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La homeopatía no cura ni puede estudiarse en Medicina: claves del plan del Gobierno contra las terapias falsas

La comunidad científica advierte de los riesgos de la homeopatía

Raúl Rejón

El uso de terapias falsas en España no es residual. El 53% de la población cree que la homeopatía es efectiva, según los datos de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología. El 60% considera que la acupuntura funciona. El Gobierno presentó este miércoles un plan para acotar las pseudoterapias desde la publicidad, la evaluación científica, las titulaciones universitarias y los establecimientos donde se aplican estas técnicas.

Fin de las consultas homeopáticas con licencia sanitaria

La legislación actual tiene un apartado que ampara la consideración de consultas de homeopatía y otras pseudoterapias como “centros, servicios y establecimientos sanitarios”.  Un real decreto de 2003 les asigna la denominación U.101 Terapias no convencionales, a las que les basta con que estén a nombre de un licenciado en medicina al describirlas como unidades en las que “un médico es responsable de realizar tratamientos de las enfermedades por medio de medicina naturista o con medicamentos homeopáticos o mediante técnicas de estimulación periférica con agujas u otros que demuestren su eficacia y su seguridad”. Es decir, la legalidad venía a amparar el valor curativo de la homeopatía. Las comunidades autónomas han sido las responsables de aplicar la normativa a la hora de autorizar o clausurar esos centros.

El plan del Gobierno explicita que pretende modificar ese real decreto para clarificar las definiciones de las unidades de asistencia y “eliminar cualquier posible inclusión de pseudoterapias”. 

Sin pseudoterapias en los centros autorizados

Casi de forma lógica, si un establecimiento de homeopatía no puede recibir la certificación de “sanitario”, un centro médico no podrá dispensar estas terapias sin base científica como parte de los tratamientos. La Ministra de Sanidad, Luisa Carcedo, ha especificado que “en un hospital no se podrán aplicar”. Desde luego un médico ejerciendo como tal en un centro reconocido legalmente como, por ejemplo, “proveedor de asistencia sanitaria sin internamiento”, no podría echar mano de la homeopatía. En el epígrafe de esos proveedores están “los centros de salud, las consultas médicas, de atención primaria, consultas de otros profesionales sanitarios e incluso las clínicas dentales”. Todos recogidos en el real decreto que se va a cambiar con su código específico.

Los títulos académicos 

Otro pilar en el que se ha apoyado mucho el Ejecutivo al diseñar este plan “para la protección de la salud frente a las pseudoterapias” es la formación. El nicho de negocio que las terapias no convencionales han ido abriendo en el negocio de la educación no obligatoria debería verse acotado por la nueva normativa.

Este curso ha sido el primero en el que la universidad pública no ha acogido alguna enseñanza oficial relacionada con la homeopatía (desapareció la última asignatura en la facultad de Farmacia de la Universidad de Salamanca). Pero aún persisten multitud de cursos ofertados como “superiores” o de “posgrado” en la enseñanza privada online. 

La idea es que las universidades españolas (y los colegios profesionales) desechen las pseudoterapias como materia de estudio sanitario: “No promover títulos propios u oficiales”, dice el Gobierno. Y añade que pretende aclarar “las prácticas y métodos que no se consideran con conocimiento y evidencia científica suficientes para ser impartidos”. Los títulos propios, muchas veces amparando a escuelas o academias privadas, se han convertido en una fuente de financiación para las universidades que, a cambio de estampar el sello de la institución, perciben un porcentaje de los ingresos por matrícula de los cursos.

Evaluación científica de los métodos

El Gobierno, mediante este decreto, pretende elaborar una evaluación de las pseudociencias “bajo los principios del conocimiento y la evidencia científica”. Supone un viraje oficial ya que la postura de la Administración hasta ahora era mucho más permisiva. En 2011, el Ministerio de Sanidad elaboró un documento en el que, si bien reconocía abiertamente que “pocas terapias naturales han demostrado su eficacia en situaciones clínicas concretas mediante la aplicación de método científicos”, añadía acto seguido: “Esta ausencia de demostración de su eficacia no debe ser considerada como sinónimo de ineficacia”. A partir de ahí, los defensores de la homeopatía han tenido un asidero de influencia política hasta hace bien poco.

Lo anuncios no podrán decir que curan si no lo prueban

El objetivo es evitar la publicidad engañosa de las pseudoterapias para poder acotar la promoción comercial de productos o servicios con pretendida finalidad sanitaria. Al no poder ser considerados disciplinas curativas de patologías no podrán anunciarse con esos efectos a menos que los demuestren. En este sentido, la industria homeopática solo ha solicitado la indicación terapéutica de 12 de los 2.008 productos que quieren regularizar en el recién abierto proceso de autorización.

También se plantea impedir que los encuentros y foros de terapias falsas se hagan pasar por congresos médicos y mostrar al público el certificado de evento científico. Este carácter científico es otorgado por la Administración, según recogía una orden ministerial del 1984. Se redactó ante la proliferación de actos derivados de la multiplicación de sociedades y “el interés social por los conocimientos de investigaciones en el campo sanitario”. El sello de carácter científico implica “un estímulo y respaldo oficial” para estas actuaciones. Es decir, se revestía de interés científico un encuentro sobre terapias alternativas u homeopatía.

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