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Me he vacunado, ¿y ahora qué? Lo que sabemos y lo que no sobre inmunidad y contagios

Un enfermero prepara dosis de la vacuna contra el coronavirus de Pfizer-BioNtech. EFE/Carlos de Saá/Archivo

Esther Samper

8 de marzo de 2021 22:30 h

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¿Qué probabilidades hay de que sufra efectos adversos? ¿Si no he tenido ningún efecto adverso significa que mi sistema inmunitario no ha respondido a la vacuna? ¿Qué tratamiento debería tomar para aliviar los efectos adversos frente a la vacuna? En un primer artículo respondíamos a estas preguntas habituales entre quienes han recibido alguno de los sueros disponibles en España. Pero queda bastante por explicar sobre lo que sabemos (y lo que no) de los efectos de la inmunización a medio y largo plazo.

¿Debería hacerme una prueba de anticuerpos para asegurarme de que estoy protegido de la COVID-19 tras vacunarme?

Por ahora, todas las vacunas comercializadas contra la COVID-19 tienen una eficacia muy elevada a la hora de proteger frente a la enfermedad. Así, prácticamente todas las personas vacunadas evitan la muerte o síntomas graves por el virus SARS-CoV-2 semanas después de haber completado su pauta de vacunación. En cualquier caso, estos tratamientos preventivos no tienen una eficacia del 100% y determinadas personas, por varias razones, no llegan a desarrollar una protección inmunitaria suficiente contra la COVID-19. Ante este hecho, hay quienes se preguntan si tiene sentido realizarse una prueba de anticuerpos para asegurarse de que están efectivamente protegidas frente al coronavirus.

Desde un punto de vista sanitario, no tiene sentido realizarse una prueba de anticuerpos semanas después de haberse vacunado. La primera razón es que una persona puede haber desarrollado una protección inmunitaria robusta y tener anticuerpos bajos o indetectables. Esto se debe a que la protección al coronavirus se debe a diversos factores más allá de los anticuerpos, como la inmunidad celular mediada por linfocitos T. Tampoco hay que olvidar que los niveles de anticuerpos en sangre van bajando poco a poco con el tiempo. Por otro lado, estudiar los linfocitos T de cada persona vacunada no sería factible, más allá del terreno de la investigación, porque requeriría análisis muy lentos y costosos.

La segunda razón es que los test de anticuerpos tienen cierto porcentaje de falsos negativos (que es mayor en las pruebas rápidas de anticuerpos). Es decir, que pueden dar resultados negativos a anticuerpos que realmente sí están presentes en sangre. Por todo ello, realizar pruebas de anticuerpos para ver si la vacuna ha sido efectiva puede causar una confusión y una angustia innecesarias. Debemos tener en cuenta que, cuando lleguemos a la inmunidad de grupo gracias a las vacunas, no solo estarán protegidas las personas inmunizadas por las vacunas, sino también los individuos que no hayan recibido la vacuna por diferentes razones y también aquellos que las hayan recibido y no hayan sido efectivas. Al final, las personas inmunizadas actuarán como “cortafuegos” protectores frente a estas últimas.

¿Puedo contagiar a otras personas tras vacunarme?

Esta es, ahora mismo, la pregunta del millón sobre las vacunas. Aunque sabemos que las diferentes vacunas contra la COVID-19 tienen una gran eficacia para proteger frente a la enfermedad, aún no sabemos qué capacidad tienen para evitar totalmente las infecciones y los contagios. Es posible que ciertas personas vacunadas puedan tener infecciones por el coronavirus de forma asintomática o con síntomas muy leves y puedan contagiar, a su vez, a otras. ¿Qué porcentaje de ellas? Se trata de un dato desconocido actualmente y que se está investigando. La absoluta mayoría de los ensayos clínicos no estudió esta cuestión en su momento porque requería destinar más tiempo y recursos (pruebas PCR con elevada frecuencia entre los voluntarios) para averiguarlo, así que contamos con datos muy limitados.

En cualquier caso, por la información que va llegando de países con un porcentaje ya notable de su población vacunada, como Israel o Reino Unido, parece que las vacunas tienen la capacidad de disminuir los contagios entre la población. Faltan más datos para saber cuál es la magnitud del efecto de las vacunas, pero ya se intuía desde hace meses que las vacunas tendrían un papel benéfico en esta cuestión. Aunque una vacuna no evite al 100% la posibilidad de infección, si la persona tiene una carga viral limitada, es menos probable que se transmita el virus a otras personas.

¿Puedo hacer vida normal ahora que estoy vacunado?

Esta pregunta está íntimamente ligada a la anterior. Dado que todavía no sabemos hasta qué punto algunas de las personas vacunadas pueden infectarse y transmitir el coronavirus a otras y dado que todavía estamos muy lejos de la inmunidad de grupo (tan solo el 2,9% de la población española está vacunada), las personas vacunadas deben seguir tomando las mismas precauciones que la población general. Eso sí, podrán estar más tranquilas y relajadas porque muy probablemente eviten ir al hospital o morir por la COVID-19 si se infectan, pero por responsabilidad hacia las demás, deben seguir cumpliendo las medidas sanitarias.

Lo que ocurrirá, si todo va bien, en un futuro a medio y largo plazo es que poco a poco, con el paso de los meses y conforme el porcentaje de vacunados aumente, se podrán ir eliminando restricciones entre la población general. No va a existir un punto final drástico en esta pandemia, sino que veremos cómo progresivamente vamos volviendo poco a poco a la normalidad. Una normalidad que, no lo olvidemos, no llegará al mundo hasta que todos los países alcancen la inmunidad de grupo.

¿Cómo me puedo reunir con personas no vacunadas?

Las reuniones entre personas vacunadas y no vacunadas apenas presentan riesgos para quienes han sido inoculados, explica el Centre for Disease Conrol and Prevention (CDC) estadounidense en una guía con recomendaciones recién publicada. Aunque la situación en el país americano no es la misma que en España (la vacunación allí va mucho más avanzada, con un 18% de la población que ya ha recibido una dosis y un 9% las dos), las pautas pueden ser extrapolables.

Así, explica el organismo, habrá que tener en cuenta las condiciones concretas de la persona a visitar. Si no es de alto riesgo, el CDC no ve problemas en no mantener las medidas habituales de seguridad, y pone como ejemplo a dos abuelos completamente vacunados visitando a su hija y nieta sin vacunar: no sería necesario en este caso usar mascarillas ni guardar distancias de seguridad y la reunión se puede celebrar en interiores porque apenas hay riesgo. Sin embargo, si la persona a visitar es de alto riesgo, el CDC sí recomienda utilizar la mascarilla y mantener la distancia. Estas mismas medidas se aplicarían si la reunión incluye a varias personas que provienen de distintos hogares. En este caso el riesgo de transmisión aumenta y se pide que la visita se haga en el exterior, con mascarillas y distancia.

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