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Cansancio, malestar o dolores de cabeza: una media de 36 síntomas fluctuantes atenazan durante más de seis meses a los enfermos de COVID persistente

Afectada de Covid permanente

Marina Estévez Torreblanca

11 de noviembre de 2020 13:06 h

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Un pequeño porcentaje de los enfermos de COVID de la primera ola continúa sufriendo síntomas más de seis meses después, ya con el virus negativo. Como media padecen 36 dolencias, aunque se han descrito unas doscientas, según la encuesta realizada por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y los colectivos de afectados “Long COVID acts” entre el 13 de julio y el 14 de octubre de este año. El sondeo fue contestado por un total de 2.120 personas, de las cuales, 1.834 son enfermos que presentan síntomas compatibles de COVID–19 persistente o de larga duración, han explicado este miércoles en la presentación sus autores.

El perfil más frecuente es el de una mujer de 43 años, que lleva más de 185 días con síntomas persistentes de COVID–19. La existencia de esta enfermedad hasta ahora desconocida es ya aceptada por muchos médicos, aunque el hecho de que la dolencia sea difícil de diagnosticar y que el resultado de las pruebas de COVID sea ya negativo provoca a veces problemas a estos enfermos, por ejemplo a la hora de pedir una baja laboral, pese a su situación de incapacidad en algunos casos.

De hecho, la mitad de los encuestados califica entre 5 y 10 su propia incapacidad en una clasificación de 0 a 10. “Esto se traduce en una incapacidad notable a la hora de realizar actividades de la vida diaria por parte de los afectados”, explica la SEMG. Por ejemplo, al 30,43% de los encuestados le supone un esfuerzo o les resulta imposible el aseo personal; al 67,99% la realización de las actividades de casa; al 72,52% trabajar fuera de casa; el 70,12% tienen dificultades para atender a las obligaciones familiares diarias y al 74,65% le supone un esfuerzo o imposible el ocio con los amigos y otras personas.

El 50% de los encuestados califica su estado de salud entre 0 y 5 sobre un total de 10. En cuanto a su empeoramiento de su estado, la mitad lo coloca 7–10 sobre 10.

Las dolencias más frecuentes, según el porcentaje de cada síntoma en relación al total de respuestas, son cansancio/astenia (95,91%); malestar general (95,47%); dolores de cabeza (86,53%); bajo estado de ánimo (86,21%); dolores musculares o mialgias (82,77%); falta de aire o disnea (79,28%); dolores articulares (79,06%); falta de concentración/déficit atención (78,24%); dolor de espalda (77,70%); presión en el pecho (76,83%); ansiedad (75,46%); febrícula (75%); tos (73,2%); fallos de memoria (72,63%); dolor en el cuello/en las cervicales (71,32%); diarrea (70,83%); dolor torácico (70,12%); palpitaciones (69,85%); mareos (69,36%); y hormigueos en las extremidades o parestesias (67,28%).

En cuanto a la afectación de los órganos, el 50% de los encuestados tiene siete áreas afectadas, siendo las más frecuentes los síntomas generales (95%), las alteraciones neurológicas (86%), los problemas psicológicos/emocionales (86%), los problemas aparato locomotor (82%), los problemas respiratorios (79%), las alteraciones digestivas (70%), las alteraciones cardiovasculares (69%), las alteraciones otorrinolaringológicas (65%), las alteraciones oftalmológicas (56%), alteraciones dermatológicas (56%), alteraciones de la coagulación (38%) y las alteraciones nefrourológicas (25%).

La mitad de los enfermos que han participado en la encuesta tenían edades comprendidas entre los 36 y los 50 años de edad y procedían de las Comunidades Autónomas de Madrid (35%) y Cataluña (30%), que fueron las más castigadas al principio de la pandemia. Al 78% de los encuestados se les hizo prueba diagnóstica, siendo las más frecuentes la PCR con un 73% de los casos positivos. Del mismo modo, de la encuesta se desprende que al 59% del total se le hizo prueba de seguimiento. A pesar de que al inicio de la pandemia existía una evidente problemática a la hora de acceder a las pruebas, la encuesta no ha encontrado diferencias significativas entre aquellos que tuvieron acceso a las pruebas diagnósticas y no, ni tampoco entre los que los resultados fueron positivos o ya no lo fueron, probablemente porque se hicieron tarde.

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