció el prelado, ha sido la administración del Cenáculo.

Durante siglos estuvo en manos de la Custodia franciscana de Tierra Santa, pero Sulimán el Magnífico lo expropió en el siglo XVI y con la creación del Estado de Israel en 1948 pasó a estar bajo su administración.

El Vaticano pide ampliar la frecuencia de las oraciones y horarios de apertura para poder celebrar allí la eucaristía más allá de las dos o tres veces en las que sus sacerdotes pueden hacerlo al año.

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