Un vómito endurecido con peces alineados y huesos fracturados ha permitido reconstruir el ataque de un espinosáurido y la presencia de un pterosaurio que faltaba en el mapa

El estudio describió un animal con dientes finos y numerosos, capaz de separar presas diminutas del agua mediante un sistema intermedio entre especies europeas y sudamericanas

Héctor Farrés

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El depredador abrió las fauces y engulló a su presa sin calcular el tamaño que tenía. Los huesos frágiles se quebraron mientras los peces atrapados se mezclaban con el cuerpo del pterosaurio. La masa ingerida se convirtió en una mezcla densa de escamas y huesos complicada de digerir.

Poco después, la bestia la expulsó, dejando una masa de restos que quedó atrapada en el sedimento. Aquella descarga orgánica se endureció con el paso del tiempo hasta conservar la forma exacta de lo que había sido una caza fallida.

Un pterosaurio tropical con un sistema de filtrado único

El hallazgo de ese vómito fosilizado reveló la existencia de un pterosaurio hasta entonces desconocido. El material, encontrado con peces y fragmentos óseos, permitió deducir que un espinosáurido había atacado y regurgitado su presa. Ese episodio quedó registrado en la roca y ha servido para situar a Bakiribu waridza en el mapa de la paleontología brasileña.

El fósil fue recuperado en el nordeste de Brasil, en la cuenca del Araripe, y permaneció durante décadas en el Museu Câmara Cascudo sin que nadie reconociera su valor. Cuando la paleontóloga Aline Ghilardi, de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte, examinó la pieza, descubrió que no se trataba solo de restos de peces. “Lo que más me sorprendió fue cómo un ejemplar aparentemente poco llamativo resultó contener algo completamente inesperado”, explicó Ghilardi en declaraciones a Gizmodo. El estudio se publicó en Scientific Reports y confirmó que aquel conjunto contenía restos de un nuevo pterosaurio filtrador.

El fósil brasileño se formó tras la regurgitación de un depredador que había tragado más de lo que podía digerir

El análisis detallado del material mostró que la disposición de los huesos y de los peces apuntaba a una expulsión alimenticia. Los investigadores señalaron que la acumulación densa y fragmentada de los restos solo podía explicarse por un regurgitalito, es decir, un vómito fosilizado. Los peces aparecían alineados en la misma dirección y los huesos del pterosaurio estaban fracturados.

Los autores indicaron que el depredador probablemente ingirió primero a los pterosaurios y después a los peces, vomitando parte del contenido por una obstrucción causada por los elementos óseos. Según los especialistas, el responsable más plausible fue un espinosáurido, un dinosaurio piscívoro con mandíbulas alargadas del mismo nivel estratigráfico. En la misma zona se halló un diente de esa especie incrustado en el cuello de otro pterosaurio.

Un filtrador tropical con una dentadura fuera de lo común

Bakiribu waridza pertenecía a la familia Ctenochasmatidae, un grupo de pterosaurios de hocico largo adaptados a la filtración del alimento en el agua. Sus dientes eran finos y numerosos, y formaban un sistema intermedio entre el de Ctenochasma, del Jurásico alemán, y el de Pterodaustro guinazui, del Cretácico argentino. El estudio describe mandíbulas muy alargadas, dentición densa y coronas cuadrangulares en sección transversal, con implantación acrodonta en ambas mandíbulas. Los análisis microscópicos confirmaron la presencia de dentina y cavidades pulpares, rasgos que apuntan a una alimentación por filtrado fino. Se trata del primer pterosaurio filtrador identificado en latitudes tropicales del antiguo supercontinente Gondwana.

La aparición de este fósil amplía el conocimiento sobre la distribución de los pterosaurios filtradores y ayuda a comprender cómo se diversificaron tras separarse de sus parientes de Laurasia. Antes de Bakiribu solo se conocían dos representantes de esta familia en el hemisferio sur: Pterodaustro en Argentina y Tacuadactylus en Uruguay. El hallazgo brasileño demuestra que estos animales alcanzaron zonas tropicales antes de su desaparición a finales del Cretácico temprano.

Los regurgitalitos son restos muy infrecuentes, ya que su conservación requiere que el material expulsado caiga en un entorno acuático tranquilo, pobre en oxígeno y con un proceso de enterramiento rápido. El fósil se conserva hoy dividido entre el Museu Câmara Cascudo de Natal y el Museu de Paleontologia Plácido Cidade Nuvens de Santana do Cariri.

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