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El retraso en la implantación de la ley educativa provoca que el curso empiece sin libros en muchos centros

Libro de texto. / P. LORENZANA

Daniel Sánchez Caballero

9 de septiembre de 2022 12:30 h

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Se venía advirtiendo desde el final del curso anterior y ha acabado pasando: el retraso en el desarrollo de la nueva ley educativa está generando problemas de diversa índole en el principio de este curso. El último detectado es que el año escolar ha empezado con escasez de libros de textos en centros educativos de todo el territorio, según sostienen las familias y las propias escuelas e institutos y confirma Anele, la asociación de empresas editoras de estos materiales.

Faltan libros en centros repartidos por toda España, en función de la editorial que los deba entregar. El problema, explican los editores, es que todo va tarde este año y que la subida en los costes de producción (el papel cuesta en torno a un 30% más) ha llevado a las empresas a ajustar sus tiradas de ejemplares casi a la demanda: no se imprimen libros si no se sabe que se van a vender para evitar pérdidas.

La prescripción de libros se realiza habitualmente a partir de la primavera, cuando el cada docente escoge el manual que quiere utilizar para el próximo curso y esa decisión se le traslada a las familias. Pero este año, con el cambio de ley, no se ha podido hacer en el periodo habitual por los citados retrasos.

Las editoriales realizan los manuales a partir de los currículos oficiales que aprueban las comunidades autónomas. Estas, a su vez, realizan sus currículos a partir del currículo de mínimos que aprueba el ministerio. Y aquí llega el reparto de culpas: Educación sacó sus textos entre febrero (el de Infantil) y abril (el de Bachillerato) de este año y asegura que había tiempo de sobra para que los Gobiernos regionales hicieran su parte. Algunos cumplieron, pero hay comunidades que aún no han publicado los suyos y señalan que el ministerio aprobó los textos muy tarde, que es un proceso técnico y legal complejo y que no daba tiempo.

Entre unos y otros, los libros sin hacer. Y cuando se han hecho no se han impreso en grandes cantidades, cuenta Anele, para evitar sustos. “Con el trabajo de los currículos sin hacer y sin la prescripción no sabían cuántos libros iban a necesitar y con los costes actuales las empresas no querían asumir unos ciertos riesgos, con lo que la planificación logística que hacen habitualmente en junio (impresiones, etc.) se ha retrasado. De hecho, las editoriales han recibido peticiones en septiembre y han tenido que poner en marcha el proceso para atenderlas”, explica un portavoz. La asociación de editores asegura que estará resuelto “en unos días”.

Los mensajes que han enviado algunos Gobiernos regionales a su comunidad educativa tampoco han ayudado, continúa el portavoz: “En Catalunya, durante la huelga de profesores del final del curso pasado el conseller dijo a los docentes que dejaba en sus manos implantar la ley en dos años (como está previsto) o en tres; en Madrid, la viceconsejera mandó una circular a los centros diciendo que no iba a hacer falta cambiar los libros y algunos se han esperado a ver qué pasaba finalmente, hasta que han visto que la ley trae suficientes cambios como para pedirlos nuevos”. Más retraso.

La escasez no atañe especialmente a ninguna comunidad y las afecta a todas. Depende, sostiene Anele, de cada editorial. Las noticias de que faltan libros llegan desde centros gallegos, de Baleares, Madrid o Aragón. Los centros no están preocupados, suponiendo que el retraso no se alargue más de lo previsto. “Estos primeros días se utilizan para repasos y evaluaciones iniciales”, cuenta un director que confía en que en el ínterin acaben llegando los materiales en un curso complejo, que viene con cambio metodológico incluido y en el que el apoyo de los libros a la hora de plantear actividades o las situaciones de aprendizaje que trae la ley se antoja quizá algo más importante que otros años, al menos al principio.

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