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“La gestión pública no está basada en datos, sino en opiniones, y eso es un problema”

Andreu Climent, investigador del departamento de cardiología Hospital Gregorio Marañón y del CIBERCV

Teguayco Pinto

Pocos días después de partir el año, el investigador del Hospital Gregorio Marañón, Andreu Climent, empezó a trabajar en una idea junto a algunos compañeros: crear un evento de dos días para que científicos y políticos españoles cambien impresiones, con el objetivo de mejorar la toma de decisiones. Apenas una semana después, esta iniciativa, llamada Ciencia en el Parlamento, ha empezado a propagarse por las redes sociales, encontrando apoyos entre varias instituciones científicas y diputados de todos los colores políticos.

La idea surgió mientras Climent escuchaba un pequeño programa de radio emitido por el Instituto Astrofísico de Canarias, dirigido por el investigador Héctor Socas y en el que también participaba desde Australia el astrofísico y divulgador Ángel López. “Ángel comentó que los científicos australianos llevaban más de 20 años organizando un evento para compartir impresiones con la clase política y al escucharlo pensamos, ostras, esto se tiene que poder hacer en España”, explica Climent.

También el Parlamento Europeo tiene una iniciativa similar a la del Gobierno australiano, que está activa desde 2005. “Creemos que es fácil defender una idea así, porque es lógica, porque ya se hace en otros parlamentos y porque es necesaria”, defiende Climent. Hablamos con este investigador, que también trabaja para el Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Cardiovasculares, sobre esta iniciativa y sobre las perspectivas de futuro para desarrollarla.

¿Cree que no se valoran los datos a la hora de tomar decisiones?

Creo que, en muchos casos, la gestión pública no está basada en datos, sino en opiniones y eso es un problema. Pero no es solo un problema de la clase política, la sociedad tiene muy poco espíritu crítico y hay mucha gente que no acepta los datos si éstos contradicen sus opiniones. Los científicos estamos acostumbrados a plantear hipótesis, equivocarnos, recibir críticas y no por ello enrocarnos. Ésa es la idea, intentar transmitir el espíritu crítico, más allá de intentar cambiar una política concreta.

Entonces, el objetivo es que se utilice el conocimiento científico en la toma de decisiones

Sí, la idea es poner en marcha un sistema mediante el cual los científicos puedan ayudar en la gestión pública. Nosotros partimos de la base de que si los políticos no utilizan la ciencia a la hora de tomar ciertas decisiones, es porque no la conocen. Cuando uno mira el Congreso o el Senado ve que hay muy pocos políticos que tengan formación científica y una persona que no ha tenido contacto con el método científico, es difícil que lo aplique en su día a día.

¿Ciencia en el Parlamento trata de ser un puente para eso?

Consiste en un evento de dos días en el que políticos y científicos expliquen sus puntos de vista y en el que se puedan organizar reuniones bilaterales para hablar de temas concretos. También para que los científicos aprendan cómo funcionan las cámaras y vean cuáles son los problemas a los que se enfrentan los políticos en su día a día y cómo se les puede ayudar.

¿Solo será un evento de dos días o hay pensadas más acciones?

Por ahora es solo para realizar un evento concreto, porque creemos que las propuestas concretas son más fáciles de defender. Además, si el Congreso y el Senado dedican dos días al año a intercambiar opiniones con los científicos y a valorar de forma crítica los datos y los conocimientos que se tienen, pues ya serán dos días más de los que le dedican ahora mismo.

Eso sí, tampoco queremos que esto se convierta en una reunión para que los líderes de los partidos se hagan una foto y ya está. Hay que hacer que esto se convierta en una costumbre y que se abra un canal de comunicación continua entre la ciencia y la política.

Las decisiones políticas no siempre son técnicas...

Por supuesto, por eso es importante que los científicos nos acerquemos al Parlamento, no solo a transmitir nuestros conocimientos, sino también para entender cómo funciona el congreso y por qué los políticos toman las decisiones que toman. Al final, es un canal de comunicación de doble vía en el que todos salimos beneficiados.

Antes ha dicho que los políticos deberían aplicar el método científico ¿a qué se refiere?

Esencialmente a que tengan un punto de vista crítico sobre la información que se les presenta, a tener la capacidad de aceptar y reconocer los errores propios o de cambiar de opinión si los datos demuestran que su tesis inicial era errónea.

Cambiar una tesis o reconocer un error no es algo muy común en política

Ninguno de nosotros cree que vaya a ser fácil y mucha gente nos dice que somos unos ingenuos, pero para cambiar las cosas tenemos que creer que podemos cambiarlas. Queremos romper paredes de cristal y que haya más fluidez entre los distintos sectores de la sociedad. No puede ser que la clase política esté encerrada en el parlamento, los científicos en sus laboratorios y los empresarios en sus empresas. En ciencia sabemos que cuánto más multidisciplinar es un campo, más innovación hay, y extrapolar esa idea a la toma de decisiones de un país puede ser algo tremendamente fructífero.

Antes mencionó que, a veces, las decisiones políticas no se basan en datos ¿algún ejemplo?

Hay decenas, o incluso centenas, pero uno de nuestros objetivos es tratar de evitar el reproche. Al final, si un gobierno, del color que sea, entiende que esto es algo que va en contra de sus intereses probablemente no lo vea como algo viable. Así que el objetivo es que todo el mundo lo vea como una oportunidad.

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