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Nobel de medicina para la primera inmunoterapia contra el cáncer

Tasuku Honjo (izquierda) y James P. Allison, Nobel de Medicina 2018

Teguayco Pinto

“Los Premios Nobel de este año han establecido un principio completamente nuevo para la terapia del cáncer”. Así se anunciaba hace apenas unos minutos la entrega del premio Nobel de Medicina a James P. Allison y Tasuku Honjo, los principales artífices de la inmunoterapia, un tratamiento basado en estimular la capacidad inherente de nuestro sistema inmunológico para atacar las células tumorales.

Por cuarta vez en la historia de los Nobel, la academia sueca ha decidido premiar a un avance en la lucha contra el cáncer. Primero lo hizo con el tratamiento hormonal para el cáncer de próstata en 1966, después llegaría el reconocimiento de la quimioterapia en 1988 y el del trasplante de médula ósea para la leucemia en 1990. Ahora, el premio se lo ha llevado la lucha contra el cáncer avanzado,  que sigue siendo inmensamente difícil de tratar.

Liberar el freno del sistema inmune

La historia de la inmunoterapia contra el cáncer comenzó en la década de los noventa, cuando Allison y Honjo demostraron de forma independiente que presionando las teclas celulares adecuadas podían desencadenar una respuesta inmunológica que destruiría las células tumorales.

Allison estudió una proteína que funciona como un freno para el sistema inmune, denominada CTLA-4, y se dio cuenta del potencial de liberar el freno para que nuestras células inmunes puedan atacar los tumores gracias a sus estudios en ratones.

A pesar del poco interés de la industria farmacéutica, Allison continuó sus intensos esfuerzos para desarrollar la estrategia en una terapia para humanos y pronto surgieron resultados prometedores de varios grupos. En 2010 un importante estudio clínico mostró efectos prometedores en pacientes con melanoma avanzado, un tipo de cáncer de piel. Este estudio daría lugar a la aprobación en 2011 del ipilimumab, el primer medicamento oncológico contra el melanoma metastásico.

Paralelamente, a principios de los 90 Tasuku Honjo había descubierto otra proteína en las células inmunitarias, conocida como PD-1, que también funciona como un freno, pero con un mecanismo de acción diferente. 

Honjo continuó estudiando esta proteína y sus efectos hasta que en 2012 un estudio clave demostró una clara eficacia en el tratamiento de pacientes con diferentes tipos de cáncer. Los resultados fueron muy importantes, lo que llevó a una remisión a largo plazo y a una posible curación en varios pacientes con cáncer metastásico, una afección que anteriormente se había considerado esencialmente intratable.

Ambos investigadores demostraron que las estrategias para inhibir los frenos en el sistema inmunológico podían ser utilizadas en el tratamiento del cáncer y que las terapias basadas en este descubrimiento podían ser sorprendentemente efectivas en la lucha contra el cáncer, algo que ha sido calificado por la academia sueca como “un hito en nuestra lucha contra el cáncer”.

Nuevos estudios clínicos indican que la terapia combinada, dirigida tanto a CTLA-4 como a PD-1, puede ser aún más efectiva, como se ha demostrado en pacientes con melanoma. Así, Allison y Honjo han inspirado esfuerzos para combinar diferentes estrategias para liberar los frenos del sistema inmunológico con el objetivo de eliminar las células tumorales aún más eficientemente. 

Terapias con precios polémicos

Pero las nuevas terapias contra el cáncer también están teniendo un lado polémico, el precio que están alcanzando en el mercado farmacéutico. Varios estudios publicados durante los últimos años han alertado del importante aumento de precios de los nuevos tratamientos que actualmente se sitúa por encima de los 300.000 euros.

El problema afecta sobre todo a los tratamientos personalizados, que son aquellos más costosos y complejos. Un estudio publicado en la revista de oncología de la Asociación Médica Estadounidense advertía en 2016 de este hecho, asegurando que el valor medio pagado por las aseguradoras y los pacientes por un nuevo medicamento había pasado de 1.800 euros en el año 2000 a más de 10.000 en 2014.

Los autores de otro estudio publicado en 2016 sobre los precios de las nuevas terapias contra el cáncer también alertaban de la deriva del mercado farmacéutico y concluían que para reducir los costos de estos medicamentos habría que afrontar un cambio de modelo que considerase la implementación de políticas de control de precios, tanto en el momento del lanzamiento, como en los años posteriores.

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