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Cómo recalienta España el cambio climático: las olas de calor duran el triple que a finales del siglo XX

La sequía permite hallar en mayor presa de Cuba un sitio aborigen del siglo XVI

Raúl Rejón

“España es un territorio con elevado riesgo ambiental”. Así la define el Instituto Geográfico Nacional (IGN). Y el calentamiento global está exacerbando ese peligro: las estaciones meteorológicas en España constatan cómo se repiten cada vez más los picos de alta temperatura sostenidos en el tiempo y extendidos a gran parte del territorio. Las olas de calor duran tres veces más. La media de días con una ola ha pasado de una media de cinco jornadas al año en el último cuarto del siglo XX a nueve días en lo que va de siglo XXI, según el último recuento anual de la Agencia Estatal de Meteorología cerrado a finales de marzo pasado. Sin embargo, la serie se acelera muchísimo los últimos cuatro años: la media está en 15,4 días con picos de calor, más del doble que el promedio entre 1975 y 2018 que está en 6,5 jornadas y el triple que a finales del siglo pasado.



El IGN ha incluido en su análisis de riesgos ambientales de España que, además de la sequía y las inundaciones “en la actualidad han adquirido importancia la erosión, las olas de calor, los incendios forestales y los temporales con vientos violentos”. Este mismo mes se ha alertado de que las olas y vientos extremos vaticinan inundaciones más destructivas en las zonas costeras.

Sucesión de los años más calurosos

No cualquier subida de la temperatura es una ola de calor. Deben registrarse, al menos, tres días seguidos en el que un 10% de la red de medición esté por encima de su umbral de temperaturas más cálidas en la serie entre 1971 y 2000. A partir de 2010, España está batiendo con frecuencia sus registros de temperatura global: 2011, 2014, 2015 y 2017 han ido sucediéndose como los años más cálidos desde que hay registros.

Así que en los cursos más recientes se están produciendo las olas de calor más largas y extensas, además de contabilizarse más episodios diferentes en un mismo año. “La ola más importante”, en España, según la califica la Aemet, se dio en 2015. Encadenó 26 días seguidos. “Una ola de calor excepcional por su duración”, explica la Agencia. “También destaca por su extensión” ya que afectó a 30 provincias.



La segunda más destacada también se dio ya entrado este siglo: la ola de 2003. “Especialmente destacable en todos los sentidos”, explican los meteorólogos. Por su duración (16 días), por su extensión y por los valores alcanzados. Ese pico se dio, además, en un año ya de por sí muy cálido: el verano más caluroso de la serie histórica española con muchas zonas superando los 40ºC. La Organización Meteorológica Mundial considera que las temperaturas extremadamente altas de 2003 implicaron la muerte de 15.000 personas y lo cataloga como el peor impacto climatológico del país entre 1970 y 2012.

El podio de la Aemet lo completa el año 2012 cuando, entre los días 8 y 11 de agosto, 40 provincias soportaron picos prolongados de temperatura en la península y Baleares (las Islas Canarias tienen una idiosincrasia climática propia). Es la más intensa en extensión hasta el momento de toda la serie. No acaba ahí la cosa. El año con más número de olas se produjo en 2017 cuando la Aemet documentó cinco episodios diferentes.



Las olas de calor no son un fenómeno exclusivo de las provincias donde el mercurio sube más alto. Inciden en todo el territorio español. Cada zona tiene su calor frontera. Si en el interior de Córdoba, Huelva o Sevilla hay que rebasar los 41 grados (incluso puntos con 43) para disparar una ola de calor, en la costa de Cádiz o Asturias basta con irse a los 26 ºC. En el litoral cántabro la frontera es de 27,5ºC.

Estos episodios, empeorados por el cambio climático, suponen un impacto directo del calentamiento global de la Tierra en la salud. La temperatura extrema es un precipitante de la mortalidad. El calor agudiza patologías previas y, como indicaba la investigadora del Instituto de Salud Carlos III Cristina Linares a eldiario.es, “acentúa la mortalidad en los días siguientes al episodio”. “A partir de determinado umbral de temperatura las muertes aumentan de manera notable”, explican en el Ministerio de Transición Ecológica. Y cada provincia tiene asignada una temperatura umbral.

Con todo, la ciudadanía está adaptándose a la nueva situación. El Instituto de Salud Carlos III ha constatado que la mortalidad por olas de calor ha descendido en la última década gracias a lo que denominan “cultura del calor”. Adaptaciones en la manera de afrontar los picos térmicos. Si antes cada grado por encima de los límites implicaba un 14% más de mortandad, ahora ese riesgo está en el 1%. Para la investigadora Linares, que es una de las autoras de este estudio, esta adaptación arroja “cierto optimismo” porque, ante el hecho constatado de que “hay más olas de calor y más intensas, la mortalidad asociada es menor”.

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