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El mosquito tigre, transmisor de graves enfermedades, dobla su presencia en España en cinco años

Ejemplar de mosquito tigre

Raúl Rejón

La Organización Mundial de la Salud ha certificado este martes que muchos países se han visto ya obligados a desarrollar (y pagar) programas específicos de salud para afrontar “los crecientes riesgos” que crea la crisis climática. En el primer lugar de la lista de amenazas que reportan los estados a la OMS aparecen “las enfermedades transmitidas por vectores”, por ejemplo, insectos: en España, uno de estos vectores invasores, el mosquito tigre, ha aprovechado el cambio climático para duplicar su presencia en cinco años, según el último recuento del Ministerio de Sanidad.

El mosquito tigre (Aedes albopictus) pertenece a la familia que contagia el zika, el chikungunya y el dengue. Si en 2013 unos 360 municipios presentaban focos de albobictus, en 2018 la cifra se ha disparado hasta los 728. Se trata de una de las 100 especies invasoras más dañinas, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Es agresivo y antropófilo: vive alrededor de los humanos, de los que se alimenta. A mayor densidad de población del mosquito tigre, más probabilidades de que contagien alguna de estas enfermedades.

En España, hasta 2018, solo se habían detectado casos de dengue importados de zonas tropicales. Un turista regresaba infectado y se le diagnosticaba al finalizar su viaje. Sin embargo, ese año se produjeron seis contagios autóctonos: los mosquitos invasores establecidos en España transmitieron el virus del dengue en Murcia, Andalucía y Catalunya. El virus llegó con dos personas que habían viajado a zonas con brotes, pero se propagó por los insectos que se multiplican aquí.

Se trata de un fenómeno implacable. El pasado octubre en Var, al sur de Francia, se diagnosticaron dos casos de contagio de zika autóctono. La combinación de repunte de estas patologías en su zonas endémicas, con el aumento de los viajes intercontinentales y la expansión de vectores exóticos en los países que ahora ofrecen nuevos hábitats a estos insectos, como describe el Centro Europeo de Control de Enfermedades, augura contagios de estas enfermedades.

Progresión imparable

La mayoría de las colonias de este mosquito están en Catalunya –lugar de entrada de la especie– con más de 500 localidades invadidas. Pero la expansión queda ilustrada por la progresión imparable a otras comunidades: de los 55 municipios confirmados en la Comunidad Valenciana, Baleares y Región de Murcia en 2013, se pasó a 188 en 2016. En 2014 se realizó la primera detección en Andalucía y Euskadi.

En esa progresión imparable, el curso pasado se cerró con 222 municipios con presencia de mosquito tigre fuera de Catalunya. Sanidad explica que “este insecto es muy sensible a las condiciones climáticas, que son las que finalmente determinan que consiga establecerse en un área específica”. El cambio climático le está proporcionando esas condiciones.

El Programa de seguimiento de vectores exóticos del Ministerio de Sanidad deja claro desde hace años que la invasión del Aedes albopictus está alimentada por el cambio climático: los insectos tropicales como el mosquito tigre “no deberían poder establecerse en zonas del hemisferio norte como España por ser demasiado frías para su ciclo vital, sin embargo, en los últimos años, se está produciendo un cambio en el clima que está originando un calentamiento global y progresivo de la tierra que, junto a una distribución desordenada de las lluvias, puede facilitar la supervivencia de estos mosquitos y la colonización de nuevos hábitats”. 

Dicho y hecho. Desde que se detectara este vector en Sant Cugat el Vallès en 2004, el avance ha ocupado la costa mediterránea y se ha desplazado al interior. En 2011 llegó a la provincia de Castellón, en 2012 a Mallorca, en 2013 a la de Valencia. En 2014 se comprobó en Málaga.

Por el norte, en la zona de Irún-Behobia (Gipuzkoa), están certificados varios focos desde 2013, pero, además, el año pasado se alcanzó la mayor presencia detectada en esa área “lo que sugiere que va incrementando la densidad”, explican en el programa de seguimiento. El mosquito ha llegado a Bizkaia a sendas zonas próximas a centros logísticos de Basauri y Barakaldo “con alto movimiento de mercancías”. La especie se encuentra pues “en pleno proceso dispersivo”, apuntan. Sigue invadiendo en Euskadi lo que presagia que puedan establecer allí una base “desde donde exportar mosquitos por el norte de España”.

Recursos públicos

Además, la expansión del mosquito tigre se lleva un buen puñado de recursos públicos. Millones de euros que diferentes administraciones están dedicando a esta invasión biológica. La Generalitat catalana gasta alrededor de un millón de euros en planes para el Baix Llobegrat y las Terras de l'Ebre. La Diputación de Castellón modificó su presupuesto al arrancar 2019 para dotar de un millón al plan de control del mosquito tigre. El Gobierno de la Comunitat Valenciana presupuesta unos 400.000 euros anuales (aunque ha tenido problemas de ejecución). 

Suma y sigue por la costa mediterránea. El Ayuntamiento de Orihuela (Alicante) ha adjudicado este año un contrato de tres años y 300.000 euros para luchar contra el albopictus. El Consistorio de Murcia hizo lo mismo en 2018 con una contrata por cuatro años y 434.000 euros. El Plan de Control de la Diputación de Huelva se lleva más de dos millones de euros cada año. 

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