Así fue como esclavos africanos levantaron una red agrícola que marcó la historia del sur de Irak
Las revueltas impulsadas por esclavos en el mundo islámico medieval fueron menos documentadas que en otros contextos históricos, pero su impacto no fue menor. En las zonas húmedas del sur de Irak, donde las jornadas agrícolas exigían un esfuerzo descomunal, surgieron formas de resistencia que escapaban del control imperial.
La esclavitud no se limitaba a la servidumbre física; era también un engranaje dentro de un sistema económico que necesitaba fuerza de trabajo constante y que no se quejara. En ese entorno, el levantamiento de los Zanj y su capacidad para sostener una guerra prolongada dejó una huella política que sigue aflorando siglos después a través de restos arqueológicos.
La estructura agrícola más impresionante del periodo abbasí estaba impulsada por trabajo forzoso
A pocos kilómetros de Basora, en plena llanura del Shatt al-Arab, más de 7.000 crestas y canales forman una estructura agrícola de escala monumental que acaba de ser datada. El hallazgo, liderado por un equipo internacional y publicado en la revista Antiquity, aporta pruebas directas de que esta infraestructura estuvo en uso entre los siglos IX y XIII, y que probablemente fue construida y mantenida por personas esclavizadas o sometidas a trabajos forzosos. Las imágenes de satélite y las muestras de sedimentos han revelado un sistema tan extenso que su diseño debió requerir una planificación sostenida durante generaciones.
La clave del análisis ha estado en el uso de técnicas como la luminiscencia ópticamente estimulada, que permite datar la última vez que los granos de tierra estuvieron expuestos al sol. Aplicando esta metodología a los sedimentos recogidos en diferentes puntos del sistema, los investigadores han demostrado que la actividad agrícola continuó mucho tiempo después de la llamada rebelión de los Zanj. Lejos de cesar con el conflicto, las labores en los campos de cultivo se mantuvieron, lo que sugiere una reorganización del sistema productivo bajo otras formas de control o coacción.
Según explicó el arqueólogo iraquí Jaafar Jotheri en declaraciones recogidas por AP News, el descubrimiento pone sobre la mesa la urgencia de proteger un patrimonio que ha sido históricamente ignorado: “Su historia no ha sido realmente escrita ni documentada bien en nuestra historia”. En sus palabras, estos restos deben considerarse parte integral de la identidad cultural del país y no como simples vestigios de un pasado remoto.
Ni el cambio climático ni las invasiones mongolas lograron borrar del todo la memoria de estos campos
Más que provocar un cambio inmediato, la rebelión de los Zanj funcionó como un punto de inflexión progresivo en la historia del trabajo forzado en la región. El estudio apunta a que la infraestructura hidráulica analizada no surgió como una solución pacífica tras el conflicto, sino como una continuación de un modelo de producción intensivo que seguía requiriendo grandes cantidades de mano de obra. Esta conclusión cuestiona las hipótesis anteriores que situaban el abandono de estos campos justo tras la revuelta.“
Los factores que finalmente llevaron al declive de esta red agrícola podrían combinar varios elementos. Entre las causas probables, los investigadores apuntan a las invasiones mongolas del siglo XIII, que provocaron una devastación generalizada, así como a las epidemias del siglo XIV y al descenso de recursos hídricos en la zona.
La hipótesis de una pérdida progresiva de capacidad de riego por cambios climáticos también está sobre la mesa, aunque aún faltan análisis ambientales más detallados para confirmarlo.
Los responsables del proyecto pertenecen a varias instituciones, entre ellas las universidades de Durham, Newcastle, Radboud, Al-Qadisiyah y Basora. A través del uso combinado de datos satelitales, análisis geoespaciales y estudios de campo, han conseguido reconstruir una imagen clara de cómo se organizaban estos terrenos.
Las crestas, alineadas en líneas paralelas, servían para cultivar caña de azúcar y otros cultivos, mientras que los canales permitían drenar el agua de las marismas. La regularidad y extensión del sistema indican un nivel de especialización que solo podía sostenerse con una fuerza de trabajo continua y numerosa.
El futuro de estos paisajes depende de su protección en el presente
El trabajo no solo confirma la magnitud del sistema, también abre la puerta a una revisión del papel de las comunidades esclavizadas en la transformación del paisaje mesopotámico. La investigación demuestra que los esclavos no solo fueron víctimas del orden establecido, sino que también modelaron el territorio de manera duradera.
Este tipo de estudios cobra aún más importancia en el contexto actual, en el que la expansión urbana y la actividad industrial amenazan con destruir lo poco que queda de estos paisajes.
El reconocimiento oficial de su valor histórico, junto con políticas de protección adecuadas, podría evitar la desaparición definitiva de uno de los pocos vestigios materiales ligados directamente a los descendientes de africanos esclavizados en Irak.
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