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El Orgullo Crítico toma la calle para recuperar la rabia de Stonewall medio siglo después

Manifestación del Orgullo Crítico en Madrid

Marta Borraz

Con la vista puesta más que nunca en 1969, el Orgullo Crítico sale a calle en Madrid para reivindicar el espíritu combativo de una cita que tuvo su origen en una revuelta. Tal día como hoy hace 50 años, los clientes del pub neoyorkino Stonewall Inn se levantaron contra la irrupción de la policía en una de sus múltiples redadas y hartas de la represión que sufrían. Como cada 28 de junio y con el objetivo de conmemorar estos hechos y denunciar la “deriva comercial” del que llaman 'Orgullo oficial', el 'otro Orgullo' se manifiesta en la capital en plena ola de calor.

Purpurina, plumas, caras pintadas y mucho color. Bajo el lema “Despierta tu rabia”, la manifestación ha partido pasados casi 20 minutos de las 19.00 horas de la madrileña plaza de Jacinto Benavente para culminar en la plaza de Pedro Zerolo, renombrada así en 2015 y situada en pleno corazón de Chueca.

Convertida en un símbolo de diversidad, la marcha es un puzzle de color y un abanico de cuerpos e identidades que pretenden reivindicar la visibilidad de todo el colectivo. Aunque el sol que hace a los termómetros alcanzar los 40 grados, no ha dejado a la gente en casa y el calor marcaba buena parte de las conversaciones antes del inicio de la manifestación.

La marcha mantiene la afluencia de los dos últimos años después de que la de 2017, que quiso plantar cara al World Pride celebrado en la capital, la convirtiera en multitudinaria. Personas a título individual envueltas en banderas y varios bloques representando a distintos colectivos desafían al calor madrileño botella de agua en mano. Todos, eso sí, coinciden en denunciar “la comercialización” en la que ha derivado, a su juicio, la cita oficial: “Se ha convertido en un desfile, pero todavía ha que seguir luchando contra un sistema que nos quiere en el armario”, cuenta David, un joven gay que recuerda las 623 agresiones LGTBIfóbicas registradas por los colectivos en 2018.

Vicky espera a la sombra al resto de compañeras con las que marchará cerca de la pancarta de cabecera esta tarde. “Aquí hay más protesta. Somos los de abajo, los que no tenemos privilegios ni muchas oportunidades en este sistema de decidir lo que somos”, señala. Esta mujer trans y migrante, que llegó de Honduras hace tres años, reconoce que acudirá también a la manifestación estatal del día 6, pero asegura sentirse más representada hoy: “El otro es más comercial”, concluye.

La reivindicación de las personas trans y la lucha por la despatologización de la transexualidad -dejar de considerarlo una enfermedad- ha marcado parte de la manifestación, que ha avanzado con lentitud debido a la gran cantidad de gente. Lemas como “No es mi cuerpo, es tu mirada” o “mi documentación no admite discusión” ilustran la pelea de estas personas para ser reconocidas social y legalmente como lo que son. Entre otras cosas, piden la derogación de la ley de identidad de género, en vigor desde 2007, que les obliga a cumplir varios requisitos médicos para cambiar su nombre y sexo legal en el Registro Civil.

“Apenas hay referencias sobre nuestra identidad, hay un vacío”, dice Hylian, una persona trans que se identifica como no binaria. “Cuando me descubrí y descubrí la etiqueta tuve que hacer muchísimas búsquedas y bucear mucho porque hay muy poca visibilidad”, lamenta a sus 15 años.

“Abran las fronteras, queremos más bolleras”

La marcha avanza entre gritos de “menos negocio y más derechos” y “Orgullo no se vende, se defiende” y deja atrás la Puerta del Sol. En la simbólica plaza, la Plataforma de Encuentros Bolleros ha hecho una acción con el objetivo de reivindicar la visibilidad lésbica y antirracista dentro de estos mismos espacios: “Venimos como bloque crítico dentro del Orgullo Crítico porque también en estos ambientes hay machismo y racismo”, explica Gabriela, integrante de la plataforma. La acción, que ha parado la manifestación por un momento, ha consistido en que varias mujeres racializadas se han colocado tras la pancarta que reza “Bloque bollero. Existimos y resistimos”. Lo han hecho al grito de “abran las fronteras, queremos más bolleras” mientras abrían varios botes de humo morado.

Como cada año, el sentido de este Orgullo alternativo es organizarse al margen de la manifestación que tendrá lugar el próximo sábado día 6 y a la que acusan de apropiarse del discurso LGTBI “para obtener rédito económico, político y social”.

Consideran sus organizadores que la cita oficial ha perdido la esencia de la protesta y se ha vaciado de contenido para convertirse fundamentalmente en un evento festivo que atrae a miles de turistas cada año. Así, no ven con buenos ojos a los colectivos LGTBI que están detrás de la organización y citan como punta de lanza el entramado empresarial que patrocina el evento y que tiene su reflejo en las carrozas con grandes logos de compañías y partidos políticos que desfilan en la manifestación.

Autonombrado como anticapitalista, feminista y antirracista, el Orgullo Crítico tiene por objetivo visibilizar a todas las personas que, denuncia, no están lo suficientemente representados en el oficial debido a la preeminencia del hombre gay y blanco. Este año, además, se suma la irrupción de Vox en las instituciones, que directamente cuestiona los derechos LGTBI y cuyo discurso ha reforzado este año el lado reivindicativo del Orgullo en general.

El desafío que supone la presencia de la extrema derecha y los pactos que tanto PP como Ciudadanos han hecho con los de Santiago Abascal en distintas Administraciones ha redoblado este año la crítica a los partidos por el llamado 'pinkwahing'. Este término inglés da nombre a las estrategias por las que formaciones, empresas y países se muestran simpatizantes con el colectivo LGTBI pero al mismo tiempo vulneran los derechos humanos. Para la comunidad LGTBI, un ejemplo es el PP en el Ayuntamiento de Madrid, que ha colgado la bandera arcoiris en un lateral de Cibeles, desplazada por la de España, al mismo tiempo que se pliega ante Vox, que directamente ha pedido la derogación de las leyes contra la homofobia y la transfobia de la Comunidad de Madrid.

“Nunca hemos bajado la guardia, pero a mis 42 años creo que estamos en el momento más crítico por el que hemos atravesado”, señala Ana, una mujer lesbiana integrante de la Plataforma de Encuentros Bolleros. Le complementa Sergio, que ha venido con sus amigos de instituto. A sus 17 años, lo tiene claro“ ”Ni un paso atrás“, grita mientras la cabecera de la manifestación desemboca en la plaza de Pedro Zerolo.

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