De correr hacia el coche a volar en la oscuridad: la evolución de las 24 Horas de Le Mans, entre el riesgo y la leyenda

Ford GT 40 N°6 John Wyer Ingeniería Automotriz Técnica que pilotaron Jackie Ickx y Jackie Oliver

Ada Sanuy

0

Durante casi medio siglo, las 24 Horas de Le Mans comenzaban con una imagen tan icónica como peligrosa: los coches alineados en un lado de la pista y los pilotos corriendo desde el lado opuesto para subirse y arrancar a toda prisa. Era el famoso “inicio tipo Le Mans”, un ritual que marcó la leyenda de la prueba, pero que escondía una realidad inquietante: la seguridad quedaba relegada a un segundo plano.

Jacky Ickx, el hombre que desafió la tradición

Desde 1925 hasta 1969, esta salida fue parte del ADN de la carrera. El público la adoraba. Las imágenes de los pilotos lanzándose sobre sus coches eran portada en medios de todo el mundo. Pero detrás del espectáculo, el sistema favorecía comportamientos temerarios. Para ganar tiempo, muchos corredores ni siquiera se abrochaban el cinturón de seguridad correctamente. Era una lotería mortal.

El punto de inflexión llegó en 1969. El piloto belga Jacky Ickx decidió protestar contra este sistema. En lugar de correr como los demás, caminó tranquilamente hacia su coche, se colocó el cinturón con calma y arrancó último. Aquella acción fue un gesto simbólico de insubordinación que, paradójicamente, acabó con una victoria. Ickx, junto a su compañero Jackie Oliver, y su Ford GT40 ganaron la carrera. Fue la última de las cuatro consecutivas para el GT40.

Salida desde la parrilla a partir de 1970

Su protesta fue más que un acto individual. Fue el punto final de una tradición que había perdurado pese a las evidencias. Solo un año antes, el piloto británico John Woolfe había fallecido en la primera vuelta de la carrera de 1968. Su coche se estrelló y se sospecha que no llevaba el cinturón abrochado. Tras la edición de 1969, los organizadores pusieron fin al “Le Mans start”. A partir de 1970, los coches comenzaron a salir desde la parrilla, con los pilotos ya dentro, correctamente sujetos y listos para una carrera de resistencia que, por fin, comenzaba con un criterio de seguridad mínimo.

Así es el circuito de La Sarthe, el trazado en el que se vuela a más de 300 km/h

Cuando cae la noche sobre el circuito de La Sarthe, la atmósfera de las 24 Horas de Le Mans se transforma por completo. El rugido de los motores permanece, pero el resto del mundo parece detenerse. En plena oscuridad, los pilotos deben mantener velocidades superiores a los 300 km/h en un trazado que combina secciones de circuito cerrado con carreteras abiertas al tráfico el resto del año. Es, posiblemente, el reto más exigente del automovilismo de resistencia.

El circuito de La Sarthe, ubicado a las afueras de la ciudad francesa de Le Mans, tiene una longitud de más de 13 kilómetros. Desde su primera edición en 1923, ha sufrido múltiples modificaciones por motivos de seguridad, pero conserva buena parte de su esencia: largas rectas como la mítica Mulsanne, curvas rápidas y zonas técnicas como la chicane Dunlop o las curvas de Porsche. A diferencia de otros circuitos permanentes, su carácter semiurbano implica una iluminación escasa o inexistente en muchos tramos. La oscuridad es, por tanto, un factor tan determinante como la climatología o el estado del asfalto.

Poca luz artificial cuando cae la noche

Pilotar de noche en La Sarthe exige una concentración absoluta. Los puntos de referencia visual desaparecen o se difuminan, y las señales luminosas se reducen a los faros de los propios coches. “Por la noche, solo ves lo que alumbra tu coche. Todo lo demás es negro”, explican muchos pilotos que han pasado por la carrera. Lo que ocurre entre las 2 y las 5 de la madrugada en La Sarthe es una experiencia que mezcla precisión, resistencia física y fortaleza mental. Ganar en Le Mans no es solo cuestión de velocidad: también hay que sobrevivir a la oscuridad.

Los adelantamientos, frecuentes incluso en plena madrugada, se complican por la diferencia de velocidad entre categorías. Un coche LMP2 puede encontrarse de repente con un GT más lento en plena recta, a más de 300 km/h, sin visibilidad lateral. Todo ocurre con una sensación de aislamiento total.

Etiquetas
stats