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El incremento de grandes olas y vientos extremos anuncia inundaciones costeras cada vez más destructivas

El aumento del tamaño de la olas puede aumentar la frecuencia de las inundaciones

Teguayco Pinto

El pasado mes de noviembre las olas gigantes provocadas por un temporal marino arrancaron los balcones de un edificio costero en la isla de Tenerife. En enero, la policía de A Coruña se vio obligada a cortar el paseo marítimo, inundado por el fuerte oleaje y, en marzo, otro temporal provocaba importantes daños en varias playas de Andalucía. Este tipo de eventos no son una novedad en España, sin embargo, un estudio publicado hoy en la revista Science muestra como, en las últimas tres décadas, la velocidad del viento y la altura de las olas han aumentado en la mayoría de los océanos del planeta, lo que, unido a los efectos del cambio climático, aumentará la frecuencia de este tipo de temporales.

Según los resultados del estudio, el análisis de los datos satelitales recogidos entre 1985 y 2018 muestra “pequeños aumentos en la velocidad media del viento y en la altura de las olas durante este período, con aumentos más fuertes en condiciones extremas”. Es decir, las olas más grandes y los vientos más fuertes son los que más han aumentado durante las últimas tres décadas.

El efecto ha sido observado en todos los mares del planeta, pero el Océano Antártico y el Atlántico Norte son los que presentan los aumentos más importantes. En el Antártico, los vientos extremos han aumentado en casi 6 kilómetros por hora desde 1985, lo que supone un incremento del 8%, mientras que en el Atlántico Norte el incremento ha sido de algo menos de 5 km/h. Durante este mismo periodo, las olas han aumentado en 30 centímetros en el polo, lo que supone un crecimiento de un 5%, mientras que las de aguas atlánticas han aumentado unos 26 centímetros.

“Aunque estos aumentos no parecen mucho”, afirma el principal autor del estudio, el profesor de la Universidad de Melbourne, Ian Young, “si se mantienen en el futuro, pueden tener un impacto importante”.

Un aumento de las inundaciones costeras

Estudios anteriores ya habían demostrado que el cambio climático está provocando un aumento de los eventos meteorológicos extremos, como grandes sequías, inundaciones o temporales marinos. Pero estos nuevos datos son diferentes y lo que muestran es que también se está produciendo un incremento sostenido del tamaño de las olas y de la velocidad del viento.

Sobre si este incremento se debe al calentamiento global, Young se mantiene cauto y asegura que “necesitamos una mejor comprensión de cuánto de este cambio se debe al cambio climático y cuánto se debe a fluctuaciones o ciclos”. Sin embargo, este investigador destaca que “el aumento de la altura de las olas y los cambios en otras propiedades como su dirección, aumentarán aún más la probabilidad de inundaciones costeras”, algo que, sumado al aumento del nivel del mar provocado por el cambio climático, “hará que estos eventos sean más graves y frecuentes”.

Además, los investigadores advierten de que la variación detectada no solo afecta a los temporales que pueden llegar a la costa. Según el estudio, los patrones oceánicos de los vientos y las olas desempeñan un papel importante en los sistemas climáticos y pueden interactuar con el calentamiento global, ya que “el viento sobre aguas abiertas define en gran medida la rugosidad de la superficie, lo que puede tener una influencia notable en la transferencia de energía y dióxido de carbono entre la atmósfera y el océano”.

Por lo tanto, concluyen los investigadores, es necesario conocer con más precisión el estado del viento y las olas en el océano, así como saber si las condiciones extremas están cambiando para realizar predicciones climáticas lo más precisas posible.

La medición con satélites

Un aspecto clave para hacer proyecciones precisas de los vientos y las olas del océano es comprender si sus características han cambiado en las últimas décadas y los mecanismos que pueden estar impulsando esos cambios. Sin embargo, hasta ahora la determinación de estas variaciones no se había podido hacer de forma precisa, ya que los datos ofrecidos por las boyas oceánicas no permitían estudiar las tendencias a largo plazo.

Sin embargo, el registro de los datos obtenidos por satélite puede proporcionar una cobertura global y abarcar un periodo de tiempo de 33 años, ya que los primeros registros datan de 1985. Los autores de este nuevo estudio han utilizado una base de datos de 31 misiones satelitales que recogían datos de la velocidad y la dirección del viento y la altura de las olas mediante tres tipos diferentes de detectores.

“El análisis de los tres conjuntos de datos muestra que ha habido tendencias positivas estadísticamente significativas en la velocidad media del viento y tendencias más fuertes en valores extremos durante este período”, concluyen los investigadores. Además, “el aumento de los vientos extremos va acompañado de un aumento de las olas extremas”, especialmente notable en los océanos Atlántico y Antártico.

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