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Opinión - '¿Abstenerse el PSOE para que gobierne el PP? No rotundo', por R. Artal

¿Abstenerse el PSOE para que gobierne el PP? No rotundo

Feijóo junto a la presidenta en funciones de Extremadura, María Guardiola.
23 de diciembre de 2025 21:53 h

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Ya estamos de nuevo ante la presión de los defensores del viejo bipartidismo para torcer la voluntad de los electores y conseguir resultados al gusto de ese establishment al que representan y por el que trabajan. Les iba muy bien. A ellos, les iba muy bien así. María Guardiola perdió su órdago al anticipar las elecciones en Extremadura para librarse de Vox. En su cabeza sonaba bien lograr una mayoría absoluta dado el estado en el que se encontraba el PSOE en la comunidad, y la feroz campaña desatada contra Pedro Sánchez en España.

Se felicitan y se dan palmaditas en la espalda por la que era previsible debacle del PSOE y su candidato imposible, pero lo cierto es que el fiasco es descomunal porque, no solo no ha logrado el PP su objetivo, sino que ha alimentado a Vox al punto de hacerlo crecer de 5 a 11 diputados. Los datos son esos. Además, marca la dependencia que el PP va a tener de Vox, que ya tiene y van a endurecer al sentirse indispensables. Han demostrado que ideólogicamente Vox no les incomoda demasiado, pero estar supeditados a ellos es otra cosa. De cualquier modo, ya se anticipa que Vox a pedir cuatro condiciones para investir a Guardiola: rebaja fiscal (que implica recortes en servicios públicos) y rechazo al Pacto Verde, a la inmigración y al gasto en políticas de igualdad. La insoportable crispación que mantiene el PP para hacerse con el gobierno del Estado ha derivado en esa dañina consecuencia de su actividad destructora. Y lo tremendo es que aún la mantienen. Aún exigen e insultan sin pausa. Cavando su propia fosa, probablemente.

Alarmadas, las gentes del bipartidismo -en las que suele anidar lo peor de PP y PSOE- y sus soportes mediáticos apuestan porque el PSOE deje gobernar a Guardiola para que no lo haga con Vox. Argumentan que es en favor de la democracia y el bien común. Si esa hubiera sido su intención, no hubiera recibido la ultraderecha semejante promoción en los últimos años y no se hubiera atacado con brutales descalificaciones a Pedro Sánchez. Pero ya iniciamos de nuevo la rueda.

Ni hablar. Error mayúsculo. El PSOE está muy tocado sin duda, pero esto sería suicida como ya les ha ocurrido a otros partidos socialdemócratas o liberales en Europa. Y ni siquiera es eso lo esencial: es que no se puede traicionar a los votantes por un lado, ni ceder a los chantajes que se vienen produciendo desde hace una década.

Sí, porque esto se inicia exactamente el 20 de diciembre de 2015. Rajoy convoca para ese día prenavideño elecciones generales. Pierde 63 diputados. 20 el PSOE. Crece Podemos hasta 69 y Cs a 40. Y se desata la hecatombe. El año 2016 marcó el inicio de toda una década de trampas e injerencias máximas.

Le corresponde a Felipe González entonces velar por el bipartidismo nivel “el que pueda hacer que haga”. Hay que dejar gobernar a Rajoy.

Pedro Sánchez, ya secretario general, se anima a intentar él la investidura desdeñando el apoyo que le brinda Podemos. Lo ha valorado, pero los dueños de las esencias del PSOE enarbolan el hacha de guerra para impedirlo. Sánchez tiene ya a la vieja guardia del partido en contra. Al punto que irrumpe el expresidente González, ya en enero, para desbaratar cualquier posibilidad de pacto con el partido de Iglesias y conseguir lo que él defiende: la investidura de Rajoy. Solo ha pasado un mes de las elecciones.  Sánchez se vuelve hacia Ciudadanos incluso firmando un acuerdo de mínimos. Es otro submarino del sistema que, encima, se echó a atrás.

