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Cinco testimonios que rebaten el argumento de Cifuentes sobre la “flexibilidad” del mundo universitario

Cristina Cifuentes, momentos antes de la rueda de prensa posterior al pleno extraordinario en la Asamblea de Madrid. Foto: EFE

Cristina Armunia Berges

Métodos de evaluación diferentes pactados con los profesores, “flexibilidad” de asistencia, un TFM que no aparece, un tribunal que aparentemente no se llegó a reunir, cambios de notas, una matrícula tres meses después de la fecha límite, una supuesta defensa sin tener todas las asignaturas aprobadas... “Lo normal es que los alumnos se matriculen en los periodos habilitados al efecto y que se incorporen el primer día de clase, como no puede ser de otra manera”, asegura una profesora de máster de la Universidad Rey Juan Carlos que prefiere no identificarse.

“No puedo valorar la flexibilidad de la que habla [Cifuentes], porque desconozco el funcionamiento de los 'otros estudios de máster' a los que se refiere. Pero todo me resulta muy extraño teniendo en cuenta nuestros procedimientos administrativos”. 

Aunque asegura que se alegra de que se hayan puesto en marcha las investigaciones pertinentes, habla también de un desánimo generalizado entre profesores y alumnos de su universidad. “Es una situación que nos tiene muy tristes porque no es el proceder habitual de nuestra institución, el equipo de Gobierno desde 2017 está intentando diferenciarse en ese aspecto. Una universidad pública se debe a la sociedad a la que sirve”. Ahora, algunos docentes más bien resignados dicen que son profesores de esta universidad y “con perdón”.

“Se ha querido vender como una cosa excepcional. El tratamiento es algo que se hace con cierta frecuencia para aquellos alumnos de postgrado que están trabajando”, aseguró la presidenta de Madrid Cristina Cifuentes este miércoles, tras casi dos semanas de silencio. “Los profesores se adaptaron a mis propias circunstancias”, se defendió. “Eso se sustituye por aportación de trabajos y actividades. Lo acordé de esta manera”, dijo. Y concluyó: “Tampoco es que fuera el centro de mi vida”.

“Alguna facilidad se puede dar. Cuando por casualidad ha tenido una operación, se le podría facilitar cambiar alguna fecha de examen. Pero jamás hacer un plan personal a ningún tipo de alumno”, comenta otro profesor de la Universidad de Cádiz, de la escuela de Ingeniería Marina Náutica y Radioelectrónica. “Tenemos alumnos que a mitad de curso de máster consiguen un trabajo en el extranjero o en otra ciudad y tienen que dejar la titulación”.

Un estudiante de 24 años que se está preparando para opositar en junio y que tampoco quiere dar su nombre para que no le reconozcan los miembros de ningún tribunal cuando se examine, tuvo problemas para, simplemente, cambiar la línea de investigación de su TFM. “Estaba cursando el máster en Museos en la Universidad de Zaragoza; había dos plazos de vencimiento, en enero y mayo. En marzo recibí una propuesta para hacer una serie de rutas musealizadas y pedí al máster que si podía cambiar la línea de investigación de mi TFM para poder abordar el proyecto. Me dijeron que no porque ya había firmado con el título de otro trabajo, con el nombre de un profesor y había aportado un resumen. Me dijeron que lo único que podía hacer era volver a matricularme”, relata el alumno, que cuenta esta experiencia como ejemplo de la complejidad de cada paso administrativo en el ámbito universitario.

Tampoco disfrutó de ningún atajo académico una alumna de la Universidad Oberta de Catalunya que tuvo un aborto en la semana 22 de su embarazo. “Hice un máster en Derecho. Cuando ya solo me faltaba entregar la última prueba de evaluación continua [eran cuatro] de la última asignatura del máster y estaba embarazada de 22 semanas, perdí el hijo que esperaba y me tuvieron que hospitalizar”, explica. “El hospital me entregó un papel de baja médica y los médicos me recomendaron reposo. Escribí a mi profesor y a mi tutor para preguntarles si podría no entregar el último trabajo; incluso con un cero podía aprobar la asignatura. Me contestaron que no era posible saltarse una de las pruebas, ni poner un cero para hacer la media”.

A esta alumna le quedaban dos opciones: o volver a hacer la asignatura completa en otro momento o entregar la última prueba. Al final, el claustro de profesores amplió cinco días el plazo de su entrega, pero esta alumna tuvo que entregar el último trabajo para poder aprobar la última asignatura y así el máster.

El laberinto burocrático de un doctorado

“Una cosa es que los profesores sean majos y te pongan facilidades, eso no te digo yo que no. Pero eso no quita que existan unos plazos administrativos legales y esos plazos son los que son. Y ya puedes llorar o estar con un familiar agonizando”, explica una investigadora en Ciencias de la Salud recién doctorada. Según ha asegurado en varias ocasiones la propia Cifuentes, espera completar también sus estudios de doctorado.

“En mi universidad [una universidad pública de Valencia] los trámites para hacer un doctorado son una locura”, dice la investigadora. “Tienes que depositar la primera versión, que la comisión de departamento y la escuela de doctorado den el visto bueno. Entonces se envía a los evaluadores de la tesis, que tienen un mes para aceptar dicha evaluación y otro para evaluarla”. Aquí comienza la aventura de la defensa de un doctorado. “Cuando los tres evaluadores dan el visto bueno, con sus correcciones, subes la versión dos, y ahí es cuando tu doctor te tiene que dar el visto bueno, también la comisión de departamento y la escuela de doctorado”.

“Cuando todo el mundo ha dado el visto bueno se propone un tribunal que la escuela tiene que aceptar y, finalmente, se propone una fecha que venga bien a todos los miembros del tribunal. Es una locura”, añade.

A pocos días de su defensa, este alumno supo que tenían que operar a un familiar muy cercano. “Fue de una semana para otra, pero como ya estaba citado el tribunal que venía de fuera y tenía los billetes comprados y pagados por la universidad... antes de meterme en esos trámites decidí que era mejor quitármelo de encima, después de todo lo que había pasado los meses anteriores decidí cerrarlo de una vez por todas e ir después al hospital”. 

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