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Los paseos de los niños inauguran el reto de una etapa de mayor “responsabilidad individual” en el control de la epidemia

Un menor se asoma a la ventana de su casa durante el confinamiento. / Europa Press

Sofía Pérez Mendoza

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Más de la mitad de los españoles (57%) piensan que lo peor de la crisis sanitaria “ya ha pasado”, según un barómetro de Metroscopia. El porcentaje de optimistas es nueve puntos superior al de la semana pasada. España avanza, en este clima, hacia la fase de desescalada del desconfinamiento. El Gobierno ha puesto el horizonte en la segunda quincena de mayo. Sin embargo, Sanidad advierte preventivamente de que la nueva etapa será más larga, más compleja y exigirá “una responsabilidad individual” mucho mayor que hasta ahora para mantener la epidemia bajo control.

“Vamos a tener que tomar un papel mucho más activo y asumir más responsabilidad a nivel individual porque tenemos el riesgo de brotes epidémicos intensos”, advirtió este miércoles Fernando Simón tras la reunión del comité técnico. Ya no se tratará solo de acatar el confinamiento y las pocas excepciones para salir bajo el estado de alarma sino de gestionar la libertad individual, que irá desacotándose en las próximas semanas y meses de forma paulatina. El presidente del Gobierno ha avisado, además, de que “no habrá medidas definitivas”, con lo que cabe dentro de lo posible que se den pasos hacia atrás durante el proceso de desescalada.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado de que “el mayor peligro ahora es la complacencia” ante el coronavirus. El director general, el doctor Tedros, insistió este miércoles en la “nueva normalidad”. “Es comprensible que las personas quieran seguir con sus vidas”, pero “el mundo no puede volver a ser como era”, dijo. La salida de los niños y niñas, acompañados de sus progenitores, para dar paseos a partir del domingo pondrá por primera vez a prueba esta responsabilidad “personal” con una mínima aproximación a esa nueva normalidad. 

Los epidemiológos advierten de que el gran reto va a ser mantener las medidas básicas de distanciamiento social e higiene (mantener un metro de distancia, lavarse las manos...) durante un largo periodo de tiempo. “La sociedad va a estar en tensión por un tiempo indeterminado con medidas, digamos, que son contrarias a nuestras costumbres y con miedo, que va a operar como un factor determinante”, explica Manuel Franco, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Alcalá de Henares. El 83% de los encuestados por Metroscopia para el último barómetro, publicado el 22 de abril, se declara muy o bastante preocupado por contagiarse. 

Con la salida de los niños se inaugura un “cambio en la norma”, apunta el experto. “Ahora hay una norma colectiva y por encima está la ley. Si la violas, te pueden multar. A medida que se vaya avanzando en el desconfinamiento va a ser más complicado porque la responsabilidad se instala, en el caso de los niños, en el padre o la madre. Para que su niño no se junte con el colega del barrio si se encuentran por la calle o para evitar que se den siete abrazos. Es imposible que tengamos un estado policial para controlar eso”. 

En los últimos días, el Gobierno ha apelado al “sentido común” como guía. “Si salimos con un niño al supermercado y vemos una aglomeración de personas tal vez es mejor darse la vuelta”, ejemplificaba Simón este miércoles, tras la rectificación del Ministerio de Sanidad para poder para dar paseos con los menores de 14 años y no restringir sus salidas al acompañamiento de adultos a las actividades ya permitidas.

Un nuevo “confinamiento individual” 

Para el filósofo y dramaturgo Javier Gomá, el “confinamiento masivo y coactivo” pasará a ser un “confinamiento individual” en el que “cada uno debe dictarse sus propios límites”. Esos límites se establecen, asegura, sobre una “máxima moral absoluta: no te contagies y no contagies”. “Eso tiene que reorientar todo el comportamiento de una ciudadanía que se presupone madura”, añade. 

La idea de “cuídate para cuidar a los demás” se ha difundido desde hace varias décadas en España a través de campañas de prevención de otras enfermedades infecciosas, como el VIH. “Eso se puede extrapolar para esta epidemia”, señala el presidente de CESIDA, Ramón Espacio, que avisa de que “no se puede cargar toda la responsabilidad en el individuo y olvidar que es pública y social”. “Se necesitan medios, directrices claras y un sistema de salud fuerte”, subraya. 

Los psicólogos, que ya han identificado las emociones ligadas al confinamiento en esta primera etapa, esperan ahora “niveles de ansiedad muy altos ante la exposición a la incertidumbre”. “Vamos a tener que asumir que salimos con riesgo de contagio. No con riesgo de contagio para mí, que yo puedo pasar bien la enfermedad, podemos contagiar a los seres que más queremos. Esto puede generar incluso emociones de ira, interna y externa, ante el incumplimiento de las medidas de seguridad por parte de otras personas”, apunta Vanessa Rodríguez, doctora en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. 

Rodríguez anticipa también diferencias individuales en la asunción de la responsabilidad colectiva ante una situación que puede “ser ambigua”. “Convivirán las personas que respeten las pautas con un nivel de ansiedad y de miedo altos con otras que no cumplan con el autocuidado porque se sientan sobreseguras o porque no tengan esa conciencia de protección social. Serán las menos, como pasa también ahora”, explica. 

Para la exposición a esta nueva normalidad aún habrá que esperar. La transición solo se pondrá en marcha, ha reiterado Sanidad, cuando el sistema tenga capacidad para detectar de forma precoz los brotes (con controles de contactos) y pueda sacar el riesgo de la población general. Y, además, garantizar que la sanidad tiene recursos para absorber un posible pico sin desbordarse. “Espero –concluyó Simón– que pueda ser pronto”. 

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