Decía el escritor Milan Kundera que “la lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”. Y una y otra vez parece que volvemos a nacer sin tener en cuenta lo que ha sucedido en el pasado.

Apoyar la investidura de Rajoy era el objetivo. Un presidente que, tras elevar la deuda pública a niveles desconocidos en un siglo, saquear la hucha de las pensiones y la seguridad social, dar un tajo mortal a la sanidad o a la ayuda a la dependencia, mermar el presupuesto para educación y para ciencia e investigación o menospreciar a la cultura; tras crear una generación de trabajadores pobres, y tras expulsar del país a miles de jóvenes (lo que la ministra de trabajo Fátima Báñez alabaría como una “movilidad exterior”llena de alicientes) presidía un partido paradigma de la corrupción. Y después de haber hecho de su legislatura una sesión continua de mentiras.

Se terminó convocando nuevas elecciones para el 26 de junio, a ver si se desatascaba la situación.

Hay que pasar entonces a otra estrategia. Y ahí entran las cloacas policiales a las que tienen el cuajo de llamar policía “patriótica”. Y se activan las cloacas mediáticas. Y aparece Eduardo Inda con el bulo sobre la falsa cuenta de Pablo Iglesias en las Granadinas -recién condenado por ello casi una década después- que Ferreras le compra, aunque lo ve muy burdo. Entonces la Sexta pasa por ser la cadena progresista de Atresmedia. Todavía mantiene Podemos 71 diputados a pesar de ello, pero no los que le calculaban las encuestas. El PP se recupera. Baja algo el PSOE

Aún quedan balas para tumbar a Sánchez y lograr la investidura de Rajoy.

Es cuando se desata la cacería del secretario general en un Congreso del partido forzado para echarle que impulsa Felipe González de nuevo con Susana Díaz. Se consuma el 1 de octubre de ese eterno 2016. El PSOE queda en manos de una gestora muy conservadora y Sánchez se sube al Peugeot con los pocos apoyos que le quedan que no han demostrado ser unas opciones modélicas precisamente.

Expedito el camino, el PSOE se abstiene en la investidura de Rajoy que la logra a finales de octubre. Aunque 15 de sus diputados no han secundado la directriz del partido. Pedro Sánchez volverá a ser Secretario General del PSOE en mayo de 2017 al ganarle las primarias a Susana Díaz y Patxi López.

El venerable PP, que lanza improperios sin fin acerca de la corrupción del PSOE, culminará su cadena de condenas por corrupción con la sentencia del Caso Gürtel donde se considera probado que el partido se lucró de esa trama entre 1990 y 2008 a través de una caja B. La moción de censura contra él dio la presidencia del gobierno a Pedro Sánchez con el consenso de partidos que sumaban 180 escaños, cuatro más de la mayoría que necesitaba. Y que luego revalidarían sus apoyos tras las siguientes elecciones, aunque ahora no atraviesa por sus mejores momentos.

 Una historia que merece la pena tener en cuenta para saber por qué algunas bienpensantes mentes del sistema reclaman que el PSOE apoye la presidencia de María Guardiola como inicio de esa colaboración bipartidista que buscan y que puede tener tanto recorrido. Con el permiso de un Vox radicalizado, claro. Tan inmensamente sucia es esta última década como para pensárselo dos veces. Lo más puerco de este país en estamentos tan esenciales como la justicia, los medios y ciertos políticos abogan por “hacer lo que puedan” para tumbar el gobierno. Visto el percal no parece que sea por el bien de la ciudadanía. Nunca creció nada sano sobre tanta basura.

PD. A pesar de todo esto y tantas otras cosas, estamos ya en Navidad. Hay muchas personas que dicen de estos días que no tienen nada que celebrar. Dado cómo fueron mis navidades el año pasado -muy intensas y diferentes-, yo sí. Y les invito a apuntarse al brindis que propongo para celebrar la vida y desde luego el trabajo y la honestidad de mucha gente que a veces queda oculta tras la capa de caspa de este país.

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