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Escopetas de balas de goma: las armas “no letales” que pueden matar

Antidisturbios ante un fuego en las calles de Barcelona.

Esther Samper

Cuatro personas han perdido la visión de un ojo tras las cargas policiales en los altercados de esta semana en Catalunya. En todos los casos, las heridas son compatibles con “objetos esféricos” como las balas de goma que dispara la Policía Nacional, aunque los Mossos d'Esquadra también han tirado con proyectiles de 'foam'. Entre ellos está el joven que sufrió el estallido de un globo ocular –finalmente, perdió el ojo– durante el desalojo del aeropuerto de El Prat este lunes, en el que otra persona recibió graves daños en un testículo.

Ese día, según la Policía Nacional, se utilizaron 14 pelotas de goma, mientras que los Mossos recurrieron a pelotas de espuma, viscoelásticas o de foam. Aunque el uso de pelotas de goma para combatir los disturbios está prohibido en Catalunya desde 2014 y los Mossos no pueden recurrir a ellas, tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional sí que están autorizadas a dispararlas en esta comunidad y en el resto de España.

Las lesiones graves en los ojos y los testículos son, precisamente, dos de los riesgos más frecuentes al disparar pelotas de goma frente a los manifestantes, pero los daños documentados por estos elementos no terminan ahí. También se han documentado lesiones en órganos internos y muertes provocadas por impactos de balas de goma en diferentes países.

En España, el caso más conocido y reciente de muerte por el disparo de una pelota de goma (hecho que fue certificado en una autopsia) fue la de Íñigo Cabacas, que falleció en abril de 2012 en Bilbao, tras recibir un impacto en la cabeza.

Además, se sospecha que detrás de 16 muertes y 28 mutilados durante conflictos en Catalunya, País Vasco o Ceuta estaban detrás las balas de goma, aunque judicialmente no se ha podido condenar a ningún miembro de las fuerzas de seguridad por falta de identificación o de pruebas.

Los efectos físicos de un impacto de estos proyectiles 

Los efectos sobre el cuerpo humano que tienen las balas de goma no ha sido un asunto ignorado por la medicina. Diferentes estudios médicos han valorado y caracterizado el daño provocado por las balas de goma en conflictos en diferentes lugares del mundo. La publicación más reciente, exhaustiva y relevante en este asunto se publicó en 2017 en la revista The British Medical Journal. En este estudio se realizó una revisión sistemática de la literatura médica sobre los daños provocados por balas de goma y plástico.

Se seleccionaron 26 artículos que recogían datos desde 1990 hasta 2017. De las 1984 personas heridas por estas balas, 53 murieron como consecuencia de las heridas (es decir, el 3%) y 300 sufrieron discapacidad permanente (el 15%). El 49% de las muertes y el 83% de las discapacidades permanentes se produjeron por impactos en la cabeza o en el cuello. Del total de 2.135 lesiones que se produjeron en aquellos que sobrevivieron, el 71% eran graves, siendo los daños en la piel y las extremidades las más frecuentes. Es necesario aclarar que la mayoría de las lesiones y casi el 80% de los daños permanentes se produjeron por balas de goma que incluían metal.

Los autores concluían lo siguiente: “Observamos que estos proyectiles han causado una morbilidad y mortalidad significativa durante los últimos 27 años, gran parte de ello debido a lesiones penetrantes en la cabeza, el cuello y el torso. Dada su imprecisión inherente, la posibilidad de usarse incorrectamente y las consecuencias asociadas a la salud debido a daños graves, discapacidad y muerte, estos proyectiles no parecen ser armas apropiadas para usarse en un contexto de control de multitudes. Existe una urgente necesidad para establecer guías internacionales en el uso de armas para control de masas para prevenir lesiones y muertes innecesarias”.

Otros estudios médicos publicados con anterioridad apuntaban en la misma dirección. Por ejemplo, un artículo que apareció en The Lancet en 2002 analizó las heridas causadas por pelotas de goma en manifestantes árabes tras altercados con fuerzas israelíes ocurridos en octubre del año 2000. Los autores afirmaban: “La imprecisión de las balas de goma, una puntería inadecuada y la distancia de uso provocan lesiones graves y muerte en un número considerable de personas. No debería considerarse esta munición, por tanto, un método seguro de control de masas”.

Imprecisas y peligrosas

Las balas de goma se usaron por primera vez en 1970, como un invento del Ministerio de Defensa británico para controlar disturbios en Irlanda del Norte y se reemplazaron, con los años, por otros tipos de proyectiles menos lesivos llamados proyectiles de energía atenuada. A pesar de que las balas de goma se emplean, idealmente, como una medida proporcionada para frenar protestas o disolver conflictos, causando dolor, pero sin provocar daños graves e irreversibles sobre las personas, lo cierto es que dos fenómenos físicos hacen que no existan garantías de ello:

La velocidad a la que sale disparada una bala de goma del cañón. Es extremadamente elevada. Esta velocidad depende del modelo de escopeta y bala utilizada, pero está entre los 540 y los 720 kilómetros por hora. Un disparo a corta distancia con estas balas puede ser letal debido a su fuerte impacto y por esta razón las fuerzas de seguridad tienen prohibido disparar a una distancia inferior a 35-50 metros del objetivo. A pesar de que esta directriz es clara, no siempre se cumple y se han registrado casos de personas que han muerto por recibir el impacto de balas de goma disparadas desde cerca o a bocajarro. Fue el caso de Íñigo Cabacas, que recibió un disparo a una distancia de entre 25 y 28 metros.

Trayectoria imprevisible. Al disparar a larga distancia, estas balas de goma se desvían con facilidad. Esto lleva a que, aunque las fuerzas de seguridad estén obligadas a disparar a zonas no vitales como las piernas o al suelo, el desvío de estas balas o el rebote con el suelo puede llevar a impactos en zonas vulnerables como el cráneo, los ojos o los testículos. Es decir, aunque no haya voluntad de provocar graves lesiones, éstas pueden producirse por este comportamiento errático de las balas.

Tanto las Naciones Unidas como el Parlamento Europeo han solicitado en varias ocasiones la prohibición de las balas de goma por sus riesgos. Una alternativa más segura son las pelotas de espuma viscoelástica o foam. Los Mossos y policías de otros países como Francia llevan años utilizándolas.

Estas balas se disparan a una velocidad mucho menor (alrededor de 300 km por hora), ofrecen mayor precisión y su material es más blando, lo que atenúa el daño del impacto. No obstante, estas balas tampoco están exentas de riesgos, pues Amnistía Internacional denunció la muerte de un hombre en Marsella por el impacto con uno de estos proyectiles, y otras organizaciones han informado sobre personas con graves daños en los ojos por estas balas. 

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