Los autotest se abren camino en España como prueba oficial para detectar el virus del papiloma humano
El 80% de las personas sexualmente activas se infectarán con el virus del papiloma humano (VPH) a lo largo de su vida. La infección es transitoria y sin repercusiones en la mayoría de los casos, pero hay un pequeño porcentaje en el que persiste y puede generar, en el caso de las mujeres, lesiones que desemboquen en un cáncer de cuello de útero (cérvix).
España está cambiando su sistema de prevención para que las pacientes en este improbable escenario estén lo antes posible en el radar sanitario siguiendo el modelo contra el cáncer de colon o de mama. Es decir, que sea el sistema el que vaya detrás del paciente para avisarle y no al revés, dada la alta incidencia del virus.
Para eso, las comunidades han sustituido la citología clásica por una prueba específica de VPH –deben hacer esta transformación este año como plazo máximo, según lo acordado con el Ministerio en 2019– y Catalunya, dentro del margen de sus competencias, ha decidido que las mujeres se hagan esa prueba por sí solas con un kit de automuestra que se recogerá en las farmacias.
El Ministerio de Sanidad respalda este método “siempre que se haga bien” y confirma que al menos otras cinco comunidades también lo están implantando: son Galicia, Asturias, Navarra, Comunitat Valenciana y la Región de Murcia. Euskadi lo ha puesto igualmente sobre la mesa con un amplio estudio sobre sus pros y sus contras. De hecho, el Consejo Interterritorial de Salud incorporará próximamente las autotomas al programa de cribado aprobado hace cinco años, de manera que las comunidades que quieran podrán usarlos.
Entre las ventajas que argumenta la Conselleria de Salut está el aumento de la adherencia de las mujeres y más precisión en afinar cuál es el riesgo de lesiones precancerígenas derivadas del virus porque “se puede genotipar qué tipo de VPH es”. “Al ser más fácil y cómodo, va a llegar a más gente, sobre todo a la población que no está en el radar. Hay estudios que muestran que un alto porcentaje de mujeres con cáncer de cérvix no estaban cribadas”, explicaba David Frigola, responsable de la División de Despliegue Territorial i Gerència d'Organitzacions de l'Àrea Assistencial del Servei Català de la Salut en una rueda de prensa esta semana.
El objetivo es llegar al 70% de cobertura. Hasta ahora, con el “sistema oportunista”, que significa que es la paciente quien debe pedir las revisiones cada tres o cada cinco años, el porcentaje es bastante más bajo en toda España, confirma Sara Morales Torres, coordinadora de la unidad de ginecología oncológica del Hospital Infanta Leonor de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).
“No son muy buenos datos del cribado oportunista, pero de forma paralela como se ha implementado la vacunación, la incidencia debería reducirse de aquí a un tiempo”, asegura. La inmunización contra el virus del papiloma humano forman parte del calendario vacunal de las niñas a edad de 12 años y en 2022 se amplió también a los niños. En el resto de población, solo es gratuita para las mujeres que hayan desarrollado algún tipo de lesión por causa del virus.
Entre los inconvenientes del autotest, la doctora Morales considera que, si lo hace una profesional, “se puede hacer una exploración en la consulta y con esto se pierde”. “Es un tema a discutir porque no hay ningún estudio en España que diga que la autotoma es mejor. Lo único es que es más costoefectiva”, es decir, más barata, analiza la ginecóloga en conversación con este medio.
La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) da la bienvenida a los cribados poblacionales y admite que los autotest “se han planteado a nivel mundial como opción complementaria posible para este cribado”. Sin embargo, “en España no tenemos datos para valorar su utilidad”, precisa Marta Blanco, responsable de asuntos médicos de la AECC.
España tiene una prevalencia media de infección por VPH del 14,3%, porcentaje que llega al 29% en mujeres jóvenes de entre 18 y 25 años. Esto quiere decir que tres de cada diez mujeres sexualmente activas están contagiadas. “El genotipo 16 de alto riesgo y los genotipos 6 y 11 de bajo riesgo son los más frecuentes”, especifica Sanidad.
Solo para mujeres entre 30 y 65 años
En Catalunya funcionará así: la Generalitat va a poner en marcha un programa piloto a lo largo de este año –en el que serán los profesionales los que tomen la muestra–y a partir de 2025 todas las mujeres de entre 30 y 65 años recibirán un SMS para recordarles que deben hacerse la prueba, que consiste en una especie de raspado con un bastoncillo –parecido al hisopo que se usa en las PCR– en la abertura del cuello uterino. La periodicidad será una vez cada cinco años y los resultados se analizan en el laboratorio (no pueden leerse de manera inmediata en el test). Solo en el caso de que sea positivo se hace una citología.
Para las pacientes más jóvenes, sin embargo, se mantiene la citología como la primera prueba para el diagnóstico porque durante la veintena se produce “un pico de infección”, desgranó Laia Bruni, responsable del programa de detección precoz de cáncer de cuello uterino, en su explicación a los medios del programa. En esa franja de edad una gran proporción de mujeres dan positivo pero, recuerda Bruni, “tener VPH no es tener cáncer y no todos los tipos de VPH provocan lesiones cancerosas”.
El punto de corte en la edad para determinar quién se hace citología y quién se hace un raspado –ya sea en el centro sanitario o en casa– se va a fijar en un documento que aprobará previsiblemente la semana que viene el Consejo Interterritorial de Salud, confirman fuentes del Ministerio de Sanidad, que aseguran que se trata de una decisión consensuada con las comunidades autónomas.
Menos citologías en el protocolo
El protocolo cambiará algunas cosas respecto a lo aprobado en 2019. Las citologías eran, hasta ahora, la prueba primaria diagnóstica para las mujeres de hasta 34 años y se hacían cada tres años. Con la modificación, la horquilla quedará reducida de los 25 a los 29 años. Sanidad justifica que el cambio se debe a la evidencia empírica recogida en estos años. Por un lado, argumentan desde el Ministerio, a partir de los 30 el pico de infección se reduce. Por otro, cada vez hay más mujeres vacunadas.
Para las pacientes entre la treintena y los 65 años, la prueba de detección se hará cada cinco años. Si sale positiva, debe determinarse si el riesgo es alto o bajo y comprobar si hay lesiones. Aunque se descarte alto riesgo, la prueba se repetirá al año siguiente. El objetivo acordado entre Sanidad y las comunidades autónomas es que el nuevo sistema de cribado que está terminando de despegar llegue al 100% de implantación – es decir, que toda la población diana sea avisada por el sistema– en un plazo de cinco años.
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